Capítulo 9

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Nova pudo respirar tranquila una vez que llegó a la casa del señor Demian y entraba en la cocina a dejar las compras en la barra para que alguno de los Omegas encargados la guardará como era debido. El encuentro con ese chico la había alterado, por suerte supo controlarse y agradeció la intervención de la Beta, de lo contrario su esponjosa colita habría salido y hubiera terminado en ridículo delante de todos.

Sacudió la cabeza para alejar ese aterrador escenario de su mente y se dirigió a la habitación del señor para cambiar las sábanas de la cama y sacar la ropa sucia. Ya habían pasado algunos días desde aquel incidente y desde entonces no había vuelto a verlo, al menos no despierto, ya que cuando le llevaba el desayuno él seguía oculto bajo las sábanas, eso quizá la tranquilizaba un poco. Lo que no imaginó es que al abrir la puerta lo encontraría ahí, casi a oscuras, y únicamente con los pantalones puestos, no pudo evitar que su colita saliera a causa de la impresión y terminará por meterse entre sus piernas mientras soltaba un grito agudo y se cubría los ojos.

—Lo… lo siento — le tembló la voz — Nadie… nadie me avisó.

—¿Qué quieres? — gruñó.

—Yo… amm… venía por… la ropa sucia… — se dio media vuelta — Vol… volveré más tarde.

No pudo dar el primer paso fuera del umbral cuando el Beta alcanzó a detenerla, tomándola del brazo.

—Espera, ¿qué es esto?

Su rostro enrojeció por completo cuando él posó la mano sobre el extraño bulto que su colita había formado en su ropa, apretando un poco, haciéndola estremecer por completo y dejándola sin aliento.

—Nn… no… no haga eso… — susurró.

—¿Acaso escondes algo?

—No… eso es… — su cuerpo tembló.

El lobo tiró de aquello y entonces la pequeña Omega dejó escapar un suspiro desesperado, quiso alejarse, pero él apretó su agarre.

—¿Qué tienes aquí? — gruñó — Solo espero que no me estés robando.

—Yo no… Ah… No lo toque así….

Sintió cómo apretaba más fuerte, haciendo que casi gimiera, su cuerpo se estremeció todavía más y la humedad de su intimidad empezaba a mojar sus bragas, obligándola a apretar las piernas, las cuales apenas podían sostenerla, mientras el Beta jalaba más hasta entender que aquello era algo que debía estar ahí.

—¿Eso es tu…?

—Mi colita — respondió cortante y se alejó, llevando sus manos atrás y bajando la mirada completamente avergonzada.

Agradeció que la oscuridad de la habitación no dejara ver con claridad su enrojecido rostro ni como sus endurecidos pezones se marcaban a través del uniforme, pero su olor a excitación había impregnado la habitación por lo que debía salir pronto antes de que el licántropo frente a ella decidiera intentar algo más. Sin embargo, Demian se veía confundido con lo que acababa de descubrir que no prestó atención al tentador aroma de la lobita.

—Creía que tú no…

—No, no tengo — se adelantó a decir — Ammm… lo que quiero decir es… es que… solo tengo esta cola.

—¿Cómo es que…? — no pudo terminar la pregunta, pues no fue capaz de hallar las palabras adecuadas para realizarla.

—A… a veces yo no… tengo control — retrocedió un par de pasos — Las… las emociones fuertes… a veces hacen que… salga.

El hombre se llevó una mano a la barbilla y apoyó la otra sobre su cadera, mostrándose muy pensativo, como queriendo comprender lo extraño de la situación, ese era el momento perfecto para que Nova pudiera escapar antes de que él terminará por darse cuenta de lo excitada que estaba.

—Yo… — su cuerpo seguía temblando — Me… me retiro. Compermiso.

Y salió cerrando la puerta casi de golpe, corriendo por el largo pasillo para alejarse rápidamente de esa habitación, aún con la vergüenza reflejada en sus mejillas y la punta de su colita asomándose bajo su falda.

Poco después, Demian volvió en sí y pudo prestar atención al olor que esa chica había dejado, el cual pronto se apoderó de sus sentidos, haciéndolo estremecer de deseo y gruñir profundo. Era el olor de una excitada hembra e inevitablemente tuvo una dolorosa erección apretando en sus pantalones por lo que tuvo que satisfacerse a sí mismo, imaginando a esa encantadora lobita con las manos atadas a la cabecera de su cama y con el rostro encendido mientras él estaba sobre ella devorando sus labios y su pequeño cuerpo, dejándola sin aliento.

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