19

1.6K 203 1
                                    


Becky

Como tú.

Eso era lo que iba a decirle a Sarocha unas horas antes, pero... simplemente no pude, cuando intenté hacerlo la imagen de Heidi apareció en mi mente, atormentándome.

Ahora, me encontraba corriendo por una calle iluminada por unas pocas luces.

Las lágrimas caen por mis mejillas, que ya se encontraban húmedas.

Mi corazón duele, y mucho.

No tengo mínima idea en dónde me encuentro, y me siento una cobarde, por correr para escapar de aquella situación.

Dejé a Sarocha sola, ¿estuve mal en hacerlo? Sí... pero tengo miedo de volver.

Siento mi pecho doler, y mis piernas cansadas, por lo cual debo frenar.

Miro hacia todos lados buscando un indicio de dónde me encuentro, y mi corazón da un vuelco al darme cuenta.

No tengo mínima idea de cómo llegue allí, pero siento mi corazón más acelerado de lo común, mis manos sudar, y todo comenzar a dar vueltas.

Me agarro de una pared, e intento sostener mi teléfono, pero el mismo cae al suelo.

Han pasado dos años desde la última vez que estuve allí, para ese entonces no pensaba en las consecuencias, y ahora que las pienso, tengo miedo.

Ya no hay una Sam que me pueda proteger, ahora solamente estoy yo.

Lentamente, me voy sentando en el suelo sintiendo como todo gira. Mis manos sudan, y las lágrimas continúan saliendo por mis mejillas.

Casi podría mirar a aquellas dos chicas, uno de ellas tendida en el suelo, sangrando, y la otra llorando por su muerte.

—Irin... —Susurro buscando mi teléfono en el suelo, y cuando lo encuentro, con las pocas fuerzas que tengo, presiono el botón para llamarla.

Demora un poco en contestar, yo simplemente cierro los ojos un momento, pero los abro cuando escucho su voz.

—¿Becky? ¿Hola? —Pregunta, siento su voz lejana, e intento responder lo más claro posible.

—E-estoy a-aquí —Tartamudeo.

—¿Aquí dónde? —Pregunta, gruño al no poder respirar bien.

—La calle... Sam—Es lo único que digo entre lágrimas, Irin parece percatarse del otro lado lo que sucede.

—¿Y Sarocha? —Pregunta.

—La dejé en el estacionamiento... Irin, ayuda —Susurro entre lágrimas.

—Bec, tranquila, tú solo escucha mi voz.

Los segundos que pasan parecen minutos, y todo el tiempo parece ir cada vez más lento.

Un vehículo aparece con las luces encendidas, y sé que no se trata de Irin.

Al ver bajar a la pelinegra del vehículo, no puedo articular ninguna palabra. Ella se pone en cuclillas al lado de mí, y un miedo extraño va creciendo.

Es como si tuviera a Sam delante de mí, y aunque sé que es Sarocha en realidad, tengo miedo que le pase lo mismo que a mi mejor amiga.

—Solo respira, Bec. Trata de calmarte —En aquel momento la llamada con Irin se corta, y solamente me mantengo mirando a Sarocha sin articular ninguna palabra.

Por alguna razón, siento un poco de paz al pasar los minutos y verla que está allí, junto a mí.

Freen me abraza, y lentamente correspondo a aquel abrazo.

Me ayuda a levantarme, y me sube al vehículo. No digo nada, porque siento que no tengo fuerzas para hablar.

Me pone el cinturón, y luego se lo pone ella, antes de comenzar a acelerar.

Al ver que nos alejamos de aquel lugar, ya me siento más tranquila.

La razón por la cual Irin y yo compramos otro apartamento para vivir juntas, y ella se fue de aquel, es porque quedaba cerca de donde sucedió todo, y la idea de estar allí me aterraba.

—¿Te sientes mejor? —Pregunta Freen, puedo ver en sus ojos que estuvo llorando.

—S-sí —Susurro y mi mirada va hacia la ventana.

Veo como pequeñas gotas comienzan a caer del cielo, al igual que las lágrimas que caen por mis ojos, perdiéndose por mis mejillas.

Al llegar al hotel, subimos al ascensor, y ya me siento mejor. Aunque... no quiero hablar con nadie.

Me siento rota, de nuevo.

Al entrar al apartamento, puedo escuchar que Sarocha me llama, posiblemente para despedirse, pero no quiero hablar, no quiero nada.

—Siempre es así cuando tiene un ataque de pánico —Susurra Irin a Freen, aunque logro escucharla, pero no digo nada.

Camino hacia mi habitación, y me encierro.

Recostándome en mi cama, siento las lágrimas caer con más fuerza de mis ojos.

Los recuerdos de la muerte de Sam inundan mi mente, y se repiten constantemente, sin parar.

Cierro los ojos con fuerza y oculto mi rostro en la almohada.

Lloro más y más, hasta quedarme completamente dormida.

Pensé que la noche acabaría ahí, pero no fue así.

Aproximadamente a las 2:00 am, me despierto con un dolor en el pecho.

Comienzo a toser, e intento llamar a Irin, pero ninguna palabra sale de mi boca.

Entre la ansiedad que tengo, y los nervios, con la mano muevo un adorno de un caballo que había en la mesa de luz, y lo hago caer al suelo, logrando hacer ruído.

La puerta de la habitación no demora en abrirse, y veo a Irin acercarse a mí.

Mi vista se va volviendo oscura, y todo gira una y otra vez, logrando que cada vez me sienta más débil.

Siento mis párpados cansados, y antes de poder articular alguna otra palabra, los cierro, y todo se vuelve completamente oscuro.

Aún te recuerdoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora