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Irin

¿Nunca les ha pasado que no pueden dejar de pensar en una persona que ya no está presente?

¿Nunca les ha pasado que quieren dejar de hacerlo pero no pueden porque todo les hace recordar a aquella persona?

Eso me pasa exactamente a mí.

El recuerdo de Sam me atormenta, y eso siempre será así, solo que trato de ocultarlo por Becky, la castaña siempre está hundida en depresión. Sonríe, sí, y muchas veces parece que está bien, aunque eso queda en claro que no cuando cualquier cosa, por más mínima que sea, la vuelve a derrumbar.

Noey está a mi lado, ella es linda conmigo, y me siento verdaderamente enamorada de ella, pero... no puedo dejar de pensar en Sam. No me malinterpreten, yo no me sentía atraída hacia ella, pero sí la amé mucho, como amiga.

Era una de mis mejores amigas, siempre estuvo en las buenas y en las malas cuando tanto Bec como yo estábamos en problemas. Una vez hasta nos había ido mal en el instituto, y Sam apareció con helado para animarnos, además se encargó personalmente en arreglar el problema.

La extraño tanto que duele. Duele saber que no voy a poder verla de nuevo, porque si bien Sarocha se parece a ella, no es lo mismo, no tiene los mismos recuerdos, no sabe muchas cosas, ella no es Samanun

Y eso duele demasiado.

Noey mantiene su mano entrelazada con la mía mientras estamos esperando en la fila para poder por fin comprar palomitas. Todo está bastante tranquilo, hasta que hablan los chicos delante de nosotras.

—La fiesta de Saint estará genial —Dice uno de ellos, levanto la vista ya que la tenía en el suelo y miro de reojo a Noey —. Oye, ¿qué dices si jugamos a la competencia de quién toma más?

—Yo me sumo —Responde el otro.

Siento mi corazón acelerado al escucharlos decir eso, y los recuerdos del pasado comienzan a inundar mi mente. Hace dos años, casi tres, me encontraba diciendo aquellas mismas palabras, aceptando un juego de quién toma más.

Idiota.

—No... —Suelto, y los chicos delante de mí giran—. No hagan eso.

Puedo notar la mirada de Noey sobre mí, pero la ignoro. Los chicos simplemente alzan el ceño, al igual que mi novia.

—¿Por qué? —Preguntan.

—Simplemente no pueden hacerlo —Digo, recordando a quién tengo al lado de mí.

Noey no sabe lo de Sam, no lo arruines -Recuerdo-. Ella puede contarle eso a Sarocha, y tú no quieres eso. Debes cerrar la boca por Rebecca.

—Eso no tiene sentido —Dice uno de los chicos, y todo lo que estuve pensando se me olvida.

—Sí, sí lo tiene —Respondo sintiendo mi voz quebrada—. Tú no sabes lo que puede pasar si haces eso, puedes lastimarte tú, hasta un amigo tuyo puede morir.

Y me mantengo en silencio, sintiendo mis lágrimas caer por mis mejillas, los dos chicos me miran confundidos, y más Noey.

—Irin... —Dice, pero antes de que pudiera continuar salgo de aquel lugar corriendo.

Las lágrimas caen por mis mejillas y los recuerdos no me dejan pensar con claridad. Me subo a mi vehículo sin ponerme el cinturón de seguridad y lo pongo en marcha, saliendo lo más rápido de allí.

Freno cuando llego a una tienda cerca de casa, y salgo del vehículo para encaminarme allí y comprar una botella de alcohol. No estoy pensando con claridad, pero quiero que todo esto simplemente se acabe.

Quiero dejar de pensar, quiero dejar de recordarla.

Subo al vehículo y esta vez sí me pongo el cinturón de seguridad, solamente queriendo llegar al apartamento y encerrarme ahí hasta que todo acabe de una vez.

Rebecca me mira con los ojos llenos de lágrimas al escuchar mi relato, y yo simplemente me dispongo a dejar la botella de lado.

— Irin, tú no debes sentirte culpable... —Habla Becky, y siento como el enfado crece cada vez más en mí.

—Tú no eres la mejor para decirme eso —Respondo, y siento como la castaña se comienza a enojar, levantándose, yo también lo hago, aunque tambaleo un poco.

—No tienes ningún derecho a decirme eso —Responde—. Yo estaba con ella cuando murió, fue mi culpa el haber salido de la fiesta.

—¡Pero yo la organicé! —Grito enfadada—. ¡Y mientras tú estabas viendo a nuestra amiga morir yo simplemente estaba tomado de más! ¿Piensas que no me siento culpable por aquello? ¡Si yo hubiera estado bien tal vez eso no hubiera ocurrido y se hubiesen quedado en la fiesta!

Las lágrimas caen rápidamente por mis ojos, recorriendo mis mejillas, al igual que las de Rebecca. La inglesa niega, y noto que está igual de enojada que yo.

—¡No puedes vivir con culpa! Fue mi idea el haber salido, yo la convencí, yo la ví morir y no pude hacer nada —Responde elevando la voz—. ¡Tú no tienes la culpa de nada! La tengo yo.

Niego con la cabeza moviéndome por la sala mientras siento todo mi alrededor girar. Al sostenerme de la pared siento ganas de vomitar.

Me muevo lo más rápido posible hacia el baño, y al llegar abro la tapa el indoloro. Rebecca me mira preocupada al ver que me encuentro vomitando todo lo que había comido.

— Irin, ven a la ducha —Dice para luego guiarme hacia la tina.

Becky enciende el agua al dejarme allí, y siento como toda mi vestimenta se comienza a mojar. La castaña sigue enojada, pero no dice nada, simplemente se dispone a buscar ropa a mi habitación y dejarla cerca de la ducha.

—Si necesitas algo me avisas– Menciona, y asiento.

Al estar completamente sola, me dispongo a llorar. Todo es una mierda, y al parecer siempre tendré esta carga encima de mí.

Siempre me sentiré culpable de la muerte de Samanun.

Agradezco el hecho de haber dejado el teléfono en la sala, ya que no se mojó. Me baño en silencio, aún sintiendo un poco como todo gira. Becky golpea la puerta del baño cada dos minutos preguntando si me encuentro bien, a lo cual respondo con un simple sí.

No sé si se dio cuenta, pero pudo hablar de aquella noche, no mucho, pero pudo decir lo que sentía, y estoy segura que se habrá sentido un poco más libre de peso, al igual que yo.

Termino de bañarme y me visto con la ropa que Bec me había dejado en el baño, lo único que hice fue quitarme toda la ropa que traía mojada y dejarla en el suelo.

Noto que la ropa que me dio es para dormir, me doy cuenta de aquello cuando me la pongo.

Camino en pasos a pasos lentos hacia la puerta, y salgo. La más baja me mira en silencio, camino hacia mi habitación pero antes de entrar y cerrar la puerta susurro algo, aunque estoy segura que lo escuchó.

—Lo siento.

Aún te recuerdoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora