Capítulo 22

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Estamos casi preparados para subir al jet de Aless, todo el mundo está haciendo maletas cuando Dario me envía un mensaje.

En 2 minutos en el garaje

Bajo las escaleras mientras pienso en que le he pedido perdón a Aless y ahora estoy en paz con mis amigas nuevamente.

Dario está esperándome justo donde me dijo y me sonríe como un tiburón, qué engreído.

—¿Por qué lo has hecho?— pregunta y yo me doy unos segundos antes de pensar el hecho de que he apuntado al Don de La Cosa Nostra poniendo en peligro mi puesto en THE7 y mi propia mafia.

—Quizá me gusten los problemas— su sonrisa se ensancha por mencionar lo que ayer me dijo, que me quedase con el que menos problemas me daba.

Se acerca a mí y hace lo de siempre, me aparta el pelo para ver mejor mis ojos y deja la palma de su mano en mi mejilla.

Siento que la electricidad y la conexión única que ambos tenemos, pasa por todo mi sistema y la dejo fluir mientras disfruto del calor de su mano.

—Ann, Ann, Ann...—repite mi nombre casi en un susurro mientras se acerca a mi oído y siento el caliente aire de su boca haciéndome cosquillas.—Estás jodida conmigo, ya puedes correr porque ya no hay manera de que te deje en paz.

Esas palabras me calan hasta mi último aliento, siento mi cara caliente e intento estabilizar mi respiración, mientras se retira y se va riéndose.

Cuando llegamos a casa de Luca, nos ofrece el segundo piso entero para nosotras, mientras él y Dario se acomodan en el primero.

Benelli, Gatling y yo pasamos el resto del día organizando lo que se hará mañana, ya que Alessandro y Gianna presentarán a los trillizos al resto de La Cosa Nostra, una ceremonia bastante interesante, puesto que en muchas mafias la practicamos. Hemos quedado en que Ben controlará la habitación de cámaras, mientras que Gatling se encarga de la vigilancia a distancia y yo me filtraré entre los invitados.

Cuando ya son las 5 de la tarde, tenemos hambre y Gat no deja de quejarse.

—Vamos a comer algo, por favor y os compraré unos vestidos geniales— saca la tarjeta que le robó a un hombre que lleva meses usándola comprándonos cualquier tipo de tontería.

No me preguntéis cómo hace que ese hombre no se dé cuenta de que estamos usando su tarjeta Black por todos los países comprando comida y ropa sin límites.

Tenemos suficiente dinero para eso, pero a ella le parece divertido y a nosotras también, para qué mentir.

—¿En serio sigues usándola? ¿Es que ese imbécil no sabe bloquear una tarjeta bancaria? Lamentable— dice Ben y yo me río.

—Bueno, a lo mejor es un sugardaddy que le gusta que gasten su dinero— digo mientras me aguanto la risa.

—Lo hemos hablado muchas veces, me da igual quién sea, simplemente disfrutamos de lo que la vida nos ofrece y si nos ofrece una Black, la usamos— dice Gatling mirándose las uñas, que seguramente haya pagado con esa tarjeta.

Srta.ColtDonde viven las historias. Descúbrelo ahora