África
—Mateo—Él me mira, y es la primera vez que veo odio y miedo en sus ojos. Eso me asusta de un modo.
Él se levanta del asiento y se va. Ryan se ha dado cuenta de ello y me mira.
—¿Dónde va?
—No sé, ahora vuelvo—Me levanto y voy tras él. Se está dirigiendo a los servicios. Escucho pasos que provienes de detrás de mí. Me giro
—¿Qué le ha pasado?
—No sé Axel
Él asiente y entra en los servicios, donde está Mateo. Yo les espero fuera. Según Mateo, su madre le abandonó cuando era muy pequeño. ¿Entonces, porque aparece ahora? Sé que algo le preocupa a Mateo, necesito ayudarlo. Pero siendo sincera, no entiendo muy bien la situación.
Espero unos 10 minutos, estoy a punto de irme, cuando por fin salen.
—Mateo—Lo llamo. Él me mira, ya no hay odio en sus ojos, pero un poco de miedo sí.
—No era nada
—¿Qué ha pasado?
—Ya te lo he dicho, no era nada—Ignoro el hecho de que acaba de temblarle la voz
—Y yo te lo vuelvo a preguntar, ¿Qué te ha pasado?—No me responde al instante, resopla.
—No quiero escuchar nada que provenga de ella. Tú ya sabes lo que me hizo, no quiero saber nada de ella
—Pero yo quiero saberlo, seguramente ella no hubiera aparecido de la nada. Seguro que hubo una razón por la cual te tuvo que dejar. Tienes que darle una oportunidad. Si quieres, solo escucha el audio, nadie te obliga a que tengas que creerla o perdonarla o simplemente tengas que responderle, solo escúchalo —Él desvía la mirada. No dice nada. Parece pensativo, luego vuelve a mirarme.
—Puede que tangas razón—Dice al fin
—Siempre la tengo, vuelvo con los demás, cuando estés preparado, escúchalo, sin miedo—Sonrío, y me giro dispuesta a volver con los demás.
Entiendo muy bien a Mateo, sé que ahora mismo no está bien, lo entiendo, en serio que lo entiendo. Nunca antes lo había visto así. Siempre, por muy grave que sea la situación, ha sabido controlarse.
Vuelvo a mi sitio de antes. Los demás me miran, pero no preguntan nada, algo que agradezco.
Con el corazón latiéndome a mil por hora, decido abrir mi móvil. Tengo miedo y nervios al mismo tiempo. Al abrirlo, lo conecto a la wifi del aeropuerto. Las notificaciones empiezan a llegar. Tengo 236 llamadas perdidas y 79 mensajes de 9 chats diferentes. Me sorprendo al ver que tengo 33 mensajes de Akila, y 60 llamadas perdidas de ella. Y no solo eso, sino que también tengo 5 llamadas perdidas de Nancy.
Con las manos temblorosas, decido ignorar sus mensajes y entro en un chat, el de Daniel. No hay muchos mensajes, solo unos mensajes de voz. Los escucho, todos;
África, no sé si escucharas esto alguna vez. Espero que sí. No sabes lo que ha pasado aquí. Hace dos semanas te llamé, hablamos y me dijiste que te irías de viaje. Por una semana. Nunca pensé que esa semana duraría tanto.
Su voz está diferente. Está llorado. Escucho el segundo mensaje.
Te acuerdas de que te dije que vendría por tu cumple. Pues eso pasó. Vine unos días antes, para darte una sorpresa, pero cuando me abrieron la puerta y no vi a nadie... Pensé que todos estaban durmiendo, pero al entrar en la habitación de mamá.
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Estamos Solos
AventureTodos alguna vez nos hemos sentido solos, un nudo enorme en nuestro interior, y un vacío que no para de hacernos daño. Alguna vez nos hemos preguntado; ¿Por qué nos sentimos así? ¿Por qué nos pasa esto a nosotros? ¿Cómo se puede curar?, miles y mile...