Capítulo 43

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África

Todos estamos fuera de la cueva, la verdad no sé exactamente el porqué, pero según Mateo y Axel, Daisy nos tiene que contar algo muy importante. Está empezando a atardecer y comienzo a sentir mucho más frío que antes. Los chicos están sentados en un tronco hablando de—supongo—de cosas de tíos. Mientras que Jade está a mi lado, las dos sentadas en el suelo apoyando las espaldas en un tronco mientras observamos como a 1 metro de nosotras se encuentra agua pasando. El agua del río se me muy fría. 

Pienso como han pasado los días....Llevamos aquí perdidos 21 días. Todo empezó ese 21 de febrero y ahora nosotros estamos aquí un 14 de marzo...Solos

Tengo las piernas dobladas y enganchadas a mí, rodeadas por mis brazos. Encima de mis rodillas se encuentra mi cabeza. 

—¿Estás bien?

—Sí, Jade, solo tengo frío—Le respondo, aunque sinceramente tengo un sentimiento que no me gusta. Es más no sé lo que siento. Es como si mi corazón saliera en cualquier momento por mi boca. 

—Si tienes frío, te puedo dejar mi chándal—Dice. Ella ahora mismo lleva un chándal y yo una simple camiseta blanca con unos vaqueros negros. La ropa que todos nosotros llevamos está limpia, es decir antes del viaje nos dieron un chándal, pero aparte cada uno trajo algo de ropa, pues bien, cada 2 días lavamos nuestras ropas en el lago, la secamos gracias al sol, y nos lo volvemos poner. Es lo que hay, pero por lo menos estamos higiénicos. 

—No hace falta, tranquila—Ella asiente. 

Así pues, sale de la cueva con una expresión de preocupación, la persona más esperada hasta el momento, Daisy. Todos nos acercamos a ella, quien está al lado las rocas que nos llevan a nuestro hogar.

—Daisy, nos tienes preocupados, ¿Qué es lo que pasa? ¿Y Ada?—Pregunta Ryan, por todos.

—Ada...No está bien...—Es lo único que dice mirándonos.

—¿Qué le pasa a Ada?—Pregunta Max. 

—No creo que esté bien que yo os lo cuente

—¿Porque no?—Pregunta Mateo—Todos estamos preocupados por Ada, porque nos importa y necesitamos saber qué le preocupa

—Os entiendo, pero....Yo no soy nadie para contar las preocupaciones de los otros, si ellos no quieren que otras personas se enteren

—También te entendemos pero...—Mateo iba a decir algo pero lo interrumpen:

—Gracias Daisy—Todos movemos nuetras cabezas hacia la voz que acaba de hablar, Ada se encuentra fuera de la cueva. Vemos como baja las rocas de una en una. Al llegar nos mira a todos, y respira hondo—Chicos, yo no le dije a Daisy que no os contara nada. Es solo que ella misma me dijo que...Que si de verdad me importáis y os considero como una familia, tengo que contarlo yo. Tengo que ser yo misma la que os cuente mis cosas. Y al pensarlo me di cuenta de que es verdad. ¿Porque tengo miedo? Si sé que cuente lo que cuente nadie aquí me va a mirar mal. Porque sois vosotros 7; Daisy, Ryan, Max, Jade, Axel, África y Mateo, los que de verdad me hacéis sentir segura de mí misma y ser quien soy de verdad. 

—Ada..—Comienzo a decir yo....Pero me detengo. Ella nos mira a todos y sonríe. No es una sonrisa verdadera. 

—Lloro cada día, porque tengo inseguridades de mí misma... No me gusta como soy, no me gusta mi cara, no me gusta mi pelo, no me gusta mi altura, no me gusta nada de mí...—Veo algunas lágrimas recorrer su cara—Soy...

