Capítulo 23

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De nuevo encontró a esa chica de cabello negro y mechón blanco fregando el piso de la cocina, de espaldas a él, mientras tarareaba una canción, y esta vez estaba lo suficientemente sobrio como para poder identificarla, sin embargo no se molestó en tratar de adivinarlo. «¡Estúpidos! — gruñó — Les dije que no la dejarán sola con todo.» Se cruzó de brazos y se apoyó sobre el marco de la puerta sin apartar la mirada de ese pequeño cuerpo y luego esbozó una pequeña sonrisa burlona para sus adentros «Sin darme cuenta me dejé atrapar por su inocente mirada. Creí que con solo disfrutar de su aroma y probar sus labios sería suficiente, pero me equivoqué.»

—¿Señor, necesita algo?

Esa vocecita lo hizo volver en sí y entonces la vio de pie, justo donde estaba arrodillada hace un instante, con las manos detrás de ella y con la mirada en las losetas ahora relucientes.

—¿Ya terminaste, luna mía? — ella asintió con la cabeza — Entonces acompáñame.

Fueron en completo silencio hasta el estudio que alguna vez perteneció a su padre, se sentó en un pequeño sillón y la lobita se quedó de pie frente a él, aún con las manos en su espalda y la mirada baja, sacó un cigarro y lo encendió, dio un par de caladas y pronto se vio envuelto de humo blanco.

—No había tenido oportunidad de preguntarte por qué Alina se molestó contigo, ¿podrías decirme?

—Ella… creyó que le estaba robando la atención especial que usted le daba y le dieron celos — respondió en voz baja.

—Bueno, ya no tienes de qué preocuparte, ¿cierto? — dio otra calada y dejó el cigarro en el cenicero que estaba sobre la mesita a su lado.

—No tenía por qué despedirla.

—La verdad es que estaba cansado de ella y solo estaba esperando el mejor momento para echarla de aquí.

Nova no respondió y Demian se levantó de su asiento para rodearla y detenerse a sus espaldas.

—Mi pequeña luna — susurró con voz seductora — es difícil de explicar todo lo que me haces sentir cada vez que te miro. Me siento como un tonto que cayó en los encantos de una linda chica, y eso es algo que nunca imaginé que volvería a pasar.

La abrazó por detrás sin darle oportunidad de reaccionar o decir algo y hundió la cara en su cuello, aspirando ese rico aroma a frambuesas y moras silvestres, causando que las mejillas de la tímida Omega se sonrojaran. La hizo girar para encontrarse con sus bellos ojos negros que inevitablemente le provocaron un ligero cosquilleo en el estómago mientras la tomaba de la cintura y la atraía más hacia él. Nova se había quedado muda y desvió la mirada hacia los labios de Demian, gruesos y apetecibles, y mordió un poco los suyos ante el recuerdo de aquel primer beso.

El Beta notó el fuerte deseo de la lobita por un beso, por lo que no perdió tiempo en devorar sus labios con intensidad. La lobita correspondió el delicioso beso con torpeza y se dejó llevar hasta el escritorio donde Demian la tomó de las nalgas y la alzó para que pudiera sentarse sobre el mueble, quedando él entre sus piernas, las cuales fueron apretadas hasta que las grandes manos del lobo quedaron marcadas.

Los besos pronto se convirtieron en una lucha constante de pasión y deseo mientras el calor en el área de sus sexos iba en aumento. La lobita lo abrazó por la cintura con ambas piernas y Demian la alzó para llevarla hasta el enorme sofá donde la recostó, quedando encima de ella, y comenzó a llenarle el cuello de besos que la hicieron estremecer.

Todo el cuerpo de Nova temblaba y dejó escapar un suave gemido cuando Demian apretó suavemente uno de sus pequeños pechos y luego bajaba más desviándose hacia su espalda baja y apretaba el bulto que su esponjosa colita ya había formado en su falda. Con cada caricia, cada beso y el irresistible aroma a bosque del Beta solo hacían sentir a Nova como si se encontrará en un fuerte estado de embriaguez del cual no deseaba salir. Demian pasó la lengua por el cuello de la tímida lobita que solo suspiraba desesperada, aspiró el rico aroma de su cabello trenzado y luego bajó hasta uno de los pequeños pezones que se marcaban en la ropa y lo pescó suavemente con los dientes, casi haciéndola gritar de deseo, mientras con una mano levantaba su falda para un fácil acceso a esa colita de suave pelaje gris y blanco. Para Nova esto era muy diferente a cuando estuvo con Rigel en el bosque, las caricias de su señor eran como fuego ardiente quemando su piel, como si de un momento a otro las llamas del infierno fueran a hacerse presentes para incendiar sus cuerpos.

La lobita se cubría el rostro con ambas manos totalmente avergonzada, aborrecía su colita de lobo pero al Beta parecía gustarle y sabía bien cómo tocarla para hacerla mojar en extremo sus bragas. Lo escuchó gruñir de deseo y se sorprendió al sentir cómo metía la cabeza entre sus piernas y comenzaba a lamer el interior de sus muslos, acercándose lentamente a su intimidad. A pesar de lo excitada que estaba, no se sentía preparada para dejarlo ir más allá por lo que trató de apartarlo con las manos.

—No… — pidió sin aliento — Por favor…

El licántropo gruñó molesto, pero no forzó el acto porque si iba a pasar sería cuando ella estuviera lista y lo deseara. Regresó a depositar un pequeño beso en esa tierna boquita y luego se recostó junto a su luna para estrecharla contra su pecho y perderse en la dulzura de su aroma.


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