Prólogo: La boca del lobo.

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Una alfombra roja tapizaba por entero los casi ocho metros de pasarela que majestuosos y elegantes presidían aquel salón. Sobre ella, varias modelos de gran prestigio posaban para la prensa presentando la nueva cata de vinos que la bodega Oliver sacaba al mercado. La muestra de testeo había sido todo un éxito, los críticos y entendidos habían alabado una vez más la calidad del producto y el buen gusto de su marketing... todo parecía ir como la seda, sin embargo su directora y propietaria legítima, no parecía muy entusiasmada.

En un rincón, como una sombra sin serlo, nuestra protagonista aguardaba el momento con un vaso de vino en la mano mientras con ojos vidriosos observaba aquellas esbeltas piernas enfundadas en medias caras y de ensueño, mientras su único pensamiento era entender el por qué su apetencia por la vida se había ido al "carajo" si se suponía que lo tenía todo.

Los aplausos y la voz de su madre solicitando una vez más su presencia, hicieron que Chiara soltara su copa y se enfundara aquella diplomática sonrisa que ya no reconocía como propia. El público se puso en pie nada más verla, dos muchachas tímidas cuchicheaban en segunda fila y pudo ver como una de ellas se ruborizaba cuando le lanzó una intencionada mirada... "nuevas presas", pensó sin más. Su sexto sentido nunca había perdido esa agudeza innata para detectar a las mujeres que se sentían atraídas hacia ella. "¡Sólo es un juego!", pensó. Y continuó con paso firme por la alfombra hasta alcanzar a su madre que le tendía un micrófono esperando el relevo.

- Bienvenidos a todos, y gracias por vuestros aplausos -empezó a decir Chiara mientras la jauría se tranquilizaba suavizada por la melodía del tono de aquella mujer-. Es un placer para mí presentaros esta noche a nuestras "criaturas más jóvenes" -personalmente opinaba que bautizar de "criaturas" a unas botellas de vino era una soberana estupidez, pero no quiso discutir con sus padres cuando aquella misma mañana habían modificado el discurso-. Tienen cuerpo, fuerza, y sin duda darán que hablar... No puedo más que invitarles a su degustación para comprobarlo, así que por favor, quédense con nosotros y sigamos disfrutando de esta agradable velada. Gracias.

Los aplausos volvieron a hacer su aparición. Ella colgó el micrófono, aguantó estoicamente el aluvión de flashes y preguntas de los medios y volvió a retirarse a un rincón en busca de otra copa del dulce brebaje.

- Chiara, Chiara... ven aquí... -su madre la llamaba apenas en susurros, forzando falsas sonrisas a su paso mientras corría tras su hija que nada más verla había emprendido el rumbo contrario-. ¿Se puede saber a donde vas? -le preguntó cuando consiguió alcanzarla cogiéndola de un brazo disimulando una enorme sonrisa en la cara-.

- Por Dios mamá, déjame relajarme un poco -le dijo llevándose la copa a los labios-.

- ¿No pensarás emborracharte aquí? -le espetó su madre-.

- Y si fuera así, ¿qué? -la retó-.

- Dios, que niña... no sé que mosca te ha picado, pero no puedes irte todavía. Necesito que contentes a los críticos, ya sabes que Pérez y Viñeta podrían hacernos mucho daño con su lanzamiento en el catálogo del domingo -el tono dulce y fingido de su madre, resbalaba en ella como si nada-. Anda se buena, y pórtate bien, al fin y al cabo todo esto es tuyo.

Una vez más la atronadora responsabilidad. Mientras su madre se alejaba de ella, sintió ganas de retorcerle el pescuezo a alguien. "Serássssss... cerda", pensó apretando los dientes pero era su madre así que bebió otro sorbo hasta apurar la copa y antes de que pudiera llamar a una de esas camareras tan monas que de uniforme iban sirviendo las copas por toda la sala, alguien se le acercó por la espalda.

- ¿Buscas esto?

La dulce joven a la que había mirado le tendía una copa con facciones victoriosas.

SEX EDUCATION // KIVIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora