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Freen

Bec es muy frágil, muchas veces tengo miedo de que se rompa completamente. Cualquier cosa que suceda, por más mínima que sea, le afecta como si fuera algo completamente grave, y eso es porque al suceder algo malo, los problemas del pasado la atormentan.

Me mantengo en la cama un momento, mirándola con una sonrisa. La alarma de mi teléfono sonó y la castaña ni siquiera se percató de aquello.

Me levanto de la cama lentamente, tratando de no molestarla, y camino hacia la puerta de la habitación. Al salir, aún sonriente, me encamino hacia la cocina.

La noche anterior, cuando le escribí a Irin diciéndole a la chica que iría al apartamento, no duró en responderme que no había problema, que ella dormiría en el de Noey entonces.

Comienzo a hacer el desayuno, y no me percato el momento en el cual la ojiámbar aparece en la cocina, causándome un gran susto.

—Yo debería hacer el desayuno —Dice mientras bosteza, niego con la cabeza sonriéndole.

—Yo me levanté primero, quiero hacerlo —Respondo, Becky niega.

—Pero esta es mi casa —Recuerda riendo.

—Y también es la casa de mi gran amiga Irin, tengo mis derechos —Acuso mirándola, Bec suspira.

—Está bien, haz el desayuno tú —Responde antes de darse la media vuelta y perderse en el pasillo.

La rutina de la castaña por las mañanas es levantarse, bañarse, desayunar y luego irse a estudiar, lo sé porque siempre hace eso.

Termino de preparar el desayuno y dejo las tazas en la mesa de la sala. Becky demora un poco en salir del baño, por cual yo ya desayuno para ir arreglando todo para ir a estudiar hoy.

—No trajiste tu mochila —Recuerda mientras se seca el cabello con la toalla, asiento riendo.

—Sí lo hice bebé, está en mi auto —Digo dejando un beso en sus labios—. Habían dos posiblidades, una era que no me hablaras y me echaras de tu casa, y la otra era que me quedara a dormir.

Becky sonríe logrando que sus mejillas se tornen coloradas, y se ve verdaderamente tierna.

—Te amo —Admite, asiento con la cabeza dejando un beso en su mejilla.

—Yo también —Respondo—. Ahora debes desayunar, no quiero llegar tarde a Literatura.

—Esa señora nos odia —Dice mientras suspira—. Somos las mejores alumnas de la clase y nos odia igual, no quiere a nadie.

—Becky, tú casi no prestas atención a la materia —Recuerdo.

—Pero puedo sentir su odio sin mirarla —Susurra la castaña, a lo cual comienzo a reír.

—Becca, ella no nos odia, solo... —Intento buscar las palabras correctas—. Solo no le gusta que no le prestes atención a sus clases.

—Me aburren —Dice segura luego de tomar un sorbo de café—. Además, si bien no le presto atención me saco alto las pruebas.

—Aún no hemos tenido pruebas —Acuso.

—Pero esa señora ya me conoce de años anteriores, y sabe que soy así —Dice, y luego sonríe—. No me puede culpar si te tengo cerca.

—¿O sea que la culpa es mía? —Pregunto, mi novia asiente.

—Es tu culpa por ser demasiado sexy —Responde, y al parecer lo dijo sin pensarlo, por lo cual sus mejillas quedan rojas.

—¿Crees que soy sexy? —Pregunto lanzándome encima suyo en el sillón cuando ella deja la taza encima de la mesita.

—Yo... e-em... pues... —Dice mientras sus mejillas agarran aún más color.

—Yo creo que eres lo más hermoso que existe en el planeta —Respondo, logrando que se sonroje aún más—. Y te amo, BecBec.

—Yo también te amo, Freenky —Susurra antes de acercarse un poco más a mí y besarme.

Es un beso tierno, pero que rápidamente va agarrando velocidad. Escucho cuando la puerta se abre, y luego una risa.

Irin.

—Lamento arruinar el momento, tortolitas, pero debo agarrar mi mochila —Dice mientras camina hacia su habitación.

Me separo de Rebecca regalándole una sonrisa y la inglesa no demora en tomar completamente su desayuno. Deja la taza para lavarla luego y agarra su mochila.

—Vamos —Dice, asiento con la cabeza y camino junto a ella hacia la puerta.

En el pasillo nos encontramos a Irin y Noey besándose, por lo cual les sonreímos y todas nos entramos al ascensor.

En el estacionamiento Noey va junto a Irin en el auto de la chica, y Becky conmigo.

La ojiambar se mantiene mirando la ventana en silencio, mientras una canción que desconozco comienza a sonar en la radio. Mantengo mi vista en el camino y con una mano cambio el canal de radio, comenzando a sonar una canción que ambas conocemos.

Comenzamos a cantar mientras reímos, sin duda alguna la música de la banda favorita de Bec nos termina alegrando siempre.

Al llegar al instituto, entramos agarradas de la mano. Becky está sonriendo, y eso me hace sentir verdaderamente feliz. La noche anterior Irin me explicó que la chica se encontraba verdaderamente deprimida, que intentó animarla todo el día pero no lo logró.

Me alegra el saber que la inglesa se siente feliz estando junto a mí.

Tal vez no la conozco hace mucho tiempo, pero sin duda alguna estoy verdaderamente enamorada de mi Nong que se sonroja por cualquier halago que le hago.

Rebecca es inocente, a pesar de toda la mierda que pasó en su vida sigue así, mostrando su luz a todas aquellas personas que la conocen.

Porque para mí, Becky es luz. Ella irradia con cada sonrisa que regala, se mantiene fuerte aunque a veces no lo note, porque si bien los demonios del pasado la persiguen, ella siempre se levanta.

Tal vez a veces con mi ayuda, pero otras lo hizo por sí sola, lo logró hacerlo por dos años de depresión.

Y ahora que la conocí, la haré sonreír todas las veces que pueda. Estaré junto a ella despertando en la mañana, le prepararé el desayuno, le haré mimos, pero sobre todo la ayudaré a salir de aquel pozo que seguramente piense que no hay salida.

Pero... sí la hay, y me encantará ser aquella luz que le muestre a Bec que la vida puede seguir, y la felicidad no es algo que ella no pueda conseguir.

Aún te recuerdoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora