Capítulo 36

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África

Creo que no soy la única que se sorprende al escuchar lo que Mateo acaba de decir. Todos están muy serios, veo que Axel mira fijamente a Mateo, quien hace lo mismo. No entiendo nada, estoy muy preocupada por Mateo. Nunca lo vi así. Nadie espera escuchar lo que acaba de decir. 

En especial Jade, quien se acerca a Axel decidida. Me da miedo lo que vaya a pasar ahora. 

—Mateo, no culpes a Axel—Dice ella colocándose al lado de Axel, él también parece sorprendido.

—¿Y tú porque interfieres en algo que no te incube, Jade?—Mateo está perdiendo la paciencia, pero no está gritando.

—Yo sí que estoy involucrada en esto, más de lo que te imaginas

—¿Qué quieres decir?—Pregunta Mateo.

—Jade...—Intento decirle detenerla, creo que algo malo se acerca.

—África, no te metas en esto ahora—Me dice, eso me molesta.

—Tú estás haciendo lo mismo—Ella me mira, y por su mirada entiendo que no debo hablar, sus ojos tienen algo que no me esta gustando.

—Mateo, no culpes a Axel, porque la única culpable de todo...Soy yo

—No entiendo a lo que te refieres

—Mateo, Axel no mató a tu padre....Fui...Fui yo—Bomba, aquí sí que todos nos descolocamos...Jade. Axel no estaba sorprendido al igual que todos y Jade bajo la vista.

—Seguramente a ti y a Axel os habrá sonado haberme visto...Si me dejas te explicaré toda mi historia...—Y así comienza a contarnos su historia...—Yo tenía una hermana melliza. Las dos éramos inseparable, nos lleva muy bien...—Respira hondo—Mis padres decidieron no mandarnos a la escuela y hacer clases en línea, así nunca hice una amiga...Y aun recuerdo ese día en el cual descubrí lo que eran los amigos. Fue ese mismo día que fui con mi padre a darle unos documento muy importante a su amigo empresario...¿Mateo, sabes quién era Gregorio Wood?—Mateo, asiente sorprendió.

—Era un muy buen amigo de mi padre, y un empresario muy exitoso, ¿Pero tú como sabes...?—Ella suelta una risa amargada.

—Era mi padre—Eso sí que le sorprendió a Mateo, lo sé por la cara que ha puesto—Ese día fui con mi padre, y al llegar a tu casa en el jardín te vi, y no estabas solo, Axel estaba contigo, los dos estabais riéndoos de algo y jugando. Sentí celos, envidia, yo también quería tener un amigo de verdad. Envidiaba vuestra amistad....Pero el punto es que cuando fui con mi padre a hablar con el tuyo, él nos dio unos billetes de avión para viajar, y que a él se lo regalaron unos socios pero tu padre y tú no podíais ir por que estabais ocupados. Eran 4 billetes, así que lo aceptamos...—Ella comienza llorar—Al sentarnos al avión, otro que estaba aterrizando se chocó contra nosotros...Aún recuerdo que cuando abrí los ojos estaba en un hospital, con la cabeza, la espalda, las piernas y las manos vendadas. Y me enteré...

Llora más fuerte

—Me enteré de que mis padres y mi hermana murieron en el accidente. Sentí mucha tristeza, pero de eso convertí en odio hacia tu padre, Mateo. Le eché la culpa a él por darnos ese billete de avión. Aunque con la cabeza sabía que no era culpa suya, mi corazón me llevo hacia la sed de venganza...No tenía, un lugar al que ir, no podía estar en mi mansión porque no tenía la edad suficiente para vivir con sola así que me traslade temporalmente a casa de mi abuela. Nunca hablé con ella antes. A ella tampoco le interesaba tener que cuidarme pero no dijo nada. Tampoco me dejo ir a la escuela, así que tomé clases en línea. Hasta que se me ocurrió una idea para poder vengarme. Como ya cumplí en ese entonces 16 años, me presenté en tu casa para poder trabajar como sirvienta. Y sorprendentemente tu padre me dejó, dijo que lo sentía por mi familia y todo eso. Y yo en ese momento lo desperdicié más que nunca, cada vez era más rencorosa, cada vez más ganas tenía de cumplir mi venganza...Hasta que llegó la oportunidad.

Respira hondo.

—Tu padre, Mateo, cada tarde bebía el té. Ese día, iba a llevarle el té, pero decidí que era hora de poner en marcha mi plan. Cogí la taza del té y puse en ella un paquete de...unos polvos...Al darle la taza del té corrí hacia la cocina, y miré como tu padre se bebía el té y poco después se llevaba una mano en el cuello y otra en el corazón, y allí se murió. En ese entonces apareció Axel en la sala y vio a tu padre desplomado, fue hacia él y cogió la taza que estaba caída en el suelo, luego intento despertar a tu padre, hasta que tú llegaste e interpretaste que fue Axel quien le dio el té a tu padre. Vi como tú corriste hacia tu padre, lo abrazaste por última vez, y lloraste, lloraste, lloraste tanto que en ese mismo instante me arrepentí de todo al ver tu cara. Al día siguiente ya no fui a tu casa...

—Al final casi pasado un año, le convencí a mi abuela para ir a un instituto de verdad y dejar de sufrir y conocer a gente nueva que me haga olvidar de mi pasado oscuro...Pero como el año acababa de empezar, las clases ya habían empezado hace mucho así que tenía que adaptarme muy rápido, pero el instituto al que mi abuela me quería enviar, ese quería hacer un viaje de final de curso en principios de año por razones variadas, así que me dijeron que después del viaje me apuntarían a una clase para empezar...Por eso es que no estoy en ninguna clase por ahora. Pensé en empezar de cero, sin ningún rencor, y dispuesta a olvidarlo todo, pero el destino no esta de mi parte y acabé con Axel y Mateo en el mismo grupo, del mismo instituto. No me reconociste de enseguida porque cambie un poco mi aspecto, como recortarme el pelo y teñírmelo y bueno también he crecido un poco. El caso es que al veros peleados y con ese odio, mi corazón no pudo evitar sentiste miserable y una persona de lo peor. El arrepentimiento me siguió hasta el día de hoy. Soy la peor persona del mundo, por mi culpa se murió tu padre y te separaste de tu mejor amigo...

Ella todavía llora, con la vista al suelo. Veo a todos, y todas las vistan están clavadas a Mateo, excepto la de Axel, quien mira a Jade. Mi mirada se alza hacia Mateo, quien de pronto sale corriendo de la cueva, por un impulso le sigo al mismo instante. Veo como se esta alejando, corre y sigue corriendo, pero yo no me detengo, hago lo mismo y espero poder alcanzarlo.

Entiendo muy bien el dolor de ese chico pelirrojo...

—¡Mateo!



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