Capítulo 37

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Una cena antes de la gran fiesta era lo que menos esperaba la pequeña Omega, aunque estuviera muriéndose de hambre, era consciente de que sentarse junto a grandes líderes no era su lugar. Su señor parecía tener todo bajo control haciéndola pasar por una loba de rango Intermedio, lo que la hizo sentir extraña aunque eso no era nada comparado con como la hacían sentir las hermosas y glamorosas hembras Alfa: como el más feo y tonto de los sapitos que por error saltó al estanque de los cisnes.

Durante toda la cena trató de imitar la forma tan refinada de comer de los demás para no dejar en evidencia su falta de modales y avergonzar a su señor. Los escuchó hablar de muchas cosas y por fortuna no tuvo que abrir la boca para otra cosa que no fuera comer. Al culminar la cena tuvo que abandonar el comedor a petición del señor Demian ya que los asuntos a tratar eran mucho más serios y ella no tenía porqué escucharlos.

Los Betas de Friedrich, con o sin compañía, ya gozaban de la elegante fiesta, y era más que claro que aún con su bonito vestido no encajaba en ese mundo. Quiso regresar a la habitación, pero su señor le había pedido que esperara ahí así que decidió matar el tiempo recorriendo el lugar.

Un hombre de pálidos ojos azules la observaba desde la distancia mientras bebía una copa de vino. La joven había despertado su interés cuando pasó a su lado y accidentalmente había golpeado su brazo que casi lo hizo derramar su trago, ella se había disculpado y siguió su camino hasta un cuadro en la pared que se detuvo a mirar. Dio otro sorbo a su bebida y luego le dio una palmadita al lobo de cabellos dorados que estaba a su lado conversando con otros licántropos.

—Mira a esa hembra — le dijo en voz baja — Su aroma es como estar en un campo de frambuesas.

Su compañero levantó la cabeza para husmear el aire y percibir el dulce aroma de la joven, el ojiazul estaba en lo cierto, aunque también pudo percibir un pequeño rastro que indicaba que hace unos días tuvo la menstruación.

—Te apuesto veinte euros a que le chupo el coño — susurró el ojiazul.

El rubio soltó una carcajada divertido.

—Que sean cincuenta si te la follas.

—Hecho.

Apuró el trago y le pasó la copa a su compañero, luego se alisó el saco como queriendo eliminar cualquier arruga que pudiera tener y con pasó firme fue hasta donde estaba la joven.

—¿La estás pasando bien? — le preguntó en un tono exagerado de amabilidad.

Ella le miró sobresaltada y dio un paso hacia el lado contrario para alejarse.

—Disculpa, no quise asustarte — se sintió excitado al percibir un aire de inocencia en la negrura de sus ojos. Sonrió y le tendió la mano — Me llamo Steven y soy primo del Alfa.

Los ojos de la joven fueron de ese rostro masculino a la mano extendida y de vuelta, y se quedaron prendidos sobre esos pálidos ojos azules. Estaba con los nervios de punta, jamás imaginó que alguno de esos licántropos fuera capaz de acercarse a ella.

—Mucho gusto — musitó Nova con el tono más tranquilo que pudo y le estrechó la mano.

—El gusto es todo mío, señorita.

Se inclinó a besarle la mano y Nova retrocedió al instante, no le gustó para nada el gesto y mucho menos su manera de mirarla y su sonrisa retorcida.

—Me gustaría beber una copa con usted.

Tragó ruidoso y trató en lo posible de no tartamudear.

—No puedo, estoy esperando a alguien.

—¿Y dónde está? — se acercó peligrosamente a ella.

—Tuvo algo que atender — retrocedió.

—Pues si yo fuera él, no dejaría sola a una cosita tan linda como tú.

—¿Qué?

Sintió escalofríos cuando su espalda desnuda hizo contacto con el frío de la pared, estaba tan nerviosa que no pudo darse cuenta del momento en que el macho la acorraló.

—¿Qué te parece… — susurró el macho, acariciando los mechones sueltos de su cabello — si te olvidas de ese pobre idiota y pasas un buen rato conmigo?

Se escandalizó al comprender las intenciones del macho así que lo empujó hacia un lado para apartarlo y marcharse a toda prisa. Entró en desesperación al notar que iba detrás de ella que cometió el error de salir a los jardines donde el lobo la terminó por atrapar y la condujo a un sitio apartado.

Chilló cuando el ojiazul la puso contra el tronco de un árbol, lastimando su delicada piel, y la sujetó de uno de sus hombros con la fuerza suficiente para someterla. Podía oler el peligro y lamentablemente, sin garras o colmillos, no tendría forma de defenderse.

—Tranquila cariño — jadeó el macho — voy a tratarte tan bien que después vas a pedirme que no pare.

Nova solo pudo cerrar los ojos y esperar lo peor, pero en lugar de eso escuchó un gruñido furioso seguido de un ahogado grito de sorpresa, y luego la mano que la oprimía la soltó.

Se paralizó ante la temible imagen de su señor a medio transformar sosteniendo por el cuello y en alto al ojiazul, que agitaba las piernas desesperado por la falta de aire que el poderoso agarre de la zarpa le causaba.

—¿Cómo te atreves a tocar a mi hembra?— dijo Demian, con una voz tan sobrenatural que hizo a Nova temblar.

Esa voz solo la había escuchado una vez hace muchos años, y se la había escuchado a su padre, el Alfa de Hoffmann. Creyó estar volviéndose loca, pero al ver el horror en los ojos de su atacante supo que no lo había imaginado, esa era la voz de un verdadero Alfa.

—Lo… lo siento — lloriqueó el ojiazul, sofocado.

—Debería matarte.

—Oh, no… por… por favor…

Demian gruñó, Nova contuvo el aliento, y el macho de pálidos ojos azules soltó un grito aterrador cuando uno de sus brazos fue arrancado de un tajo desde su hombro haciendo que su sangre salpicara la hierba y la corteza de algunos árboles.





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