CAPÍTULO 42: SÓLO UNA APUESTA.

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Al ver la situación en la que se encontraba, Dane se apresuró a intentar reanimar a la mujer.

Le tocó el rostro llamándola, pidiéndole que por favor reaccionara.

De pronto, la vio abrir los ojos como si estuviera pasando por alguna clase de espasmo.

—¡Dime algo! ¿Cómo te ayudo?—exigió Dane y miró rápidamente hacia la pantalla del ascensor, sintiendo que su descenso estaba siendo demasiado lento.

—¡Él... Nos va a matar!—balbuceó Lourdes y Dane vio cómo la sangre volvía a salir a borbotones por la herida en el cuello.

El no quiso posar su mirada mucho sobre la herida, pero juró que vio algo amarillento, con el aspecto parecido a un hueso.

Sintió ganas de vomitar.

—¿Quién nos va a matar?—preguntó recordando las palabras de Lourdes.

—Él... —volvió a insistir ella y Dane le apartó el cabello de la cara, intentando ver mejor sus expresiones.

—¿Quién te hizo esto? ¿Qué sucedió?—insistió él.

El descenso del ascensor se detuvo justo en ese momento.

Las puertas se abrieron mientras Dane intentaba despertarla... Pero la mujer no pudo seguir respondiendo, porque justo en ese momento volvió a desmayarse y lamentablemente, por más que Dane intentó reanimarla ya era muy tarde.

Dane escuchó los gritos y jadeos en cuanto se abrió la puerta.

Él se giró un poco, viendo quienes estaban afuera e identificó a Fred muy cerca del ascensor.

—¡Apresúrense! ¡Esta mujer necesita ayuda!—gritó desesperado intentando reanimarla. Fred y las demás personas se quedaron pasmadas al ver esa escena tan grotesca.—¡Ayúdame, Fred!—gruñó y Fred sacudió la cabeza de un lado y el otro luciendo aterrado.

—¿Qué estabas haciendo? ¿Dónde estabas?—preguntó el pelirrojo pálido.

—¡Estaba arriba con PJ! Tomé el ascensor para venir a dar unas palabras como te dije. Pero el ascensor se detuvo en el segundo piso y ella entró así como la ves...—explicó Dane a gritos, intentando detener el sangrado del cuello de la mujer.

Las amigas de Lourdes comenzaron a llorar y a gritar que la ayudaran.

Todos parecieron reaccionar en ese momento. Las personas comenzaron a apresurarse de un lugar a otro, pero nadie se acercó a Dane.

—¿Qué hacías con la fea en la oficina?—preguntó Fred de pronto, como si eso fuera más importante que el asunto de la mujer desangrándose.—¡¿Acaso te acostaste con la fea?!—preguntó en voz alta y Chris (que estaba discutiendo con James a unos metros de la recepción) escuchó. —Mierda, Dane. Creo que llevaste la apuesta mucho más allá... En serio te lo tomaste personal.—se burló Fred y comenzó a reír borracho.

—¡Cierra la puta boca, Fred! ¡No vuelvas a llamarla así!—gruñó Dane y volvió su mirada a la mujer en el suelo.

Necesitaba sacarla de ahí, así nadie le tendiera la mano.

Los murmullos dentro de la recepción no se hicieron esperar.

Algunos comenzaron a tomar fotos, mientras que otros parecían estar a punto de desmayarse.

Dane se puso furioso por las palabras de Fred, quería partirle la cara pero la situación en la que se encontraba no le permitía priorizar otra cosa que no fuera la vida de esa mujer.

—¡¿Por qué nadie se apresura a ayudar?! ¡Por un demonio!—gritó furioso. De pronto, todo se quedaron callados al ver cómo la policía llegaba al lugar.

Alguien había reportado lo que sucedía.

Rápidamente entraron a la sensor y apartaron a Dane para tomar el pulso de la mujer.

Se comunicaron entre ellos haciendo señas y negando con la cabeza.

Dane lo entendió rápidamente.

—¿Está muerta?—preguntó asustado.

Uno de los policías (el que se había agachado a evaluar los signos vitales de Lourdes) se puso de pie y se acercó a Dane.

—¿Qué hacía usted aquí en el elevador?—preguntó.

—Estaba bajando desde el piso de presidencia, cuando de pronto el ascensor se detuvo en el segundo piso y esta mujer entro así como la ven... Venía corriendo aterrada. —informó Dane.

—¿Y por qué su ropa está tan manchada de sangre?—preguntó rápidamente el otro oficial y Dane pensó en que de seguro se veía bastante sospechoso.

—¡Porque ella chocó conmigo cuando entró gritando que cerrara la puerta del ascensor! —explicó rápidamente el rubio.

—Me temo que hay muchas cosas que no cuadran, Sr...—comenzó a decir el oficial.

—Dane... Dane Hard.—respondió él.

—Va a tener que acompañarnos.—Indicó el otro oficial y sacó las esposas.

—Yo no hice nada.—respondió él molesto.—¿Van a detenerme cuando el asesino podría estar por ahí?—preguntó sin podérselo creer.

—Eso tendrá que demostrarlo, Sr. Hard.—dijo el oficial mientras lo apresaba. —Envía a algunos de nosotros a los demás pisos. Que revisen muy bien el piso de presidencia y el segundo piso. —ordenó el oficial al otro, que asintió tomando el teléfono.

De pronto Dane recordó que había dejado a PJ en presidencia y se sintió aterrado.

—¡¡Espere!!... Mi novia está en la oficina de presidencia, envíe rápido a alguien a buscarla. —pidió Dane luchando contra las esposas y el agarre del oficial.

—No te preocupes por mí. —dijo PJ de pronto, apareciendo detrás de Fred. —Después de todo, soy solo una puesta, ¿no? No deberías tomártelo tan personal.—soltó furiosa y Dane sintió que su mundo se venía abajo.

Ella había escuchado todo.

—¡Espera, PJ! ¡No es lo que parece! ¡Puedo explicarte todo...! —comenzó a decir, luchando para safarse del agarre del oficial y poder acercarse a ella.

—¡No quiero que vuelvas a hablarme en tu vida!—soltó ella dolida, al tiempo que las lágrimas hicieron un camino por sus mejillas.

—No puedes hacer esto, preciosa... Juro que todo es una confusión, Jasmine. Amor, él sólo... ¡Fred sólo está borracho y...!—comenzó a decir Dane, pero ella negó con la cabeza.

—No quiero escucharte. —dijo llorando y se giró alejándose de la multitud de personas.

—¡No! ¡Pearl Jasmine! ¡Puedo explicarlo!—gritó él desesperado, luchando para escapar de los policías.

—El único lugar donde vas a explicar cosas será en la comisaría. —dijo el oficial sujetándolo con más fuerza al tiempo que lo sacaban esposado de su empresa.

AMOR INESPERADO (FATE I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora