Capítulo 23

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Me despierto envuelta de su olor, el olor que ayer me hizo dormirme, pero el calor de su cuerpo ya no está

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Me despierto envuelta de su olor, el olor que ayer me hizo dormirme, pero el calor de su cuerpo ya no está. Todavía con los ojos cerrados, paso la mano por el lugar donde Dario estuvo abrazándome y lo siento frío. 

Abro los ojos y procedo a ducharme y arreglarme para la misión de hoy: la presentación de los trillizos ante La Cosa Nostra y que nosotras cuidaremos de ellos.

Saco el vestido que voy a usar hoy y dudo un rato antes de cerrar el armario, no es momento para tener indecisiones absurdas. 

Mientras me arreglo el pelo y me maquillo un poco, pienso en la noche de ayer, en los ojos de Dario y sus besos calientes. Siento una gran presión entre mis muslos y la ignoro.

Luca, Gatling y Benelli ya están listos y no veo por ningún lado a Dario, un pequeño escalofrío que desconozco, pasa por todo mi cuerpo.

Nos llenamos en halagos entre nosotras hasta llegar a la mansión de Alessandro.

Todos toman su puesto y yo me mezclo entre los invitados con el pinganillo en mi oído, esperando instrucciones o enviar información de cualquier cosa sospechosa.

Sin quererlo, mis ojos se pasean por toda la sala, buscando a la persona que ha desaparecido demasiadas horas. Sin éxito, no lo veo por ningún lado. Hasta que aparecen los herederos y Gianna, todo el mundo les presta atención y yo me quedo embobada viendo a Dario salir por otra puerta y dirigiéndose al mismo lugar donde va mi amiga. Lleva unos pantalones negros de vestir, combinado con un cinturón negro de cuero y una camisa del mismo color. No lleva traje, pero incluso sin él, es demasiado imponente. Al rededor de su pecho, lleva un arnés donde cuelgan un par de pistolas y tres cuchillos, a la vista de todo el mundo. Es un mensaje y a la vez una advertencia. Un De Marchetti armado en un acto oficial, es todo lo que se necesita para saber que las cosas se van a poner interesantes.

Pasa la jura de lealtad con tranquilidad, excepto que Aless ha matado a un heredero de unos de sus capos a sangre fría por no jurarle fidelidad a sus hijos y faltarle el respeto a su esposa.

Mientras tomo una copa de agua, se me acerca Alec con una pequeña sonrisa.

—Estás muy guapa— sonrío ante su atrevimiento. 

Alec y yo conectamos la primera vez que nos vimos, nos reíamos mucho juntos y no había momento en el que nos encontrábamos que no nos hiciéramos bromas.

El hermano de Gianna, es coqueto y atractivo, pero nuestra conexión no fue esa, incluso cuando intenta hacerme sonrojar, es juguetón por naturaleza.

Nuestra amistad fue creciendo a lo largo de los años, pero se forjó más cuando Gianna huyó de los italianos y él los traicionó por ella. Fue el mayor acto fraternal que he visto nunca.

—Tú también— me sonríe con arrogancia y sé que lo hace para molestarme.

—¿Una copa de agua?— cuestiona.

Srta.ColtDonde viven las historias. Descúbrelo ahora