CAPÍTULO 54: TAMBALEARSE.

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PJ salió del baño sintiéndose renovada, aunque gracias a Dane su cuerpo se sentía de gelatina.

Ella jamás imagino que el sexo fuera tan bueno para quitar la atención, pero ahora estaba segura de que no había masaje o terapia que fuera más efectiva para el estrés que el buen sexo.

Se vistió pensando en que, extrañamente, su amigo no le había escrito aún preguntándole cómo había sido su día.

Se preguntó si acaso era posible que Nick tuviera novia.

—Imposible.—susurró ella.

De ser así me lo habría contado, pensó.

—¡La cena está servida!—gritó su madre desde el comedor de la casa.

—¡Voy!—gritó PJ y comenzó a vestirse rápidamente.

Mientras se desenredaba el cabello recordó que estaba necesitando su partida de nacimiento para resolver el asunto de la oficina de recursos humanos.

Hizo una nota mental, para recordarlo más tarde.

Bajó al comedor y encontró a sus padres abrazados, observando una foto de las que estaban en la pared.

En la foto, ella era muy pequeña... Le faltaban un par de dientes.

—¿Qué están observando?—preguntó aún cuando ya sabía muy bien qué veían. Los abrazó por detrás, posando su barbilla sobre el hombro de su padre.

—Estamos viendo una foto de la niña más hermosa que ha pisado esta casa...—respondió él y le dio un beso en la mejilla.—Quien, por cierto, me parece que tiene una conversación pendiente conmigo y ha estado escabulléndose para evitarla.—agregó.

—¡Papá!—chilló ella sintiéndose avergonzada.

—Estoy hablando muy seriamente y, antes de que comiences a buscar un culpable, debo aclarar que Nick no me ha dicho nada. Todo lo que sé es que pareces estar saliendo con alguien, y lo sé porque los escuché a Nick y a ti hablando.—explicó su padre y PJ se sonrojó de sólo pensar en que hubiese escuchado la última conversación que tuvo con su mejor amigo. —Sé que ya eres adulta y tienes todo el derecho a tomar las decisiones sobre tu vida cariño, pero eso no quiere decir que dejes de ser mi niña o que deje de preocuparme por ti.—explicó su padre y PJ sintió cómo sus palabras le llenaban el corazón de ternura.

—Está bien.—respondió. Lo mejor era hablar con Dane sobre llevarlo a conocer a sus padres.

—Bueno... A mí me gustaría escuchar sobre este hombre maravilloso antes de que llegue el momento de conocerlo.—dijo su madre tomando asiento en la mesa, que ya se encontraba servida.

PJ suspiró y sintió cómo el sonrojo subía por su cuello y mejillas.

—¿Qué quieres que te diga sobre él?—preguntó haciéndose la tonta.

—En primer lugar, me gustaría saber cuántos años tiene... Me preocupa el hecho de que sea mayor que tú. —indicó su madre y PJ soltó una carcajada.

—Sólo tiene un par de años más que yo, mamá. No te preocupes por la edad... Además, Dane es un hombre centrado, trabajador y bastante dulce conmigo.—dijo y casi soltó una carcajada al recordar las primeras veces que chocaron, cuando ella llegó a la empresa.

En ese entonces no era para nada dulce, pero ahora era una historia totalmente diferente.

—¿Estás segura de esta relación?—preguntó su madre arqueando una ceja.

—Créeme, ma. Al principio me costó bastante aceptar la posibilidad de esta relación con él... Creía que se estaba burlando de mí, porque no había manera de que mi cerebro procesara que un hombre como él de verdad se sintiera atraído por mí.—admitió PJ y su papá la miró triste de escuchar a su hija decir eso.—Pero... Luego me di cuenta de que él no tenía razones para quedarse, y aún así lo seguía haciendo... Me demostró que esto no es un juego para él.—agregó y sus padres se quedaron en silencio por un par de segundos, observándola con atención.

—Siempre vamos a estar contentos con lo que decidas que te haga feliz... Y, si ese hombre te hace feliz, tu madre y yo no seremos impedimento ni obstáculo para que las cosas fluyan entre ustedes dos.—dijo su padre y tomó la mano de su esposa sobre la mesa.—Confiamos en que eres una mujer de buen criterio, cariño. Siempre has sido una hija ejemplar y no tenemos nada qué recriminarte o dudar de ti. No te imaginas lo orgullosos que estamos de ti, pequeña... Orgullosos y más que felices de ser los padres de alguien como tú.—agregó.

PJ sintió como las palabras de su padre llegaban a lo más profundo de su corazón y de un momento a otro las lágrimas comenzaron a caer por sus mejillas.

—¡No llores, cariño!—le dijo su madre sonriéndole con ternura.

—Es que ustedes me hacen feliz.—susurró casi sin voz.

—Bueno. Creo que ya está todo dicho... Ahora, ¡a cenar!—dijo su padre intentando aliviar el momento emocional.

PJ comenzó a contarles cómo había sido su día, sus padres no cabían dentro de sus cuerpos de la felicidad que sentían al ver como su hija se estaba desempeñando en ese cargo tan importante dentro de la empresa.

Para el momento en que la cena acabó, sus padres se despidieron y ella quedó sola lavando los trastes.

Pensó en que le encantaría que su relación con Dane fuera tan increíble como la relación de sus padres, que aún a pesar de que habían pasado tantos años juntos seguían queriéndose con la misma intensidad o incluso más.

Terminó de lavar los trastes y recordó que necesitaba su acta de nacimiento, así que fue directamente al despacho, sabiendo que sus padres ya se encontraban profundamente dormidos.

Su madre era la que se encargaba de guardar ese tipo de documentación en la pequeña caja fuerte que tenían dentro del despacho... Sin embargo, PJ conocía muy bien la contraseña así que no necesitaba ayuda de su madre para encontrar el acta de nacimiento.

Entró al despacho, que estaba ocupado en su mayoría por cosas de su padre, y comenzó a buscar la pequeña caja fuerte portátil que usaban para guardar los documentos importantes.

Al principio, buscó durante bastante tiempo y no la encontró, pero justo cuando comenzó a impacientarse logró encontrar la bendita caja.

Estaba en uno de los compartimientos de la biblioteca, justo en la parte superior.

Se subió a un banquillo y la sujetó, intentando sacarla aplicando algo de fuerza.

Aplicó fuerza de más y terminó haciendo caer una pequeña caja de zapatos que estaba sobre la caja fuerte.

PJ notó que parecía tan anciana como la vida misma.

Curiosa, bajó del banquillo sujetando la caja fuerte con cuidado.

La dejó sobre el escritorio de su padre y se giró a ver la caja de zapatos que se había caído por error.

Levantó la caja del suelo y se sentó, para averiguar qué había en su interior.

La tapa parecía estar pegada, así que ella intentó aplicarle fuerza para abrirla, pero se llevó una gran sorpresa.

Al aplicar fuerza, la caja terminó cediendo bajo sus manos con facilidad. Se rompió con un chasquido y su contenido se esparció sobre las piernas de PJ y luego cayó al suelo.

Ella intentó recogerlo apresurada, preocupada de que el ruido pudiera despertar a sus padres ... Pero su mano se congeló sobre uno de los objetos que parecía ser una sonaja, porque su mirada se posó sobre un documento que se veía bastante viejo.

No era el documento en sí lo que la había dejado pasmada, sino lo que en él decía.

—¿Documento de adopción?—leyó en voz alta, sintiendo que su mundo amenazaba con tambalearse.


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AMOR INESPERADO (FATE I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora