17

1.7K 200 5
                                    


Becky

Mi mano sigue entrelazada con la de Freen, y eso me pone feliz.

Cuando estoy con ella, todos aquellos momentos malos simplemente desaparecen. Es como si solamente me dispusiera a vivir el presente, feliz.

Río nuevamente cuando salimos de aquella casa. Si hubiera entrado sola me habría asustado, pero me es inevitable no reírme al ver la cara de espanto de Sarocha.

—¡Otra vez! —Digo emocionada, Freen abre los ojos completamente.

—¿Qué? ¿P-por qué? —Pregunta, continuo riendo.

—Estoy bromeando, Sar. Sé que te asustaste —Admito, comienza a negar, aunque su rostro no dice lo mismo.

—Yo no me asusté —Dice, continuo riendo mientras veo algún otro juego para elegir—. Oye, no. Ahora me toca a mí.

—No se vale —Susurro haciendo puchero mientras miro al suelo, aunque en verdad por dentro estoy riéndome demasiado, solo quiero ver la reacción de Freen.

La pelinegra pasa su dedo por mi barbilla, levantando mi cabeza para que la mire. Al conectarse nuestros ojos siento que mi corazón se vuelve a acelerar.

Quiero besarla, y mucho, pero Heidi es mi amiga y no le haré eso.

Trato de parecer lo más normal posible al mirar a otro lado, y escucho a Freen suspirar al igual que unos minutos atrás en el auto, aunque saca su mejor sonrisa.

—Bec, ¿y si vamos allá? —Pregunta señalando el clásico juego de dispararle al objetivo que se mueve.

—Perfecto, pero si ganas un peluche me lo quedo yo —Admito con una sonrisa.

—Me parece bien —Responde.

Con Freen caminamos hacia donde se encuentra el señor, nuestras manos siguen entrelazadas, y ninguno de las dos parece tener la intención de separarlas.

Voy a sacar dinero para pagarme pero Sarocha se me adelanta y paga ella por ambas. Niego con la cabeza y me sonríe.

—Sar, ya estás gastando mucho dinero en mí —Digo recordando que también pagó el café de hoy, y los otros juegos—. Yo también quiero pagar.

—Becbec, dime algo, ¿Quién te invitó a esta salida? —Pregunta, la quedo mirando unos segundos y decido responder.

—Tú.

—Bueno, entonces Bec, deja que pague yo los juegos del parque, además, mentiría si dijera que no disfruto de tu compañía —Admite, le sonrío y siento mis mejillas arder.

Odio sonrojarme por cualquier cosa linda que me diga.

—¿Quién va a jugar? —Pregunta el hombre, Sarocha se señala a sí misma y río.

—A que gano en la primera partida —Dice, alzo el ceño riendo.

—¿Segura, Sar? —Ella asiente confirmado lo dicho.

—Segurísima.

Sarocha comienza, y no demora en ganar, logrando que quede completamente impresionada.

—Te lo dije, ganaría rápido —Dice sonriendo, yo solamente me mantengo boquiabierta—. Ten.

Freen me tiende un gran peluche rosa, es el premio mayor, y no le costó nada ganarlo.

—Que linda pareja que hacen —Admite el señor, estoy a punto de responder lo mismo que en la mañana con Saint, pero Freen se me adelanta.

—Gracias —Mis mejillas arden al escucharla, y antes de que pudiera decir algo me lleva de la mano lejos del hombre.

Ya lejos, aún no logro pronunciar nada. Y lo peor de todo, es que me gustó que agradeciera aquello.

—Sar... ¿Por qué? —Pregunto deteniéndome, ella también lo hace y gira hacia mí.

—¿El qué? —Sé que se está haciendo la desentendida.

—¿Por qué no le dijiste al hombre que no éramos novias? —Pregunto, ella sonríe y mira hacia otro lado, nerviosa.

—E-es que... no quería decirle que no lo éramos —Admite, alzo el ceño y siento como mi corazón se acelera.

—¿Por qué?

—Porque... sino el hombre tal vez se iba a poner a preguntar por qué no lo éramos y pues... —Sé que esa no es la razón real, y en este momento se encuentra mintiendo.

—Bueno... —Digo intentando sacar la incomodidad que se había formado entre ambas—. ¿Vamos a ver el mar?

—Sí, por qué no.

Una de las cosas que más prefería del parque de diversiones, era el hecho de que quedaba justo al lado del océano, y había una vista preciosa.

Con Sarocha nos sentamos en el banco de piedra que había, y nos quedamos mirando al mar en silencio.

Es muy agradable pasar tiempo con ella, y no me gustaría que eso se terminara. Sé que si Freen sigue siendo alguien cercana a mí, algún día le tendré que decir lo de Sam, y tengo miedo por el hecho de no saber cómo reaccionará.

Aunque... aún no pude decirle a nadie a acerca de esa noche, ni tampoco fui al cementerio. El día del velorio no tenía las fuerzas suficientes como para despedirme, y con el paso del tiempo tampoco las he tenido.

Trato de alejar aquellos pensamientos al ver cómo Freen juega con mi mano, río y ella también lo hace.

—Tus ojos se ven lindos con el reflejo del sol —Le sonrío, pero no digo nada más, ¿Freen siempre me hará este tipo de halagos? Espero que sí—. Aún no entiendo algo.

—¿El qué? —Pregunto.

—El hecho de que no estés acostumbrada a los halagos. Estoy segura que cualquier chico se moriría por estar contigo —Dice mirando hacia el mar, no sé si decirle, pero decido no guardarlo para mí, porque quiero ver su reacción.

—Sar, me gustan las chicas —Admito, logro notar como sus mejillas quedan coloradas, y su vista regresa a la mía.

—¿En serio? —Pregunta, asiento.

—Siempre lo he sabido, pero más ahora —Sarocha alza el ceño al escucharme decir eso.

—¿Por qué más ahora? —Pregunta, comienzo a balbucear cosas como siempre me pasa cada vez que me pongo nerviosa, y Freen ríe.

—Em... ¿Podemos ir al cine? —Pregunto—. Pago yo.

—Rebecca Patricia Armstrong, ¿acaso estás evadiendo mi pregunta? —Dice aún sonriendo.

—Sarocha Chankimha, ¿acaso estás evadiendo tú la mía? —Pregunto, ella ríe.

—Bueno, sí. Me encantaría ir al cine contigo —Admite.

La noche estaba cayendo, y todo sería perfecto para aquella última salida del día.

Pero, las cosas no siempre salen como uno las planea.

Aún te recuerdoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora