CAPÍTULO 33: SÓLO UNA APUESTA.

357 43 0
                                    


—No tengo nada qué hablar contigo.—respondió PJ y vio que Chris la miraba preocupada.

—Tú y yo sabemos que esto es importante. Es un tema delicado, así que ¿Por qué mejor no escuchas lo que tengo para decir y luego me desaparezco por completo de tu vida?—pidió Peter y Christine miró a PJ con un montón de dudas tatuadas en la expresión.

En ese mismo instante el teléfono de Christine comenzó a sonar y ella soltó una maldición cuando vio quién le estaba llamando.

—¡Mierda, no puedo creer que no me deje en paz ni siquiera una tarde!—se quejó y canceló la llamada.—Debo irme. —le dijo a PJ mirándola avergonzada.

Sabía que no era el momento más adecuado para irse porque Peter estaba ahí, pero no podía hacer nada. Si no se iba en ese momento, estaba segura de qué el idiota llegaría a la cafetería y estaba cansada de que él le hiciera lo mismo a cada rato.

—No te preocupes.—le dijo PJ imaginándose de qué se trataba.—Igual yo también me voy.—dijo y le lanzó una mirada a Peter dándole a entender que no estaba dispuesta a hablar con él.

Salieron de la cafetería y antes de que Chris hubiese puesto un pie en la calle, vieron cómo se estacionaba una Range Rover negra delante de ellas.

Chris, que parecía tener boca de camionero, volvió a soltar otra maldición y subió al auto rápidamente, sin siquiera preocuparse en despedirse de PJ. Estaba muy ocupada preparándose para soltarle todo tipo de improperios al moreno que le sonreía desde detrás del volante.

PJ se preocupó al darse cuenta que había quedado sola y ni siquiera necesita voltearse para saber que Peter la había seguido hasta afuera.

—Estoy seguro de que viste los números en los estados de cuenta, PJ. No te estoy pidiendo que me ayudes a librarme de lo que me corresponde enfrentar, sólo te pido que investigues bien y evalúes la situación... Hay alguien más haciendo esto. Los gastos que yo hice fueron estupideces en comparación a la cantidad de dinero que me están culpando de haber gastado. Yo no gaste esa cantidad, debes creerme.—insistió Peter desesperado y PJ suspiró.

—Entiendo que quieras advertirme, Peter, pero ya te escuché y creo que no es necesario que me lo sigas repitiendo... Ni que me sigas buscando. —respondió ella molesta y Peter soltó un quejido de frustración.

—¡Es que no lo entiendes! Hay algo muchísimo más grande que está sucediendo. Algo más grande de lo que tú y yo podemos imaginar, PJ. Si de verdad quieres ayudar a Dane, tienes escucharme.—le señaló hacia el interior de la cafetería.

PJ suspiró y luego pensó en que no podía quedarse con la curiosidad de lo que él tenía para decir. No creía que él fuera totalmente inocente, por supuesto que no, pero ella había visto los números y sabía que eran cantidades demasiado exorbitantes.

Ya ella había pensado que había algo más ahí, así que no estaba de más escucharlo y ver qué tenía para decir.

Ella puso los ojos en blanco, pero regresó al interior de la cafetería y se sentó en una de las primeras mesas que encontró. Peter se sentó frente a ella y tomó aliento profundamente.

—Admito que sí he utilizado el dinero del empresa para mis gastos personales, e incluso para caprichos; pero todo el dinero que he usado lo he sacado de aquí.—dijo él mostrándole una tarjeta y PJ lo miró como si estuviera loco.

—¿Qué haces con esa tarjeta?—preguntó enojada.

—El cómo la obtuve no es lo importante, lo importante del asunto es que pensé en deshacerme de ella cuando comenzaron a culparme... Pero luego lo pensé mejor y llegué a la conclusión de que no gano nada deshaciéndome de la única evidencia que tengo; que en realidad puede terminar siendo mi protección ante toda esta situación. Sólo puedo acceder a los fondos de una cuenta de la empresa con esa tarjeta... De resto, es imposible para mí saber si quiera cuánto dinero tiene la cuenta.—dijo él y le entregó la bolsa con zipper que contenía la dichosa tarjeta.

AMOR INESPERADO (FATE I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora