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Freen

Becky me deja pasar, y a penas entro noto como todo se encuentra completamente ordenado.

Le sonrío y ella también lo hace, sigo estando complemente nerviosa, solo que espero que con la sonrisa lo pudiera disimular.

—¿Qu-é hacés aquí? —Pregunta tartamudeando nuevamente, mi sonrisa aumenta un poquito más, es tierna cuando se pone nerviosa.

—Hay un trabajo de Matemáticas, y el profesor me pidió que lo haga contigo sí o sí —Miento, es obvio que dicho trabajo no era obligatorio que lo haga con ella, pero por elección elegí eso. Ella alza el ceño un tanto confundida, y siento que mi corazón late con fuerza, seguramente ya me descubrió.

Solo espero que Irin no le haya dicho que era a elección del grupo.

—Entiendo... —Responde, y su mirada va hacia el pasillo que tiene el apartamento—. ¿Puedes quedarte aquí? Voy a agarrar la mochila con las cosas a mi cuarto.

—Claro —Asiento.

Comienzo a ver todo el alrededor mientras Bec va hacia su habitación, sonrío al ver un osito de peluche en el sillón.

Mi mirada va hacia un mueble que tiene puertas de cristal, por lo cual puedo ver el interior. En un cuadro, aparece una foto de Becky, Irin y... Sam.

Mi corazón late con fuerza y muevo la perilla de la puerta de aquel mueble, abriéndola. No entiendo si las conocía por qué nunca me habló de ellas.

Se suponía que éramos unidas, y nos contábamos todo.

No tengo recuerdos de ella hablándome de Rebecca, y menos de Irin. Simplemente no lo entiendo.

Escucho que pasos se acercan y mantengo el cuadro aún en mi mano. Rebecca me mira con el ceño alzado y suspiro mientras continuo viendo aquella imagen

—¿Eran muy cercanas? —La pregunta sale de mi boca, y Becky comienza a tartamudear bajo.

—Em... sí, era mi mejor amiga —Responde, la miro con el ceño alzado sin entender, pero no se lo dije de una mala manera, me da tristeza que mi prima me haya ocultado que tenía un mejor amiga, y que ese era la ojiambar.

—Nunca me habló de tí y de Irin —Admito, Becky se acerca a mí y me saca lentamente el cuadro, dejándolo en donde estaba.

Al verme, sé que nota como mis ojos se encuentran cristalizados, gracias a que su mirada cambia, y ahora solamente puedo ver en ella aquel dolor que siento cada vez que recuerdo que mi prima no está.

Rebecca siente lo mismo que yo.

Becky siente que Sam nunca debió de haberse ido.

—¿Cómo la conocías? —Pregunta con la voz un tanto quebrada, miro hacia la imagen y suspiro.

Veo nuevamente el rostro de Sam en aquella imagen, y mi corazón late con fuerza. Una lágrima cae por mi mejilla, y noto que Becky quiere levantar su mano para quitármela, pero luego no lo hace.

—Era mi prima —Admito, ella abre los ojos con sorpresa y comienza a balbucear cosas que no logro entender.

—Tu pri-ma —Tartamudea Becky, dejo de mirar la foto y me concentro en ella, mientras me saco la lágrima que caía por mi mejilla con la yema de los dedos.

—Sí, bueno... —Digo mirando hacia mi mochila—. ¿Comenzamos el trabajo?

—Em... sí —Dice asintiendo.

No quiero traerle este tipo de momentos tristes a Bec, ya que por lo que veo ella no está bien.

Rebecca está rota, y me encantaría poder arreglarla.

Me siento junto a ella en el sillón y comienzo explicándole exactamente lo mismo que dijo el profesor en el salón. Al comienzo le cuesta, ya que faltó cuatro días en los cuales dimos temas importantes, pero luego gracias a que les paso mis apuntes y le explico parece entender.

Le regalo una sonrisa al ver su cara de satisfacción al haberle salido bien un ejercicio, pero luego bufa.

—¡Terminamos uno! Ahora solo nos faltan diez más —Río al escucharla hablar y asiento con la cabeza.

—Estoy seguro que podremos hacerlos, juntas —La sonrisa de Becky aumenta, y eso me alegra.

Me alegra poder alejarla de los momentos tristes.

Me alegra poder demostrarle que no todo está mal.

Logramos hacer otro ejercicio hasta que alguien toca la puerta del apartamento de Becky, la ojimiel se encamina allí y abre, abrazando a un chico más alto que ella

—Llegó el mejor —Dice riendo, simplemente le sonrío, aunque sentí algo extraño al ver cómo abrazaba a Becky.

Yo quisiera poder abrazarla.

—Hola, Heng. Ella es Freen, una compañera del instituto —Me presenta, le doy la mano al tal Heng y él me sonríe amablemente.

—Solo venía a saludar, y a avisarte que Irin me dijo que se encuentra en la casa de una tal Noey haciendo un trabajo juntas —Admite Heng haciendo una mirada pícara, acaso cree que Noey y Irin...

—Bueno, no hay problema, yo también estoy haciendo un trabajo con Freen—Admite Bec sin entender la referencia del pelicastaño, creo—. Y nos está yendo muy bien haciéndolo.

Heng se va sin más, y me vuelvo a quedar a solas con Rebecca para intentar hacer los demás ejercicios, aunque... me encanta Matemáticas, y sé hacerlo a todos.

Podría hacerlos en quince minutos, pero ver a la ojiambar feliz cada vez que logramos terminar después de muchos minutos un ejercicio me hace feliz.

Y eso es bastante reconfortante para mí.

Aún te recuerdoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora