¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
—Nos están siguiendo— le digo a mi acompañante.
—Eso es imposible— dice mirando por los retrovisores.
—Lleva unas 3 horas detrás de nosotros, nos tenemos que deshacer de él— tenemos que matar al tercer hermano de Ann y no estoy con el ánimo de que jodan con mis asuntos, y menos este.
—¿Cómo sabes que es él?— me pregunta con curiosidad.
—Reconozco a un maldito italiano, ¿sabes?— le digo con indignación. Tenemos a alguien de La Cosa Nostra detrás de nosotros.—No nos ha encontrado por mí, has dejado un cabo suelto, ¿en qué jodida mierda te has metido?— le pregunto.
No responde y frena de golpe bajándose. Allá vamos...
Bajo sacándome la pistola detrás de mis pantalones y espero que empiece el show. El coche que nos seguía se detiene y la persona que hay en él no tarda en bajar.
—El coche alquilado y de alta gama te hace ver como un idiota, Kosta— digo sin sorpresa.
Ahora todo encaja.
—Divirtiéndote sin mí y con una compañía sorprendente, ¿no crees?— dice con malicia y ¿qué oigo? ¿Celos?
Dios baja y mátame. Mi acompañante salta encima de Kosta y le pega un puñetazo en la cara, mi risa resuena en toda la calle y dejo que le dé una buena paliza.
Después de una pelea entretenida, los separo y me apoyo en el coche mientras se limpian.
—Realmente sorprendente— le recuerdo sus propias palabras a Kosta y me sonríe con sangre en la boca.
—¿Ahora me vas a decir por qué jodidamente me estás siguiendo?— dice la fiera que ha saltado encima de Kosta.
—Quizá estoy siguiendo al Capo de Chicago— dice tranquilamente Kosta.
Me río largo y tendido antes de hablar.
—No tienes los huevos suficientes, Kosta— le digo y su mira se vuelve oscura y su mandíbula se mueve de lado a lado mientras se acaricia el mentón.
—Cuidado De Marchetti, que seamos amigos, no hace que no quiera degollarte, y tengo motivo, te lo prometo— le sonrío sin ganas y avanzo al coche.
—¿No venís?— les digo por encima del hombro.
Se suben en silencio lanzándose miradas de odio y me guardo mi teoría para otro momento.
—Vamos a por el tercero, espero que estés listo para algo de diversión— le aviso a Kosta que está cargando su pistola en la parte trasera.
—Siempre— sentencia.
2 horas después, estamos en el apartamento de Shun, mi tercera víctima. Tiene guardias por todos lados, pero eso no le hará correr de lo que esta noche le toca.