Capítulo 12

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Dejo que se vaya a su habitación mientras asumo que Ann, mi dulce Ann, me acaba de pegar una torta en la cara

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Dejo que se vaya a su habitación mientras asumo que Ann, mi dulce Ann, me acaba de pegar una torta en la cara. 

Después de 5 minutos de reflexión, mi paciencia no me permite más y me levanto a por ella.

Pico a la puerta y no me abre.

— Ann, abre la puerta, tenemos que hablar.

Apoyo mi frente en el marco y espero escuchar sus pasos, pero nada.

— Ann, no me voy a mover de aquí hasta que hablemos.— Pienso en cómo debo pedirle esto y lo hago más amable de lo que soy y sé.— Por favor, mi pequeña Ann.

Casi caigo al suelo y sentarme para esperarla, cuando escucho sus pies moverse hacia la puerta.

Me abre y sus ojos están inyectados en sangre e hinchados. Me quiero pegar un puñetazo tan fuerte que se me salgan las muelas. Maldito idiota.

— Vete, tienes que irte y no volver.

— Sabes que no puedo hacer eso.

— Estoy prometida, ¿qué más necesitas para entender que soy de otro hombre?— Eso enciende mi enfado y debo contar hasta 10 para no agarrarla y demostrarle un par de cosas.

— Ann...

— Es suficiente, este vaivén me está agobiando. Te vas, desapareces y vuelves como si nada. Y por si es poco, me llamas zorra en pocas palabras.

— No he dicho tal cosa.— Doy un paso adelante y ella da un paso hacia atrás.

— Lo has insinuado, hasta alguien como tú, alguien que no entiende de emociones ni de lo que sienten los demás debería entenderlo. 

No sé por qué, pero una pequeña daga entra en mi estómago, la punzada duele más de lo que jamás me hicieron unas palabras. Me duele que me diferencie del resto, me es indiferente que lo haga todo el mundo, pero ¿Ann? Ann no es la persona que haría eso.

Su cara se vuelve pálida y sé a ciencia cierta que si yo fuera normal, estaría bien tener las emociones que siento en la boca de mi estómago.

— No sabré mucho de sentimientos ni emociones, pero reconozco los celos, incluso siendo la primera vez que los siento. Lo que dije abajo no estuvo bien, fruto de un mal arrebato por no saber qué es lo que realmente quieres de mí, lamento hacerte llorar.

Mis más sinceras disculpas, que jamás he dado en mi vida, se las pongo en bandeja a esta mujer. 

Doy un paso atrás y ella avanza hacia mí con cara de cachorro, pero necesito estar lejos de ella.

Siento por primera vez la decepción y deseo haber cerrado la boca, cuando la gente experimentaba esa emoción y yo me reía de ellos, por no saber lo que era.

— Dario.— Intenta avanzar hacia mí, pero niego con la cabeza.

— Está bien, es lo que querías, ya lo tienes. Si algún día realmente quieres que venga, házmelo saber, hasta entonces te dejaré en paz.

Srta.ColtDonde viven las historias. Descúbrelo ahora