Capítulo 63

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África

De camino a Medellín, hemos hecho 3 paradas en la gasolinera, yo no he bajado en ninguna, y nadie de mis amigos tampoco. 

—África—Me llama la atención Jade.

—Dime—Se lo está pensado antes de contestar.

—Quiero sacar un tema del que quiero hablar, un tema en el que he estado pensando demasiado. Pero quiero decírtelo ya, porque en poco tiempo nos separaremos seguramente...

—¿Qué es?—Intento ignorar lo que ha dicho sobre que nos queda poco tiempo juntos, porque es una realidad a la que no quiero enfrentarme todavía.

—Ya sabes todo lo que hice... Estamos hablando de un crimen y bueno...—Decido no interrumpirla— ¿Crees que alguna vez me podrás perdonar? Eres una de las primeras personas que he conocido. Eres muy importante para mí, sin mencionar que eres mi primera mejor amiga, en general eres mi primera amiga. Por nada del mundo querría perderte, porque ya he perdido a mi familia, no quiero separarme de ti, espero... 

—Jade, eso es muy bonito, y ¿por qué tendrías que disculparte contigo? Si a mí no me hiciste nada malo—Ella sonríe y me da un abrazo

—Por cierto, antes yo y Axel, casi nos ahogábamos con nuestras risas, porque tú y Mateo no parabais de decir tonterías—Al oírlo me pongo roja como un tomate—Y me reí todavía más cuando le dijiste que era feo, y él se ofendió—Ahora soy yo la que suelta una risa.

—Era broma, Mateo no es nada feo, ni baboso, ni lerdo, ni patán, ni capullo... Bueno, un poco idiota, quizá, pero nada más

—Ya...

—Lo dije porque se me estaban acabando los insultos—Ella se ríe.

—Me encanta escuchar vuestras conversaciones—Me vuelvo a reír con ganas.

—Vaya... 

—Estoy muy emocionada, por volver a nuestra casa—Dice mirando el cielo a través de la ventana. Yo hago el mismo gesto y digo:

—Y que lo digas...

Nos quedamos en un silencio cómodo, no sé cuanto tiempo ha pasado, pero me he quedado sometida en mis pensamientos. Algo un poco sentimental, por cierto.

Sin darme cuenta de un momento a otro me quedo dormida, pero alguien me despierta. Al abrir los ojos, me encuentro con Jade.

—Casi hemos llegado—Parece mentira. Me incorporo en mi asiento, mientras proceso todo lo que ha dicho Jade. A los 15 minutos el bus se para. Todos bajamos con nuestras maletas.

—¿Y ahora qué? Ya hemos llegado a la capital, ¿pero como volvemos a casa?—Pregunta Ada.

—Tengo una idea...—Propone Max

—Tus ideas no son las mejores en situaciones así—Comenta Ryan con tono burlón

—Pero qué pesado eres—Replica Max y todos soltamos carcajadas—Lo que iba a decir, antes de que mi querido amigo me interrumpiera, era que podemos ir al aeropuerto, allí seguramente sabrán algo ocurrido con un avión estrellado hace más o menos un mes.

—Vaya... Os si me has sorprendido, no esperaba que utilizaras tu cerebro para algo más que decir bobadas—Dice Ryan—Estoy muy orgulloso de ti—Continúa colocado una mano en su cabeza. A lo que todos reímos. 

—Me estoy replanteando seguir hablándote o no—Replica Max, con un gesto de enfado fingido. 

—Fuera bromas, me parece muy bien lo de ir al aeropuerto—Opina Axel

—Sí—Concuerda Jade.

—Es buena idea, pero... Antes debemos llevar a África a ver un médico—Dice Mateo

—Tienes razón, hay que priorizar eso, pero es mejor ir a una farmacia, porque en urgencias no sé sabe cuanta gente habrá, y tampoco tenemos la tarjeta de África

—Me parece bien Ryan, en ese caso buscamos una farmacia

 Buscamos una farmacia en menos de 10 minutos, está cerca de un parque, acordamos en que Mateo, Max y Daisy me acompañarían, mientras que los otros estarían buscados trasporte para allegar al aeropuerto. 

Al entrar en la farmacia, somos atendidos al instante.

—Cielo, el problema es que nosotros lo máximo que podemos hacer es vender medicinas, para ver el estado, deberíais ir a ver a un médico—Dice la chica, hablando con Max y Mateo.

—Lo sabemos, pero es que somos turistas y no sabíamos que nos iba a pasar este problema—Responde Max.

—Ya, os comprendo. Pero es muy importante que tengáis siempre vuestros documentos

—Sí, tendremos cuidado la próxima vez

—Quedaos un momento aquí que traigo un vendaje, es lo único que puedo hacer

—De acuerdo

Ella se va y en menos de cinco minutos trae un sobre con vendaje y una botella, que supongo que es desinfectante.

—Ven aquí, cielo—Me llama, y hace un gesto hacia una silla. Me acerco todavía cojeado. Al quitarme el vendaje anterior me empieza a tocar el tobillo, y no aguanto soltar un chillido.

Daisy me coge de una mano con fuerza, lo que ayuda bastante.

—¿Cómo te lo has hecho?

—Me caí

—¿A dónde?

—En un parque

—¿Qué pasa?—Pregunta Mateo.

—Probablemente, tenga un esguince, y suele doler mucho, no soy médico, pero este esguince seguramente lleva mucho tiempo roto, por el cual el dolo es muy fuerte. No sé como puedes estar aguantado. Te lo he desinfectado y te lo he vendado, el dolor será continuo. Espero que pronto vayas a ver a un doctor, porque cuanto más tardes, más grave se volverá. Ahora te daré un medicamento para poder relajar el dolor. 

Después de unos minutos, salimos de la farmacia, con el medicamento.

Tengo un poco de miedo al hablarles, porque desde que nos han dicho el estado de mi pie, los 3 han estado muy callados y serios. 

El pie me sigue doliendo.

Pero tengo que aguantar.

Porque pronto llegaré.

Muy pronto.

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