Extra

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Freen

Sonrío mientras vamos subiendo la montaña, miro hacia atrás para asegurarme que todas se encuentran bien y veo como mi castaña me devuelve la sonrisa.

—Sam, ten cuidado de no caerte —Dice mi mujer.

Mi mirada va hacia de la pequeña de cabello castaño y ella misma me sonríe mientras sigue subiendo junto a mi Becky.

—Mami, ya te dije que yo puedo sola —Comenta.

Siete años.

Eso es lo que ha pasado desde que Heidi murió, y fuimos a verla a ella y a Sam al cementerio. Seis años es la edad que tiene la pequeña Sam.

Seguimos concurriendo, al menos una vez al mes vamos a aquel lugar para hablar con ella. Nunca obtenemos respuestas, sin embargo sabemos que nos escucha, y que nos ayudará siempre cuando lo necesitemos.

—Mamá Freen, ¿por qué Mami Bec es tan protectora? —Pregunta, mi mirada va hacia delante mientras sonrío y continuo caminando.

—Sencillo, ella ama proteger a las personas —Es mi respuesta.

Continuamos subiendo mientras continuo sonriendo, los demás ya han venido horas antes y se encuentran en la cima.

La chiquilla llegó a nuestras vidas cuando la vimos en un orfanato, al instante conectamos con ella y decidimos adoptarla. Becky tuvo la idea de ponerle el nombre Sam, en homenaje a mi prima.

El camino se hace bastante extenso hacia la cima, pero en todo aquel puedo hablar con mi inglesa y Sam, quien no para de contar la película que vio en la televisión.

—Y entonces el chico dijo «Eso sí que es otra onda» —Cuenta, y comenzamos a reír con Becky.

Las películas de nuestra infancia siempre serán las mejores.

Llegamos, y casi al instante nos encontramos con Irin, quien nos sonríe.

—Hola —Dice mientras nos saluda a cada una—. Bebé de Becca, ¿quieres jugar con mi bendición?

—No soy un bebé, ¡Soy grande! —Se queja Sam—. ¿Dónde está?

—Allá —Dice Irin mientras señala al perro labrador que se encuentra al lado de Noey.

Camino hacia la chica y la saludo, y casi al instante recibo un abrazo desde mi espalda. Giro y me encuentro a mi madre, quien me sonríe.

—Hola hija —Dice, la abrazo y apenas nos separamos veo que Rebecca se acerca a saludar.

Miro hacia la otra parte de la cima de la montaña y me encuentro a Heng, quien está cocinando hamburguesas en una parrilla, y a Nam, quien se encuentra jugando con su hija.

—Hola —Digo saludando, él sonríe.

—Por fin llegaron —Admite, asiento.

—Ya era hora —Agrega Nam—. Mon, ve a jugar con Sam.

—Está bien, Mami —Responde la chica de cinco años mientras camina hacia donde se encuentra mi hija.

Mi hija, suena tan lindo decirlo.

El resto del día nos la pasamos comiendo y hablando a cerca de lo que ha estado haciendo cada uno. Heng y Nam viven juntos, pero ya no más en la ciudad, ya que quieren que Mon crezca en un lugar más tranquilo.

Irin y Noey, bueno... ellas encontraron a BonBon en la calle, el pobre cachorro estaba en muy mal estado cuando lo conocieron, y decidieron adoptarlo y cuidarlo. Aún siguen viviendo en aquel apartamento de siempre, y utilizaron la habitación que era para mí para hacer una sala de juegos para el animal, en la cual hay muchas pelotas y comida.

Mientras tanto Becky y yo hemos estado muy felices educando a Sam, la chica se ha vuelto una luz para ambas.

Ahora no solamente tengo la luz de BecBec en mi vida, también tengo la de mi hermosa hija.

La noche va cayendo, mientras nos vamos sacando muchas fotos para aprovechar la vista de aquel lugar. Sam no para de jugar, y mi mujer se encuentra esperando tanto como yo lo que vinimos a ver en aquel lugar.

Esta montaña, es a la cual siempre vine con Sam, para olvidarnos de todo lo malo. Ahora, la usamos como una montaña en la cual hay una vista preciosa, y sin duda alguna, para poder verla a ella.

La noche llega, y Noey y Irin no paran de tomar fotografías del montón de estrellas que se ven. Becky sonríe y me abraza, dejando un beso en mi mejilla.

—Te amo, Sar —Dice sonriendo—. Gracias por haber llegado a mi vida para alegrar cada momento.

—También te amo, bebé —Respondo dejando un suave beso en sus labios—. Tú y Sam son lo más preciado que tengo en mi vida.

—Te escuché —Dice mi madre apareciendo al lado de nosotras, río.

—Tú también, mamá —Respondo, ella asiente conforme.

Veo que Sam sigue jugando con el perro de Irin, por lo cual la llamo para que se acerque. A penas está al lado de mí la levanto con una sonrisa, y la coloco encima de mis hombros, o como ella llama «caballito».

Veo que Noey besa a Irin y la misma sonríe, y luego Heng a Nam. Miro de nuevo hacia el cielo, el cual está minado de estrellas brillantes.

—Mamá Freen... —Dice Sam, por el rodillo del ojo veo que Bec la mira.

—¿Qué sucede, hija? —Pregunto, ella me toca el cabello y sonríe.

—Tengo una pregunta —Dice, alzo el ceño.

—¿Cuál? —Ella demora un poco en responder.

—La tía Sam se encuentra allí, en las estrellas ¿cierto? —Pregunta, asiento mientras sonrío.

—Sí, hija, ella se encuentra allí —Respondo.

Y Sam, mi hija, lo único que hizo fue sonreír y señalar una estrella en particular, que estaba un tanto separada de las demás, pero bastante cerca de una sola.

—Allá está la tía—Dice feliz.

—¿Cómo lo sabes? —Pregunta Becky mirando aquellas dos estrellas.

—Porque ella está junto a la tia Heidi, están brillando juntas —Responde bastante feliz.

Nunca le hablamos a Sam acerca de la muerte de Heidi, ni siquiera le dijimos que conocía a mi prima.

La pequeña simplemente sonríe, mientras señala ambas estrellas que brillan con intensidad.

Miro a Becky y noto que una lágrima cae por su mejilla mientras sonríe.

Sin duda alguna, esas son Samanun y Heidi, brillando por siempre entre aquel montón de estrellas.

—Solo mira las estrellas —Agrega Becky en forma de susurro.

—Solo mira a las estrellas —Repito.

Y Sam, aún mirando aquellas luces en el cielo, simplemente sonríe.

—Solo mira a las estrellas —Repite la pequeña.

Aún te recuerdoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora