33

1.5K 172 3
                                    


Freen

Aún quiero saber qué le sucedió a Samanun.

Es de ese tipo de cosas que no te puedes quitar de tu mente, una pregunta que se repite una y otra vez.

¿Por qué?

Eso quiero saber, la razón por la cual Samanun murió. Toda mi familia me ocultó desde un principio el por qué, no sé si sea por miedo, ya que a penas ocurrió su muerte yo entré en depresión, y no hablaba con nadie.

Sé que cada vez falta menos para el aniversario de su muerte, y como todos los años me dirán que debo ir al cementerio, pero... nunca lo hice. No fui a visitar a mi prima nunca.

No le hablo acerca del tema a Rebecca porque estoy segura que la pone mal. Entonces simplemente me encargaré de hacerla sonreír lo máximo que pueda, y tratar de pasar esto simplemente felices.

—Bebé, ¿Vamos? —Pregunto, Bec asiente sonriendo.

Ya terminaron las clases por el día de hoy, y nos encontramos caminando hacia el estacionamiento, en donde se encuentra mi vehículo.

Subimos al auto y mi inglesa deja su mochila en el asiento de atrás, sentándose en el lado del copiloto y poniéndose el cinturón. Yo por mi lado hago lo mismo, solo que me siento en el lugar del piloto.

Ponemos en marcha el vehículo y pongo música en la radio. "At my worst" comienza a sonar, haciendo que nosotras comencemos a reír.

—Te quiero, Sar —Dice Becky aún sonriendo mientras me mira—. Te amo mucho.

—Yo también lo hago, BecBec —Respondo sonriendo con la mirada aún en el camino.

No se me pasó por alto el hecho de que ella se está comportando bastante extraña últimamente, pero decido ignorarlo hasta que ella se sienta preparada para hablarlo.

Freno el vehículo a penas llegamos al MC Donald's, y puedo ver la sonrisa de emoción de Becky.

—Te dije que te traería a un lugar bonito —Recuerdo, la castaña asiente riendo.

—Pero yo pagaré algo —Dice, asiento riendo, solo la dejaré pagar su postre.

Entramos al lugar y comenzamos a hacer la fila para los pedidos, Bec mira las mesas y nota que están todas ocupadas.

—Deberemos subir al segundo piso cuando nos den las bandejas con la comida —Asiento con la cabeza al escucharla.

—Sí, pero siempre hay lugar allí, así que no te preocupes —Respondo.

Subimos al segundo piso a penas nos dan nuestras bandejas, y afirmativamente habían unos dos o tres mesas libres. Nos sentamos en la cual tenía la vista perfecta para la calle.

Mi teléfono vibra a penas me siento, y lo saco de mi bolsillo, encontrándome con el nombre de "Laura" mi madre en la pantalla.

—Hola —Digo atendiendo, del otro lado no se demora en contestar.

—Hola, Sarocha, hija —Se escucha—. Escucha, debes venir a hablar conmigo.

—Sí, má, cuando tenga tiem...

—No, Sarocha. Es importante, sé que te queda lejos mi casa de la tuya, pero esto es serio —Se escucha que dice, asiento con la cabeza y con el ceño alzado.

—Oh, está bien. ¿Alguien tiene problemas de salud? —Pregunto.

—No, hija, esto tiene que ver con... con Sam —Se escucha al otro lado, asiento y suspiro. Rebecca me mira con el ceño alzado mientras me espera para comenzar a comer.

—Sí, está bien... mañana temprano me paso por allí ¿está bien? —Pregunto.

—Sí, nos vemos Freen, cuídate —Es lo último que dice antes de cortar la llamada.

Miro a Bec y apago mi teléfono sonriéndole, la inglesa también lo hace y comienza a comer la hamburguesa.

No tengo idea qué querrá hablar mi madre conmigo a cerca Sam, pero quiero saberlo cuanto antes.

—¿Quién era? —Pregunta la castaña luego de tener la boca sin nada de comida.

—Mi madre —Digo, Becky asiente volviendo a comer otro pedazo de hamburguesa—. Tu suegra.

De repente comienza a toser y entre risas la ayudo. Admito que esta vez esperé hasta que esté comiendo para decírselo.

—Sabías que me atragantaría —Me acusa, niego con la cabeza haciendo mi cara más inocente.

—No era mi intención, Bec, lo juro —Digo, ella entrecierra sus ojos y me mira sospechando de mí—. Bueno, puede ser que sí.

Becky me comienza a contar que Irin y Noey se fueron al cine después de eso, y que les recomendó la película que nosotras habíamos mirado.

—La diferencia es que ellas no dicen que los dibujos animados son para niños, porque aman las caricaturas —Dice y noto en cuestión de segundos que se refiere a mí.

—Yo amo las caricaturas —Respondo—. Pero amo más discutir contigo.

Rebecca comienza a reír después de aquello y yo también lo hago. Sus mejillas se ponen coloradas al acercarme a ella y darle un beso, pero frenarme un poco para morderle el labio.

—Tenías un poco de ketchup en el labio —Digo, asiente sonriendo.

—Sí, seguro...

—Noto sarcasmo en tus palabras, Armstrong —Digo, ella asiente y me mira desafiante.

—Y yo noto mentiras en las tuyas, Chankimha —Responde.

Cualquier persona que pase por ahí podrá pensar que somos inmaduras, pero tanto como a mí como a ella nos divierte, y eso es lo importante.

Recuerdo algo, y espero a que ella deje de reír y mire por la ventana para preguntarlo.

—Rebecca... —Comienzo.

—¿Sí? —Pregunta mientras vuelve su vista hacia mí.

—Tú... ¿Sabes qué sucedió en la muerte de Samanun? O sea... ¿Qué fue lo que le pasó a ella? —Pregunto, y casi al instante noto como mi chica se pone nerviosa.

—Y-yo pues... no, no sé nada —Responde antes de regalarme una sonrisa—. Voy al baño ¿está bien?

A penas asiento Rebecca desaparece de allí y camina hacia al baño en un paso verdaderamente veloz.

Sé que me oculta algo, ella sabe algo, y quiero saberlo, aunque tengo miedo de lo que sea.

Aún te recuerdoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora