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Becky

-Dime Rebecca, ¿Aún tienes antidepresivos? -Pregunta la doctora del instituto, asiento con la cabeza.

-Sí... dejé de tomarlos cuando ya no los consideré necesarios -Admito, ella alza el ceño y me mira.

-Sin consultarlo a tu doctor -Dice, suspiro y miro hacia otro lado.

Irin se había ido dejándome sola con ella, ya que fue a buscar las mochilas al salón de clases. Y el doctor no paraba de regañarme por el hecho de haber hecho algo tan irresponsable.

-Doctor, yo ya me siento mejor -Miento, porque aún sigo teniendo pensamientos tristes, aún sigo estando triste.

Todo estaría mejor si Sam no hubiera muerto.

-Rebecca, si estuvieras mejor, podrías hablar libremente sobre el tema -Admite la doctora, niego con la cabeza.

-Que usted sea mi doctora, Mhee, no le da derecho a juzgarme -Digo, ella suspira y se toca la nuca con frustración.

Irin, para mi suerte, no demora en llegar a la habitación.

-¿Sabías que Armstrong ha dejado de tomar los antidepresivos? -Le pregunta a ella, niego con la cabeza notando su sorpresa.

-Em... sí, sí sabía -Responde mirándome fijamente, obvio que no lo sabía, si tuve que tirar muchas pastillas para que ella pensara que las seguía tomando.

En el viaje de regreso a casa Irin no dice absolutamente nada, maneja con la mirada fija, y yo simplemente me quedo en el asiento de atrás mirando por la ventana.

Al llegar, ahí sí comenzó lo feo.

Entro al apartamento y camino velozmente hacia mi habitación, pero antes que pudiera cerrar la puerta Irin ejerce fuerza en esta, abriéndola y entrando.

-Esta es mi habitación -Le recuerdo, sé que está enojada.

-¿Por qué? -Pregunta mirando al suelo, y luego su mirada choca con la mía, sus ojos se encuentran cristalizados, le estoy haciendo daño...

-Porque... -Intento buscar la respuesta, y al mismo tiempo eliminar el pensamiento negativo que tuve-. Bueno... yo...

-Bec, mírame -Pide cuando bajo la mirada al suelo, levanto lentamente la vista y se encuentra muy cerca de mí-. ¿Por qué te sigues haciendo daño?

-No me hago daño, yo solo... -Susurro sintiendo las lágrimas caer por mis mejillas.

-Rebecca, sí lo haces, dejas de tomar los antidepresivos sabiendo perfectamente que te hace daño eso, y además del hecho de que aún no has podido hablar con nadie a cerca de... -No termino cuando ella se aleja de mí negando con la cabeza.

-Basta -Pido llorando.

-Becky... -Intenta hablar, sé que quiere ayudarme, pero me duele, no quiero hablar del tema.

-¡Basta! -Pido entre lágrimas abriendo la puerta de la habitación para que salga, duda un momento pero luego de suspirar decide hacerlo.

Cierro la puerta y recuesto mi espalda en la misma, para luego sentarme en el suelo.

-Basta... -Susurro nuevamente cerrando los ojos y esperando a que todo esto sea una simple pesadilla.

No hablé en todo el día con Irin, solo me levanté de la cama para comer algo en la noche, y me la encontré en la cocina, pero ninguna de las dos dijo nada.

Camino hacia mi habitación y me recuesto nuevamente en la cama, sintiendo un dolor en el pecho, pero no es de un ataque de pánico.

Estoy rota, y no creo que alguien me pueda arreglar.

Cierro los ojos, y me imagino un mundo en donde esté todo feliz, porque en la realidad en la que estoy todo parece ser un pozo oscuro en el cual ya no hay salida.

Me despierta la alarma para ir al instituto, y suspiro mientras me levanto y me miro al espejo.

Me ducho, y luego me visto, opto por un jean, una camiseta celeste y un par de tenis de color blanco y un abrigo gris.

Me observo al espejo y puedo notar que hay ojeras debajo de mis ojos, suspiro y trato de no seguirme mirando al notar que una lágrima cae por mi mejilla.

Camino hacia la sala y allí se encuentra Irin desayunando, se crea una situación un tanto tensa entre ambas, y ninguna de las dos habla.

Ella se dispone a tomar su café mientras lee algo, y yo simplemente camino hacia la cocina con la intención de prepararme el mío.

Luego de hacerlo, camino con mi taza hacia el sillón que queda al costado de Irin, y me siento allí, sintiendo una tensión bastante notoria.

-Perdón -Susurro, Irin suspira y desvía la mirada del libro que se encontraba leyendo.

-¿Por qué, Becky? -Pregunta nuevamente, las lágrimas quieren salir pero me contengo.

-No lo sé. Quería sentirme bien, quería creer que estaba bien. Entonces dejé de tomar los antidepresivos -Digo, ella no demora mucho en dejar su taza de lado y me abraza.

-No lo vuelvas a hacer, idiota -Dice, asiento sonriendo y se me escapa una lágrima.

-No lo haré más, solo... Irin, sé que actualmente no estoy bien, yo... me siento triste todo el tiempo -Admito por fin, ella asiente y continua el abrazo.

-Lo sé, me lo puedo imaginar, además esa chica llamada Sarocha es idéntica a ella-Admite, asiento, un sentimiento extraño crece en mí.

Al llegar la hora de ir al instituto, Irin es la primera en salir, pero yo me mantengo un poco más en el apartamento, pensando en Freen.

El miedo crece en mí lentamente, miedo de estar cerca de ella y volver a tener un ataque de pánico como ese.

Camino hacia la puerta y toco la perilla con la intención de abrirla, pero allí mi corazón se acelera, y las lágrimas comienzan a salir de mis ojos, logrando que la suelte velozmente.

Caigo al suelo de espaldas, y Irin vuelve a entrar al apartamento, me mira extrañada, pero luego me ayuda a levantarme.

Mis manos y piernas tiemblan, al igual que mi barbilla.

-¿Qué pasa? -Pregunta, continuo llorando mirando a la puerta.

-Tengo miedo de salir, ir al instituto y encontrarme con ella -Digo, y Irin parece entender a qué me refiero, por lo cual me abraza.

Aún te recuerdoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora