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Freen

Despierto sintiendo mis párpados aún pesados, bostezo y voy sentándome en la cama.

La noche anterior me la pasé hablando con Bec por teléfono, y creo que logré calmarla lo suficiente, ya que traté de hacerla reír mucho para que su tristeza por lo que había pasado con Irin disminuya.

No tengo idea de lo que ocultan ellas dos, pero quiero descubrirlo para saber cómo ayudarlas.

Me encamino hacia mi armario y saco una camisa y un vaquero. Luego voy hacia el baño y comienzo a desvestirme para poder bañarme.

Al terminar de ducharme, salgo de allí luego de vestirme, y me encamino hacia mi habitación, agarrando la maleta con ropa. Me quedaré dos días en la casa de mi madre, pero sabiendo como siempre termino ensuciándome allí, debo cambiarme mucho.

¿Por qué? Simple, mi madre ama la jardinería, y siempre la estoy ayudado cuando voy allá.

Camino por el pasillo y en la sala me encuentro a Billy mirando la televisión.

—En un rato debo irme a trabajar —Dice, asiento con la cabeza.

—Yo me voy después de desayunar, el viaje es de tres horas —Recuerdo caminando hacia la cocina, dejando la maleta en la sala.

Mientras estoy desayunando, mi teléfono vibra, por lo cual lo saco de mi bolsillo, una sonrisa aparece en mi rostro al ver la imagen que me envió la castaña.

Es mi banco, solamente que me dibujó como un palito con piernas, brazos y una cabeza, ni siquiera tengo ojos ni pelo.

Comienzo a reír y veo la hora, es clase de Tailandes. Bec, como si me leyera la mente agrega algo.

"La profe faltó, estoy en hora libre" Es lo que me llega de su parte.

Perfecto, si está en hora libre entonces la puedo llamar.

Su teléfono suena una o dos veces hasta que por fin me contesta.

—¿En serio estás en hora libre? —Pregunto, del otro lado se escucha la risa de Irin, por lo cual me doy cuenta que sí.

—Sí, estoy en hora libre. La profe faltó y ahora estoy con Irin —Dice la inglesa

—Oye, Freen, puedes creer que me fui a sentar en tu banco y Armstrong casi me golpea —Se escucha que dice Irin mientras ríe, logrando que yo también lo haga.

—Es mi banco —Recuerdo—. Solo yo puedo estar ahí.

—Mentira, mira como me siento —Se escucha un golpe y luego una queja de parte de Irin —. Sarocha, Armstrong me pego, hazte cargo.

—No puedo, estoy en mi casa —Recuerdo sonriendo.

—Entonces la golpeo yo —Dice Irin, Becky ríe.

—No puedes hacer eso, soy menor —Dice.

—Tienes dieciocho, que yo recuerdo eso te hace mayor de edad, estoy en todo mi derecho —Habla Irin, comienzo a reír mientras dejo el teléfono en altavoz encima del mostrador para poder comenzar a hacer mi café.

—Pero no la vas a golpear porque te la verás conmigo —Advierto, Irin comienza a reír.

—¿Me estás retando? —Pregunta, también río.

—No, es solo una advertencia —Respondo.

Continuamos hablando unos minutos más hasta que la hora de que Becky entre a la siguiente clase llega y debe colgar.

Dejo la taza ya vacía en el lavavajillas y camino hacia la puerta de casa. Billy ya se fue, y no me preocupa por el hecho de que él tiene una llave del lugar, por si va a volver.

Cierro la puerta al salir, y me aseguro de que este completamente cerrada con llave. Camino hacia mi vehículo y me subo en el mismo, dejando la maleta en la parte de atrás.

Pongo en marcha el auto colocando la llave y comienzo el viaje hacia la casa de mi madre.

En el extenso camino hacia su casa escucho la música que se reproduce en la radio. Entre ellas aparece At My Worst y no puedo dejar de sonreír al pensar en mi chica. Esa fue la primera canción que cantamos juntas, el día de nuestra primera cita.

Becky siempre me hace sonreír, y no me gustaría perderla. No se me pasa por desapercibido el hecho de que la chica tiene un equilibrio emocional bastante sensible. Un momento está feliz, y al otro se encuentra llorando. Y me frustra el hecho de no saber que le sucede, para poder alejar los pensamientos negativos de ella.

Quiero ver a mi chica feliz, quiero alejar todos los demonios que la persiguen, que esté siempre con una sonrisa en su rostro, y que nunca se sienta triste, aunque sé que eso es imposible. Por lo tanto, quiero tratar de mejorar lo máximo su humor, la haré sonreír cuantas veces sean necesarias para poder hacerla olvidar aquellas cosas malas que la persiguen.

Antes de llegar, una canción comienza a sonar, y un recuerdo no demora en aparecer.

—Dime, ¿Qué harías si un día simplemente me voy? —Pregunta Sam sonriendo, alzo el ceño y luego suspiro.

—Moriría seguramente, eres mi persona favorita en el mundo, Sam —Admito devolviéndole la sonrisa.

Nos encontramos en la plaza, mientras en su teléfono se escucha "Whisper" sonando. Es la canción favorita de Sam, si mal no tengo entendido.

—Y ahora dime, ¿Qué harías tú si un día simplemente me fuera? —Pregunto, Samanun mantiene su sonrisa mientras escucha la canción.

—No creo que eso suceda, si desaparecieras te iría a buscar y te traería de vuelta. Además, tú tienes mucho por vivir —Es su respuesta, sonrío mientras asiento.

No me di cuenta el momento en el cual una lágrima caía por mi mejilla, pero rápidamente me la quito.

Llego a la casa de mi madre luego de tres horas de viaje, y bajo del vehículo caminado hacia su gran hogar. Camino por el césped viendo todas las flores alrededor, mi madre sí que ama la jardinería.

Golpeo la puerta principal, y la misma no demora en abrirse por una empleada, le sonrío y ella me abraza casi al instante.

—Sarocha, cuanto tiempo —Dice, y río.

—Ya ha pasado mucho tiempo desde la última vez que nos vimos, nana —Respondo, y sí, también tuve una nana.

Antes, mamá pasaba trabajando, entonces necesitaba a alguien que me cuidara mientras ella no estaba en casa. Cuando crecí, la mujer siguió trabajando para nosotros, y hace ya muchos años que está en la casa, es como parte de la familia.

—Tu madre te espera en la sala —Dice, asiento y camino hacia allí.

Al llegar, la mujer delante de mí me sonríe y me abraza casi al instante.

—Te extrañé, hija —Dice.

—Y yo a tí, mamá.

Aún te recuerdoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora