Capítulo 13

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El tumulto que había en el comedor principal de la casa del señor Demian podía escucharse por toda la planta baja, los Betas se divertían entre el exceso alcohol y la buena comida y algunos otros optaban por meterse alguna droga por la nariz. Mientras las lindas Omegas se encargaban de atender a los invitados, Nova iba entrando por la puerta trasera llevando un par de cajas de cerveza que había traído desde el garage donde dormía y por supuesto no pudo evitar escuchar la conversación entre sus compañeros.

—¿Qué creen? De nuevo huyó de la fiesta — anunció una de las chicas que cruzaba la puerta y dejaba una charola vacía sobre la barra.

—¿Hizo otro de sus maravillosos escapes? — preguntó el joven Omega que ayudaba en la cocina.

—No sé por qué el señor se molesta en hacer estas fiestas — agregó el cocinero, un hombre subido de peso y de edad mucho mayor que sus compañeros.

—Tal vez para conseguirse una linda esposa — aventuró otra de las Omegas.

—Si lo que el señor quiere es una esposa, debería empezar a tomar en serio a todas las mujeres que conoce. Además, hay formas más sutiles de conocer a alguien.

—Por favor, amigos — habló el chico —El señor no es de los que se atan a una loba para toda la vida, es más de los que buscan un buen culo para divertirse. Si me entienden, ¿no?

Ladeó una sonrisa traviesa mientras hacía movimientos obscenos con la cadera, haciendo reír a los otros, Nova solo pudo rodar los ojos y salió de nuevo rumbo al garage para traer otra caja de cerveza. Un aroma llegó a su nariz, parecía conocido, pero no lo identificó hasta que se le acercaron por detrás y le cubrieron los ojos.

—Rigel… — murmuró y retiró esas manos de su rostro.

Se giró a verlo y sintió sus mejillas arder al verlo esbozar una encantadora sonrisa. Ese trigueño la ponía algo inquieta y aún podía sentir su casto beso en la mejilla.

—¿Qué… haces aquí? ¿Cómo entraste?

—Solo brinqué la cerca — se alzó de hombros, restándole importancia — Me preocupé porque ya no te vi después del festival, por eso vine.

—Ah… es que… he estado ocupada.

—Ujum — desvió la mirada hacia la casa — Parece que a tu jefe le gustan las fiestas.

—¿Al señor Demian? — soltó una risita nerviosa — Las odia, siempre se esconde o huye en cuanto tiene la oportunidad.

—¿Entonces por qué las hace?

—Amm… No lo sé — levantó un poco los hombros y luego se metió en el garage.

Rigel asomó la cabeza dentro, encontró que había cosas antiguas, algunas cajas y en un rincón había una cama, una lámpara sobre una mesita y un ropero que probablemente guardaba las pertenencias de la lobita, quien terminaba por sostener una caja en sus brazos.

—Este es un buen lugar para almacenar la cerveza — comentó Nova — no es ni muy frío ni muy caliente.

—Duermes aquí — dijo el chico sin prestarle atención.

Nova lo miró un segundo, entendiendo que eso no era una pregunta si no una afirmación, frunció un poco el ceño y luego salió del garage rumbo a la casa. Rigel fue tras ella preocupado de haberla molestado y la detuvo para retirar la caja de sus manos y cargarla en su lugar.

—No… no tienes por qué ayudarme — sonó algo hostil y luego bajó la mirada un momento — Además… no es bueno que estés aquí, al señor no le gustan los extraños en su casa.

—No creo que tu jefe note que estuve aquí con tanta gente ahí metida.

La Omega se mordió los labios mientras sus manos jugueteaban nerviosas con su mandil y asintió para darle la razón y así seguir caminando.

—Oye… ya no tienes que seguir siendo amable conmigo.

—¿Por qué no? — la miró de reojo — ¿Es por qué eres una Omega? — Nova asintió en silencio. — El rango no tiene ninguna importancia para mí, y si yo quiero hablar y pasear por el pueblo contigo, lo voy a hacer porque, como ya te dije antes, quiero ser tu amigo.

—Pero… hay mejores compañías que yo.

Rigel no respondió y fueron en silencio hasta la puerta, dejó la caja sobre el escalón y luego miró a la chica de vestido negro y mandil blanco, el cual sujetó para atraerla hacia él lo suficiente para poder susurrarle al oído.

—La única compañía que quiero es la tuya.

El rostro de Nova se encendió ante ese tono de voz tan seductor mientras el irresistible aroma a tierra mojada del chico amenazaba con hacerla perder el juicio. Rigel la tomó de la barbilla y la miró a los ojos.

—Tu uniforme me parece horrendo — sonrió divertido — Solo te falta un gorrito ridículo que haga juego.

La tímida chica le lanzó una extraña mirada y soltó un resoplido parecido a una pequeña risa y se apartó de él para levantar la caja de cerveza.

—Ya… debo irme.

—Espera… — sonó desesperado — Quiero verte otra vez.

—No… no sé.

—Por favor.

—Amm… el sábado… en el parque.

—¿A medio día?

Sonrió a medias asintiendo suave con la cabeza y luego se perdió tras la puerta, dejando al lobo con una sonrisa de oreja a oreja y terminó por hacerlo recorrer el patio dando pequeños saltitos de felicidad como un tonto.



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