—¿Es en serio, Ada?—Ella levanta la mirada hacia mí—Ni se te ocurra decir nada más. ¿Te has visto acaso en el espejo? Tu cara parece sacada de una revista de moda, tus ojos, azul celestes...¿Acaso no sabes la gente a la que les gustaría tener tus ojos? Y de tu pelo ni hablamos porque ese estilo de echarse hacia un lado solo es tuyo. ¿Y tu altura? ¿Acaso no me has visto? Si casi parezco una niña de 10 años. Además de que mi madre ama a las chicas altas

—África, tiene razón. Es cierto que mucha gente tiene inseguridades, pero solo son eso, inseguridades y mentiras que uno se lo cree. Y tú no necesitas eso—Jade me da la razón. Y mientras Mateo y Axel le dicen algo, veo a la persona de la que me esperaba escuchar algo. Ryan, quien se queda callado mirando al suelo. 

—Chicos, ahora mismo...Soy la persona más feliz, me siento muy aliviada—Dice Ada mostrándonos una verdadera y sincera sonrisa—Aunque sea difícil, voy a dar mi mayor esfuerzo, para no pensar en nada que me perjudique—Iba a felicitarle hasta que...

—Yo...—Nos giramos hacia Max—También he de confesar algo....Ahroa que he escuchado lo valiente que ha sido Ada al contaros, yo también quiero hacer lo mismo, quiero dejar atrás la jaula en al que se esconde mi miedo—Al escuchar decir eso miro como Ryan levanta la cabeza en dirección a su amigo con unos ojos de sorpresa y tristeza—Ciertamente....Antes de venir al viaje mi hermana mayo....Bueno os cuento antes que tengo 4 hermanos, 1 hermana mayor, 2 hermanas menores y un hermano bebé....El caso es que antes del viaje mi hermana sufrió un accidente de coche...Le tuvieron que operar las piernas....y...—Se detiene un momento, tiene la vista al suelo—Le dijeron que hay posibilidades de que nunca más pueda caminar....Yo no quería venir al viaje, pero ella me obligo hacerlo, porque al parecer le importa más mi felicidad que su estado físico...Intenté olvidarlo todo para poder disfrutar del viaje...Ahora mismo me gustaría saber como está ella...Me gustaría saber si algún médico ha encontrado alguna solución...

—Max....Yo...No te puedo decir nada que te ayude, pero...Tienes que estar agradecido que aún esté viva, si ese accidente le ha dejado sin poder caminar, imagina lo peligroso que fue y ella sobrevivió. ¿Y dijeron que hay posibilidades, no? Pues hay que tener esperanzas—Le responde Mateo a su confesión. Max, sonríe. 

—Es cierto—Antes de que otra cosa pasé, yo hablo:

—¿Y bien? ¿Qué es lo que te preocupa a ti Ryan?—Todos sé giran hacia Ryan, él me mira con sorpresa,

—¿A mí? A mí no me pasa nada—Disimula una risa muy poco creíble. 

—Si claro y a mí me entrevisto un astronauta de Marte—Digo yo, intenté poner un ejemplo. Y Mateo pone una mano taponándome:

—No hagáis caso a sus ejemplos—Dice él, y yo a parto su mano, con mis dos manos. 

—Muy gracioso—Le hago saber y vuelvo hacia Ryan—Sabes que no puedes mentirnos, ahora que todos ya han contado lo suyo, ¿No te parece injusto no confiar en nosotros?

—Claro que confío en vosotros

—Entonces ¿Qué ocurre Ryan?

—Es solo que...No soy un buen líder...—Esta vez se me adelante Mateo.

—¿Qué te hace pensar en esa mentira?

—Primero, Ada...He pasado mucho tiempo con ella y no supe que estaba sufrido al igual con Max, nunca pensé que estaría así de mal...

—Eh, eh. Alto. ¿Cómo ibas a saber que no estaba bien? Si contigo era el único momento en el que podía ser yo misma y olvidarlo todo—Le detiene Ada.

—Exacto, contigo y con todos vosotros me lo pasaba superbién, por eso no os lo conté antes, porque no estaba mal—Dice Max.

—Pero...

—Pero nada Ryan, no hay mejor persona organizada que he conocido en mi vida, y encima eres una persona de confianza. Eres muy bondadoso—Digo yo. Él por fin sonríe.

—Chicos...Sois...No hay palabras para describirlo.

Ahora ya no hay secretos entre nosotros. 




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