CAPÍTULO 28: TODO TIPO DE TOMAS.

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—No... —respondió ella, dándole una mirada confundida.

Él movió su mano rápidamente, como si fuera alguna clase de guepardo salvaje y le quitó los lentes del rostro.

—¡Hey!—se quejó PJ intentando recuperar sus lentes, pero Rourke ni siquiera le prestó atención. Él estaba demasiado ocupado admirando lo que tenía justo frente a sus ojos.

¿Cómo es que no la había visto mejor antes? ¿Cómo logró pasar desapercibida por tanto tiempo? ¡Siempre estuvo muy cerca de él!

—No te preocupes en pedirle a Dane que me consiga otro modelo, creo que acabo de encontrar a mi trigueña. —soltó Rourke y PJ lo miró como si estuviera loco.

—No, ¡No has encontrado nada, porque yo no soy modelo de nada! ¡Regrésame mis lentes para que pueda ir a buscar los modelos que te faltan!—pidió ella extendiendo la mano, Rourke chasqueó su lengua de una manera que en otras personas se habría visto muy poco elegante, pero que en él se veía como el último grito de la moda.

—¡No te los pondrás más por lo que queda de sesión!... Cuando terminemos contigo, te los regresaré...—dijo y ni siquiera dejó que PJ se quejara, pues soltó un silbido y las maquillistas corrieron desesperadas hasta ellos dos. —¡Quiero que la conviertan en alguna clase de soplo sexy de otoño en los siguientes tres minutos! ¡Corran!—ordenó él y ni siquiera había terminado de dar las indicaciones cuando las maquillistas ya habían sujetado a PJ.

Se la llevaron a la fuerza hacia uno de los camerinos y Rourke no pudo ocultar su gran sonrisa.

Estaba más que extasiado, por fin había encontrado a la modelo perfecta para Dane.

Dane Hard terminó lo que tenía pendiente y se dirigió al minibar a tomar algunos snacks.

El escozor en su pecho se había calmado, pero aun así sentía la irritación contorcionarle la piel deseando salir.

Había estado muy molesto cuando PJ lo quemó, pero sorprendentemente había logrado contener su enojo, incluso después de que ella se había ido.

Se sentía extraño.

Desde niño había tenido problemas para controlar las emociones fuertes como el enojo y la ira... Pero ejercitarse lo había ayudado mucho.

Para él, se había convertido en alguna clase de terapia que le ayudaba a drenar todo lo que sentía y contenía.

De pronto recordó el momento en que PJ se había acercado a la barra de snacks antes de irse. La forma en que se veían sus piernas y trasero volvió a su mente se preguntó de nuevo si ella se ejercitaba.

Se preguntó cuánta resistencia tenía o si practicaba algún deporte.

Tenía un cuerpo muy bonito pero, por lo que había visto, no era una mujer de hacer dietas ni de prestarle atención a los carbohidratos que consumía.

Mientras pensaba en eso, su teléfono comenzó a sonar y asombrado notó que tenía una llamada entrante de un número desconocido.

Por un segundo pensó en no contestar, pero luego se le ocurrió que podía ser algo importante y decidió atender la llamada.

—¿Quién habla?—preguntó a modo de saludo. Muy pocas veces recibía llamadas de números desconocidos porque no usaba su número personal para comunicarse con personas que no fueran de su entera confianza... Y esas personas eran contadas con los dedos de una mano.

—¿Dane?—susurró la voz de PJ sonando extraña y él rápidamente se puso alerta.

—¿Qué sucede? ¿Por qué suenas así? ¿Estás bien?—preguntó apresurado, caminando hacia la puerta de la oficina.

AMOR INESPERADO (FATE I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora