CAPÍTULO 48: TU PROPIO PELLEJO.

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Dane no dudó en corresponderle.

Al principio intentó mantener un ritmo lento; demostrándole a PJ que no estaba nada apresurado, ni deseaba que el beso se acabara.

Contrario a eso, Dane quería que esos segundos se hicieran eternos.

Ella mantuvo el ritmo que Dane marcó al principio, pero luego se impacientó y le regresó el beso con más intensidad.

Mientras Dane quería saborear cada segundo, PJ estaba totalmente desesperada por saborearlo; quería comérselo, lo anhelaba de forma primitiva. Ella ni siquiera sabía de dónde diantres estaba saliendo ese deseo de tener el control en el beso, pero lo que sí tenía claro era que su cuerpo clamaba por la cercanía con el rubio.

Él comenzó a sentir el deseo de responder con la misma efusividad de la trigueña y emitió un gemido ronco antes de bajar su mano al trasero de su mujer, la atrajo contra él al tiempo que abrió su boca más, dispuesto a devorarla... Pero con la misma intensidad con que PJ había comenzado el beso, lo interrumpió.

Si seguían de esa manera, iban a volver a acostarse en la oficina de presidencia. Sólo con ese pensamiento, fue suficiente para que ella sintiera como se sonrojaba.

Puso una mano contra el pecho de Dane y lo empujó suavemente, indicándole que se detuviera.

—¿Q-qué...?—comenzó a preguntar Dane, sintiendo que era un pequeño al que le acababan de quitar el biberón.

PJ tenía un talento nato para llevarlo al cielo y luego bajarlo a la tierra de un golpe.

—¡No podemos hacer esto de nuevo aquí!—soltó ella bruscamente y Dane la miró impactado de que hubiese tenido la fuerza de voluntad para interrumpir el momento. Desde luego que él no se sentía capaz de detenerse una vez que probaba los besos de PJ.

—Tú... ¿Para qué me besaste, entonces?—se quejó él y ella lo vio reacomodarse la evidencia de su deseo con una mano. Dane notó que PJ siguió el movimiento con la mirada y su herramienta se sacudió en respuesta. Él suspiró, consciente de que ya no había manera de esconder una erección como esa. Estaba terriblemente duro. —¿Qué sucede, cariño?—preguntó sonando cansado.

—Dane... ¿Qué somos?—preguntó PJ con repentina seriedad.

—Prometidos.—respondió Dane rápidamente, porque su mujer necesitaba tener la cuerda corta. Conocía a PJ, en cuanto sintiera el peso del compromiso iba a comenzar a dudar. Él no iba a cometer el error de darle tiempo ni espacio para dudar sobre lo que tenían.

Dane estaba listo para comprometerse con ella, estaba listo para hacer que la relación fuera lo más real y seria posible.

—¿Qué tal si mejor intentamos con novios primero?—dijo PJ pensativa, confirmando lo que ya Dane se había imaginado.

Él enrolló su cintura con sus brazos, acercándola a su cuerpo.

—Somos prometidos, preciosa. Nada de novios... Eso es para chiquillos que no saben lo que quieren.—respondió casi refunfuñando.

—Novios, bebé.—insistió PJ con mirada enamorada y subió sus manos al cuello de él, para acariciarlo con sus dedos.

—Prometidos... Y, si sigues haciendo eso, es probable que seamos futuros padres en un par de días.—dijo y PJ soltó una carcajada divertida con sus ocurrencias.

—Suenas muy seguro de la efectividad de tus nadadores... Pero, ni creas que todo va a ser tan fácil como te lo puse la noche de la gala.—dijo decidida y Dane la miró a los ojos con preocupación.

AMOR INESPERADO (FATE I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora