Termino de trabajar y ya es muy tarde, salgo de mi laboratorio y me lo encuentro dormido en el sofá. Lo tapo con la manta y lo dejo descansar allí.
Subo a mi cuarto y caigo rendida.
Por la mañana temprano, bajo a desayunar y me encuentro a Darío a pata coja haciendo cafés. Y ojalá se pusiera una camiseta para no estar babeando por su espalda.
— Buenos días.— Se gira a mirarme y sus labios se curvan en una pequeña sonrisa.
—Buenos días, Ann.— Me pasa una taza de café y la tomo dudosa, pero a la que lo pruebo, sé lo observador que debe ser Darío, el café es perfecto y a mi gusto.
— Gracias, está estupendo.Asiente y no dice nada, es raro y está muy callado.
— ¿Cómo te sientes?— Sus ojos verdes se clavan en los míos y me intimidan.— Digo, de tu pierna, quiero saber si está bien. Puedo revisártela.— Frunce las cejas y abre un poco la boca para hablar, pero la vuelve a cerrar. Realmente, odio este tipo de actitudes y más de alguien como él.
Sigo tomando mi café y lo ignoro por completo, hasta que siento que se mueve a mi izquierda.
Se sienta en el taburete de mi lado y abre sus piernas, mientras se posiciona mirándome de frente. Trago mi café lentamente, esperando su siguiente acción y mi respiración se tambalea cuando alarga su mano y arrastra mi silla entre sus piernas.
No me ha tocado ni un pelo, pero todo mi cuerpo siente su calor y la atracción que me tiene en vela por las noches.
— ¿Realmente te preocupas por mí? No como médico, sino como una mujer ajena a su profesión. ¿O me tienes miedo y por eso sigo en tu casa?
Lo miro a los ojos y respiro el oxígeno de su espacio personal, mezclada con su olor.
Podría decirle que me atrae, podría decirle que adoro como es conmigo y lo desconectada que me siento cada vez que tenemos una conversación, pero si quiero que se vaya para que mi familia no lo cace, tendré que mentirle.— Como profesional.— Algo en sus ojos cambia totalmente, no parece ser él.
Siento un poco de miedo y adrenalina, pero no me muevo y lo sigo penetrando con mi mirada. Se pasa la mano por la mandíbula y chasquea la lengua negando con la cabeza.
— Veremos, Colt, veremos.— Mi nombre de THE7 me sorprende más que cuando me llama Ann, esta vez llamarme de esa forma se siente como dejar caer un muro entre nosotros.
— ¿Qué veremos?— Me paso la lengua por los labios secos y rezo para que no me diga alguna cosa más para ponerme nerviosa.
Lo peor es que, se levanta y no dice nada. Escucho como sube las escaleras cojeando y no sé por qué siento una chispa de decepción por no usarme como su bastón personal.
Pasan las horas y yo ya estoy lista para salir. Subo al cuarto de Dario y toco la puerta dos veces.
— Pasa.
Abro la puerta y me lo encuentro tapado hasta arriba.
— ¿Tienes frío? Puedo traerte más mantas o subir la calefacción.
Sus ojos conectan conmigo y luego se arrastran lentamente por toda mi cara y mi cuerpo. Llega a los pies y hace el mismo recorrido hacia arriba, sin preocuparse de que esto sea incómodo.Me miro a mí misma y la inseguridad me posee desde los pies a la cabeza.
— ¿No estoy bien? ¿Quizá agradable?— Pregunto, esperando una vez más que alguien apruebe algo de mí.
— Acércate.— La voz de Dario me saca de mi enredo mental y mis pies se arrastran hacia su persona.
Cuando estoy cerca de la cama, su mano sale de entre las mantas y abre la palma esperando que pose la mía encima.
Una vez toco su piel, me acerca a él.
— ¿Te has arreglado tanto, para esperar que un hombre te llame "agradable"?— Me paso la lengua por mis labios secos y siento la calor de su mano dispararse entre mis dedos.
— Me has mirado raro.— Digo tranquilamente.
— Soy raro, Ann. Y si no tuvieras esa reunión, te obligaría a tener una cita conmigo.— Se me escapa una risita y siento un agradable calor en mis entrañas.— Realmente estás hermosa, cualquiera que se cruce contigo esta noche, será un afortunado.— Trago duro, cuando sus palabras se introducen en mí y sus dedos me acarician suavemente el dorso de la mano.
— Gracias, Dario.— Me da una pequeña sonrisa y asiente.— Venía para saber si querías cenar, podría pedirte algo a domicilio.— Suelta lentamente mi mano y yo doy una paso atrás.
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Srta.Colt
RomanceTodos los derechos reservados en el Registro de la Propiedad Intelectual ©. Libro II de la serie THE 7. La princesa de Las Tríadas, una mujer imposible para el Capo de Chicago. Un miembro imprescindible de THE7 que se tambalea con la aparición de D...