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Becky

Camino a pasos rápidos hacia el baño del instituto sintiendo un nudo en la garganta.

Escucho la voz de Irin a mis espaldas al abrir la puerta del baño, y a penas lo hago entra ella.

Me observo al espejo y noto que pequeñas lágrimas se deslizan por mis mejillas, me las quito lo más rápido posible.

—Becky —Dice la chica abrazándome, y siento como me voy rompiendo lentamente—. Sabes que deberás decirle tarde o temprano.

—Pero no puedo —Admito escuchando mi voz quebrada—. Nunca hablé con nadie de lo sucedido.

—Rebecca... estoy segura que Sarocha tarde o temprano se enterará de lo que sucedió —Escucho que dice Irin —. Y es mejor que se entere por tí que por alguien más.

—Lo sé —Respondo mientras me quito una lágrima con la yemas de mis dedos—. Pero Irin, tengo miedo.

—Todos tenemos miedo, Bec. Lo importante es saber enfrentarlo —Asiento al escuchar aquello.

—Trataré de decirle cuanto antes —Digo.

Nos mantenemos un poco más en el baño hasta que ya me encuentro lo suficientemente mejor para salir. Aún tengo miedo, no lo puedo negar.

Tengo miedo de la reacción de Freen.

Suspiro y entro al salón de clases, ya que todos lo estaban haciendo. Allí me encuentro a la pelinegra, quien me mira con el ceño alzado.

—¿Te pasa algo, BecBec? —Pregunta a penas me siento a su lado, niego con la cabeza y veo como el profesor de geografía entra.

—Oh, ahora sí me pasa, odio esta materia —Susurro mientras golpeo levemente mi cabeza contra el cuaderno que está en mi mesa, Freen ríe.

—Yo también —Admite, la miro con el ceño alzado.

—¿Odias una materia, diccionario? —Pregunto, ella comienza a reír más fuerte y se tapa rápidamente la boca con la mano.

Al terminar de reír, la pelinegra se acerca a mí y me deja un beso en la mejilla, que rápidamente logra que las mismas se pongan coloradas.

¿Algún día dejaré de sonrojarme por todo?

El profesor de Geografía comienza la clase dándonos a todos una fotocopia del mapa y me mantengo callada analizando todo lo que tiene escrito.

—Quiero que me pongan allí todo lo que saben —Dice el profesor—. Hay preguntas, y deben responderlas. Es en forma individual, y no se vale utilizar el teléfono, esto es simplemente para saber la capacidad de cada uno.

Suspiro y comienzo a responder, son en total nueve preguntas, de las cuales respondo ocho. Que odie una materia no significa que no le preste atención.

Le tiendo la hoja al profesor siendo la primera en terminar y no demora en devolverla asegurando que todas las preguntas que respondí están bien.

Soy la nota máxima de la clase por unos cinco minutos, hasta que Freen se para y le tiende su hoja al profesor, y el mismo le dice que todo está perfecto.

¿Cómo hace para saber tanto?

—Pueden hablar entre ustedes, pero bajo —Pide el profesor, asentimos y la mirada de la castaña se encuentra con la mía.

—¿Cómo le haces para ser la nota más alta de todo? —Pregunto con el ceño alzado, Freen sonríe.

—Estudio —Asegura—. Y mamá me mandaba a clases particulares de algunas materias solo para estar más avanzada que los demás.

—Eso no se vale, es trampa —Digo, ríe por lo bajo.

—Huelo un poco de palabras en tu envidia —Habla la tailandesa en forma de susurro mientras me sonríe.

—No es envidia, es simplemente injusticia, estás preparada para clases más avanzadas —Sarocha asiente.

—Pero si yo estuviera en clases más avanzadas no me tocaría estar contigo por el resto del año —Es su respuesta, le sonrío—. Además, bebé, no podrías pasar Tailandés sin mi ayuda.

—¿Disculpa? —Digo, aunque sé que es verdad—. Claro que puedo.

—Tal vez puedas, pero no tendrías mi hermosa compañía —Recuerda, y le doy un beso en la mejilla para luego acercarme a su oreja.

—Eres una narcisista —Susurro, y me separo.

Todos fueron terminando sus trabajos y al final continuamos siendo Freen y yo las notas más altas de la clase.

La clase de Geografía termina, y el segundo recreo del día comienza. Camino junto a mi chica agarradas de la mano por el pasillo y nos encaminamos hacia mi casillero.

Al abrirlo, cambio mis cuadernos por otros de las próximas materias que tendríamos en el día, y Freen se encamina hacia el suyo para hacer lo mismo.

Una carta cae de mi cuaderno y alzo el ceño, abro el sobre encontrándome una foto de Sam y yo juntas. Miro hacia todos lados, pero no veo a nadie además de mi novia que se encuentra a unos nueve casilleros lejos de mí con su atención en el mismo.

La polaroid no tiene nada escrito en la parte de atrás, ni nombre de la persona que la puso allí.

¿Qué rayos?

Guardo rápidamente la polaroid en mi mochila y me encamino hacia Freen luego de cerrar mi casillero, la castaña me sonríe, pero luego alza el ceño al ver mi rostro.

—¿Te encuentras bien? —Pregunta, asiento con la cabeza.

—¿Vamos al patio? —Pregunto, Freen asiente sonriendo aunque un tanto confundida.

Definitivamente, algo extraño está pasando.

La foto que me habían puesto en mi casillero fue la última que me había sacado con Sam, en la fiesta de Irin, dos años atrás. Dicha foto, no había salido en ningún lado, y solo la chica la tenía, o eso creo.

Miro la fecha de mi teléfono y mi corazón late rápido, cada vez falta menos para que llegue aquella fecha.

La fecha de la muerte de Sam, en donde se cumplirá tres años de lo sucedido.

Nunca fui al cementerio, nunca fui a visitarla. Simplemente no puedo, no me siento preparada.

Lo siento, Sam, pero aún te recuerdo, y de cierta manera me sigo culpando por tu muerte.

Aún te recuerdoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora