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-Mikey, soy yo. - Toque la puerta y espere. - Mikey.

-Pasa, Emma. - Mi cabeza dio vueltas al entrar a la habitación, las feromonas de Mikey eran insoportables en ese estado.

-No comiste. - Intente reprochar sin éxito ya que Mikey ni siquiera me veía puesto que tenía los ojos perdidos en la ventana, me dolía ver a mi hermano en ese estado ausente, me recordaba a cuando Shin-nii murió. Sin saber que más decir tome la bandeja con comida que no toco y deje la nueva que esperaba que si comiera, a un lado de la bandeja se encontraban los dorayakis que Ken-chan le trajo el día anterior, tampoco los había tocado. - Por favor, come algo. - Dije aun a sabiendas de que no me respondería.

Al cerrar la puerta de su habitación mi omega se tranquilizó, las feromonas de un omega dominante influyen demasiado en los omegas comunes como yo, vi la comida nuevamente y mis ojos se humedecieron, a pesar de que lo intentaba seguía sin poder ayudarlo.

Soy una inútil.

-¿Cómo esta? - Fui recibida por el abuelo que me esperaba en la cocina. - Ya veo, no llores Emma. - Acaricio mi cabeza.

-No sé qué hacer para ayudarlo. - Me sentía tan impotente, a pesar de que Mikey siempre me cuido yo no podía corresponderle de la misma manera. - Abuelo, tengo que hacer algo. - Las lágrimas de frustración no se hicieron esperar, a este punto no sabía si era por mi malestar o porque las feromonas de mi hermano hacían efecto en mí.

-Tenemos que esperar a que desee hablar con uno de nosotros. - El abuelo limpio las lágrimas de mis ojos. - Estaremos para el cuándo eso pase, ¿De acuerdo? - Asentí. - Aun así, de esta semana no pasa que lo dejo quedarse en casa, ya va perdiendo muchas clases. - Solté una leve carcajada por lo dicho por el abuelo y luego este se fue a seguir dando sus clases al dojo.

Ya iba una semana que Mikey estaba encerrado en su habitación y solo salió por lo estrictamente necesario, desde que llego de su estadía con Taiju-san es que comenzó a actuar raro por lo que no fue difícil saber con quién había ocurrido el problema, al día siguiente de que Mikey volviera a casa, Ken-chan apareció e intento hablar con él, siendo golpeado y sacado de la habitación del omega cuando este quiso entrar.

-Hola Emma. - Voltee al escuchar mi nombre.

-Ken-chan. - El alfa me saludo sin ninguna expresión en su rostro, pero no era difícil saber cuál era su estado de ánimo ya que el solo ver esas enormes ojeras y oler esas agrias feromonas eran suficientes para saber lo demacrado que estaba. - Bienvenido.

-Sigue sin comer. - Fue la respuesta que me dio, su mirada estaba fija en la bandeja que había dejado en la mesa. - Los dorayakis... ¿Se los comió? - Pregunto con un dejo de esperanza, pero esta se rompió al verme negar. - Ya veo. - Suspiro cansado. - Hoy le traje taiyakis de la tienda que le gusta, por favor llévalos.

Le recibí la bolsa con los dulces y volví a repetir mis acciones, dejando esta vez los dulces para luego salir y encontrarme con Ken-chan en el pasillo.

-¿Te quedaras aquí? - Pregunte a sabiendas de que lo haría. - Si necesitas algo solo avísame. - El asintió y se sentó con la espalda apoyada en la puerta de la habitación de Mikey.

-Mikey ya llegué, lamento la demora, Masamichi-san quería que le ayudara con... - Fue lo último que escuché antes de dirigirme a las escaleras.

Odiaba esta extraña rutina que se había formado, en donde Ken-chan se la pasaba hablándole a la puerta de mi hermano porque este seguía sin querer verlo, el alfa le contaba de su día o de las clases, incluso vino Keisuke junto a Chifuyu, pero Mikey tampoco los recibió.

Mi lugar (Drakey)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora