—¡Tú limpias!
Había dicho uno de los cocineros que arrojaba su mandil hacia alguna parte y salía de la cocina, seguido del resto de los Omegas que no pudieron evitar soltar risitas burlonas y murmurar algo entre ellos, seguramente un sinfín de comentarios despectivos. Nova ignoró las burlas mientras que lo dicho por el cocinero no la tomó por sorpresa en lo absoluto, sabía que en cualquier momento la pondrían a realizar una pesada labor, y al ver el enorme caos que había en esa cocina supo que no se iría a la cama temprano; de hecho no sería la primera vez, así que ya estaba bastante acostumbrada.
Suspiró con pesar, ató su larga trenza en un moño alto y se ajustó bien su mandil, y aprovechando que estaría ahí toda la noche quiso acompañar sus labores con algo de música por lo que sacó el reproductor de música del bolsillo de su uniforme, se colocó los audífonos y presionó el botón de play en el aparato, para finalizar se colocó unos guantes negros de hule y se dispuso a reunir el centenar de platos, sartenes y ollas junto al fregadero para lavarlos.
Ya más entrada la noche el señor de la casa entró tambaleante a la cocina con el fin de buscar por sí mismo una botella de cerveza, tal vez dos, con la cual seguir embriagándose en la tranquilidad de su habitación, pero se detuvo en seco al ver a la Omega de rodillas fregando el piso, absorta en dejarlo perfecto, mientras tarareaba una canción que no supo identificar. Aquella chica sin lobo era bastante pequeña, muy por debajo del promedio que las otras mujeres del pueblo, tenía un descuidado cabello negro azabache decorado con un mechón blanco que le daba cierto encanto, su piel era demasiado blanca, casi transparente, y su cuerpo poco desarrollado era delgado. En definitiva, esa joven loba no se parecía en nada a las bellas y voluptuosas Omegas que tenía a su servicio, la única razón por la cual le dio trabajo era porque despedía un delicioso aroma capaz de hacerlo estremecer de deseo, y quizá porque le dio algo de lástima.
Nova se levantó una vez que el piso quedó reluciente y se sobresaltó al ver al Beta apoyado sobre el marco de la puerta, rápidamente retiró los audífonos de sus oídos y bajó la mirada. El fuerte olor de los productos de limpieza ocultó perfectamente el aroma de su señor por lo que le fue imposible saber qué estaba ahí.
—Quiero otra — dijo el lobo, con voz áspera y mostrándole la botella vacía que llevaba en la mano.
No demoró en obedecer, dejando de lado sus guantes y la cubeta para ir por aquella cerveza, destaparla y entregársela en la mano mientras tomaba la botella vacía para llevarla con el resto de la basura, pero aquel hombre la detuvo al tomarla suavemente del brazo y atraerla hacia él, haciendo que se sintiera un poco incómoda.
—Alza la cara — ordenó el hombre.
Esto hizo a la pequeña Omega apretar la botella contra su pecho, se suponía que nunca debía mirarlo directamente, pero ese Beta se lo estaba pidiendo, quizás era a causa del exceso de alcohol que llevaba en el cuerpo. Tuvo miedo pero aun así obedeció, encontrándose con esa intimidante mirada.
Fue ahí cuando el Beta pudo notar una dulce inocencia reflejada en esos ojitos negros que se ocultaban detrás de algunos mechones rebeldes que caían delicadamente sobre ese rostro pálido y cansado, era bonita a su manera. «¿En qué momento creció tanto esta niña?» se preguntó, en un breve momento de lucidez.
El encantador aroma de Nova entraba con fuerza en la nariz del lobo, era casi tan embriagante como el alcohol, y pronto centró su mirada en esos carnosos labios. Gruñó bajo y profundo, sin poder evitar imaginarla de rodillas chupando su pene erecto, hinchado por la excitación, y luego verla tragarse sus fluidos. Rápidamente tomó otro trago de cerveza y desvió la mirada hacia alguna parte de la cocina en un vago intento por alejar esos pensamientos lujuriosos.
—Haz hecho un buen trabajo — dijo al poco tiempo — Voy a necesitar tu ayuda mañana que vuelva.
Bebió otro poco, la recorrió con la mirada una vez más y después se alejó tambaleante rumbo a las escaleras, apoyándose en la pared y los muebles para no perder el equilibrio.
—No olvides sacar la basura — agregó.
Nova apenas si alcanzó a escuchar esto último pues había quedado atónita al ver a detalle las fuertes facciones de aquel hombre de piel bronceada y ojos color miel. Había pasado tanto tiempo desde la última vez que vio ese rostro tan de cerca.
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Omega
Hombres LoboCuando Nova descubrió que era incapaz de cambiar de forma como los otros licántropos, inmediatamente fue rechazada por su familia y se le asignó el rango más bajo de la manada, ser una Omega, convirtiéndose en la sirviente de un solitario hombre que...