Capítulo 26

6K 568 58
                                        

Abro la puerta y la veo llorando, incluso con todo el Bótox que lleva en la cara, no la hace tan joven como pretende

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Abro la puerta y la veo llorando, incluso con todo el Bótox que lleva en la cara, no la hace tan joven como pretende. Los años pasan factura, incluso para la gente rica y que se cree inmortal por tener poder. 

Buongiorno— le doy los buenos días en italiano y la sorpresa en sus ojos se hace evidente.— Entonces, ¿qué tal has dormido?— se mantiene en silencio pensando que así voy a creer que no entiende mi idioma.— Sé perfectamente que hablas varios idiomas, estudiaste en una universidad prestigiosa, no soy idiota.

Su cara cambia y la maldad en sus ojos me recuerda de lo capaz que ha sido maltratando a Ann durante años.

—¿Qué querría un italiano de mí?— su voz me hace sonreír.

—La pregunta correcta es otra... ¿Qué no querría de ti?— en su cara cae una frialdad que reconozco incluso en las sombras.— No tienes el chip rastreador y tus joyas tampoco, así que pongámonos cómodos. 

Sus ojos vuelan a su brazo y sus cejas fruncen de confusión.

Me acerco a ella y retrocede hasta quedar pegada a la pared. La agarro ignorando sus intentos de zafarse y su falso llanto mientras la arrastro al sótano.

Cierro la puerta tras de mí y entretanto ella analiza lo que he preparado. Es una mujer dura, no parece que le sorprenda mucho, así que deduzco que sabe lo que le espera siendo la mujer y la madre de quién es. Pero se equivoca con esos muros de fortaleza porque haré que caigan uno por uno hasta que no quede nada de lo que es.

—No voy a matarte, si colaboras, quizá tengas suerte y puedas irte— miento y miento porque eso no es posible.

—No vas a matarme, porque sirvo más viva que muerta, inteligente de tu parte— más que eso, le sacaré todo y luego acabaré con su miserable existencia.

—¿Cuántos hijos tienes?— pregunto mientras me apoyo en la mesa y ella se sienta en la silla que está en el centro de la habitación.

—4 hijos, alguno de ellos terminará cazándote— dice segura de sí misma.

Mi risa resuena por la habitación y los pelos de sus brazos se levantan.

—No lo dudo, vendrán a mí y entonces terminaré con toda tu descendencia— se queda callada y se mira las manos, nerviosa, porque ninguno de ellos vendrá a por ella, no sin saber que ha sido un italiano quien la ha secuestrado.

Solo vendrán cuando yo lo decida y eso será cuando acabe con ella.

—¿Y Ann no es tu hija?— le pregunto mientras se remueve en su lugar.

—Es la hija bastarda de mi marido, no tiene nada que ver conmigo.

Todo tiene que ver con ella y se lo haré saber.

La agarro de la raíz del pelo y hago que me mire a los ojos, mientras sus ojos se llenan de lágrimas.

—¿Te suenan las cicatrices de sus pies?— su cara se frunce de frustración, pero se mantiene callada hasta que vuelvo a estirar de su cabeza.

Srta.ColtDonde viven las historias. Descúbrelo ahora