Capítulo 46

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África

Sé que lo que estoy haciendo no está bien. ¿Pero qué puedo hacer? No quiero decirles lo que me pasa, porque ni yo misma lo sé. ¿Para qué preocuparlos?

Ahora mismo acabo de evitar a Axel y Mateo. Sé que ha estado muy mal, pero no tengo el valor de hablar con nadie ahora mismo. Me paro, doy la vuelta y vuelvo en dirección a la cueva, ya que si avanzo sola me perderé. Al llegar, Axel y Mateo no están, por suerte. Subo a la cueva. Voy directa hacia mi maleta, y guardo en ello mi diario. 

—África—Una voz me llama. Me giro para encontrarme a Jade.

—Jade....Dime

—Tenemos que ir a buscar comida

—Sí... Vamos—Me levantó y la adelanto para bajar. Caminamos en silencio, hasta que ella quiere romperlo.

—¿Qué te pasa?

—Nada ¿A qué viene la pregunta?

—No respondas las preguntas con preguntas. Nos has estado evitando a todos. Sabes de lo que hablo, otra cosa es que quieras decirlo

—¿Podemos cambiar de tema?

—Sí tú quieres, pero contarle a alguien lo que te pasa es lo mejor que puedes hacer—Sonríe.

Seguimos caminando mientras hablamos de otras cosas. Buscamos comida hasta que de golpe aparecen las nubes. 

—Parece que lloverá—Digo, cuando el viento me toca haciendo volar mi pelo.

—Sí...Y va oscurecer pronto

—¿Volvemos ya?

—Sí...

Cuanto más caminamos más vuela el viento y me golpea más fuerte en la cara. Mi pelo vuela muy salvajemente. Cada vez se está oscureciendo más rápido. Entré el viento y la oscuridad no puedo caminar bien.

—África deberíamos correr—Me dice Jade.

—Es muy peligroso correr ahora mismo

—Va a empezar a llover, si no llegamos será todavía peor

—Pero...—Jade no me escucha y comienza a correr—¡Jade!

—¡África, corre!—Me grita, y corro. Es mejor correr que quedarme sola en medio de la nada.

Pero aparece un miedo en mí cuando me tropiezo con algo y me caigo, la comida recogida se cae también. Jade se da cuenta y como esta más adelantada, retrocede para venir a ayudarme.

—¿Puedes ponerte de pie?—Me ayuda cogiéndome. Al levantarme siento un dolor horrible en el tobillo. Vuelvo a caerme.

—No—Digo, y empiezo a sentir lágrima pasando por mi rostro.

—No, no llores por favor—Dice agachándose—Voy a buscar ayuda, la cueva está cerca. Quédate aquí—Asiento

Veo como se marcha corriendo. Me duele mucho el pie. Y como si estar en medio de la selva más peligrosa del mundo, sentada, sola, lesionada, fuera poco. Comienza a llover. 

Me mojo completa al instarte.

Tengo mucho miedo

¿Qué puedo hacer yo ahora?

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