Capítulo 68

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Mateo

Con miedo intento abrir el mensaje, Axel se sienta a mi lado también. Al parecer ellos dos notan el miedo que tengo porque los todos me da un golpecito. 

Enciendo el audio:

... Hola, hijo, Mateo... Se me hace muy difícil enviarte este mensaje... Seguramente no los querrás escuchar, o simplemente te estarás preguntando el porqué te envío un mensaje ahora. Mateo, aquí, todo el mundo sabe sobre los 8 chicos de secundaria perdidos en medio de una selva. Yo no sabía que tú eras uno de esos chicos. No fue hasta que vi el cartel, en donde salía una foto tuya. A mí se me cayó el mundo. Entonces fui a tú casa, y descubrí lo de tú padre... Y sentí dos emociones, dos emociones que quiero compartir contigo, para que puedas saber mi situación que hizo alejarme de ti. Las emociones fueron;

Una felicidad, porque fue él quien me obligó a abandonarte, fue él quien me pegó hasta echarme de casa, fue él quien me amenazó si me acercaba a ti. Sí, Mateo. Yo no fui la que te abandoné. ¿Por qué querría abandonar a mi hijo? Fue él, tú eras demasiado pequeño para saber lo que de verdad ocurría. Él me maltrataba, me pegaba. No quería que me acercara a ti. Porque, al parecer, quería criarte él solo, quería que fueras tu heredero de la compañía, pero yo me negaba, porque quería que tú eligieras tu propio camino con tus gustos, quería que crearas tu propio futuro, no quería que fueras obligado ya desde pequeño. Por eso sentí felicidad al saber que había recibido su castigo por haberme separado de ti. Pero... 

También sentí una tristeza, porque tú le querías, y para ti lo era todo. Él te dejó solo. Por eso Mateo, ahora te envío este audio. Ahora no hay nadie que nos pueda separar. Ahora puedo estar contigo... Porque sé que estás vivo. Aunque la gente diga que os habéis muerto, sé que tú estás vivo. Eso lo sé. Te sigo esperando. Espero que me entiendas y que puedas dejarme estar a tu lado. Y que me dejes que recuperé el tiempo perdido separado de ti.

No contengo las dos lágrimas que salen por mis traicioneros ojos. Ahora entiendo, por fin, el motivo por el cual mi padre se negaba a hablar de mi madre.

—¡Mateo!—Grita África—¡Es increible! Tu madre, por fin, Mateo. Tu madre ha vuelto para estar contigo. Tienes una familia—Sonrío. África parece muy emocionada, y yo también lo estoy.

—Mateo, me alegro mucho por ti—Dice mi mejor amigo.

—Estoy muy feliz

—Lo sé, ahora llámala—Dice África

—Sí, sí, sí—Insiste Axel

—¿Qué?

—Que la llames bobo. Dile que estás bien y que pronto volverás—Me preocupa lo mucho que sonrío últimamente. Sin pensarlo dos veces, llamo a ese número. El pitido suena 3 veces. Y luego se escucha la misma voz del audio.

—¡¿MATEO?!—Se escucha gritar a mi madre—¡¿Eres tú?!

—S-Sí... Soy yo ma-mamá. Pronto volveré a casa—Se escucha como empieza a llorar—He escuchado tu audio... Nos veremos pronto. Solo espérame—Y sin más cuelgo. 

África está sonriendo.

—Tenías razón, es difícil hablar con alguien por teléfono

—Yo siempre tengo razón—Sonrío.

Entonces escuchamos la voz del megáfono. En donde nos avisan que el avión está disponible para que nos sentemos. 

Nervios me invaden sin saber qué hacer con ellos. 

Y la tristeza es la mayoría de mis emociones, porque, no quiero separarme de ellos.

Vivir con ellos ya es costumbre, verlos sonreír, enfadarse, hacernos bromas, dividirnos las tareas...

Va a ser muy difícil volver a vivir sin ellos.

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⏰ Última actualización: May 21 ⏰

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