EPÍLOGO II

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UN MES DESPUÉS

Los Ángeles tenía un clima agradable, o al menos eso decía lo que había leído... Sin embargo, su esposo parecía pensar lo contrario.

—Es un poco pegajoso.—se quejó Dane, demostrándole a PJ una vez más que era un oso de climas fríos. Él ni siquiera se veía sudoroso, pero por alguna extraña razón seguía quejándose hasta morir.

—Entonces vendamos la empresa y mudémonos a Alaska.—se quejó ella irritada. Dane la miró de soslayo y retiró su mano derecha del volante, posándola sobre el muslo parcialmente desnudo de su esposa.

—Sólo decía, preciosa. No me prestes atención... Estoy un poco nervioso.—admitió y ella suspiró.

—Yo debería ser la nerviosa, no tu.—señaló mirándolo con seriedad.

—¿Qué? ¿Crees que es fácil procesar que hay dos mujeres como tú sobre la tierra? ¡Me pones a temblar en mis pantalones, mujer! ¡Si ustedes deciden unir fuerzas y adueñarse del mundo, terminaré siendo tu esclavo en lugar de tu esposo!—exclamó haciéndola reír.

Finalmente iba a conocer a su hermana y todo era gracias a su esposo, que se había encargado de contratar a un investigador para encontrarla.

Estaba nerviosa.

—¿Esclavo?—repitió ella.

—¡Esclavo sexual! ¡Porque dominarías al mundo, bebé... Pero jamás podrías olvidar mi cuerpo!—soltó confiado.

PJ soltó una carcajada.

—Te amo, Dane Hard. Eres el hombre de mi vida.—soltó de pronto, haciéndolo sonreír enamorado.

—Y tú eres la mujer de la mía, preciosa.—respondió él y se inclinó a darle un pequeño beso en la mejilla.

—¡Llegamos!—exclamó ella cuando vio que aparecía el cartel con letras neón que les indicaba que habían llegado a su destino.

—Ella dijo que reservó una mesa para nosotros. Así que sólo debemos entrar y listo.—dijo PJ y comenzó a juguetear con el borde de su vestido, nerviosa.

—Todo irá bien, cariño. No te preocupes.—la reconfortó él justo cuando entrelazaba sus dedos para entrar con su esposa al club.

Él y PJ no estaban acostumbrados a ese estilo de vida, la forma en la que su esposa intentaba bajarse más el vestido lo evidenciaba... Pero una vez al año no hacía daño, además de que las piernas y el trasero de su esposa se veían de infarto en ese vestido diminuto.

Estaba seguro que, al llegar a casa, por fin le haría ese bebé que habían estado buscando tanto.

En la recepción los recibió una mujer sonriente.

—¡Señorita Archer! ¿No tenía el cabello rubio hace un momento?—preguntó impactada.

PJ soltó una risita nerviosa, notando que esa sería su vida ahora que se encontraba en la misma ciudad que su hermana súper famosa.

—Está confundiendo a mi esposa con su hermana. Somos Dane y Jasmine Hard... Venimos a cenar con Cass Archer.—informó Dane, si es que se le podía llamar "cenar" a tomar algún aperitivo en ese lugar.

La mujer se asombró aun más al escucharlo y posó su mirada escrutadora sobre PJ, que pudo ver su estupefacción gracias a la luz de la tableta que sostenía debajo de su barbilla.

—Disculpe mi equivocación, es que es idéntica a la señorita Cass.—dijo la mujer abochornada.—Por aquí, ella se encuentra en la zona VIP, segundo piso.—informó y ellos le agradecieron por su amabilidad. Se desplazaron por un pasillo largo, decorado con luces de neón y manchas de salpicaduras de algo que lucía muy parecido al slime.

AMOR INESPERADO (FATE I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora