23- Confesiones a medias

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Chiara pasó el resto del día recolocando los objetos personales que había traído consigo. Como era fin de semana, no tenía que realizar ninguna llamada laboral, así que aparcó el trabajo en el pequeño despacho que Ruslana tenía habilitado y dejó enchufado su portátil para trabajar en otro momento.

Al finalizar de desembalar la última
caja, se duchó y se cambió para su
cita. Violeta le había llamado cerca de
las 16h para avisarla de que pasaría
buscarla a su casa, y se sorprendió a
si misma frente al armario deseando
elegir un atuendo adecuado para
gustarle. Eran las seis y diez, cuando
el pequeño móvil empezó a sonar, se
lanzó a por él, pero se controló para no descolgarlo en el segundo tono.

- ¿Sí? -dijo tras descolgar el teléfono-.

- ¡Hola nena! ¿Estás preparada o necesito aparcar el coche? -le preguntó una Violeta relajada al otro lado de la línea-.

- No, no... ya estoy lista -dijo -.

- ¡Estupendo! Entonces ve bajando, yo
estoy llegando... besitos...

Y diciendo aquello se cortó la
comunicación. "Besitos... BESAZOS
te daba yo..." pensó mientras se
terminaba de mirar en el espejo del
recibidor, y se colocaba la cazadora.

Luego salió de la casa y del edificio.
El BMW no tardó en aparecer, apenas
hacía unas cuantas horas que se
habían visto, sin embargo la alegría
que sentía de volver a estar con ella
era tan patente que daba miedo.

- Mmmm... pero que guapa, por
Dios...- le dijo Violeta mientras paraba
el coche justo delante de una morena
enfundada en unos pantalones vaqueros negros, una camisa granate y una cazadora de cuero negra que iba a juego con el pantalón-

Chiara sonrió por el exagerado comentario.

- No sabía que ponerme para una cita
por la tarde -le contestó ella que había
elegido algo informal pero con un
diseño elegante-.

- Anda sube, estás guapísima -le invitó
Violeta a entrar y la obedeció alegre-. ¿No se te olvida algo?

Le preguntó una vez entró en el coche
y se puso el cinturón. Chiara elevó las
cejas en forma de contestación.

- Mi beso...- le dijo Violeta con una ceja elevada y señalándose la mejilla con el dedo índice-.

Ella sonrió y se acercó para darle un
beso.

- Ahora sí, nos vamos -le dijo riendo
con ella y arrancó el vehículo-.

- ¿A dónde me llevas? -le preguntó
finalmente-.

- He pensado que podíamos ir a
tomar algo y luego a dar un paseo,
así podremos hablar. ¿Te apetece? -le
pregunto mirándola de reojo mientras
conducía-.

- Por mí estupendo -le contestó ella
algo más aliviada ahora que sabía que
estarían rodeadas de gente-.

La inquietud que había dejado Chiara
en ella al despedirse ambas aquella
mañana, había hecho que Violeta se
refugiara varias horas en el gimnasio
para aclarar su mente respecto a la
situación que se le venía encima con
aquella mujer.

Tras liberar la adrenalina acumulada, relajarse en un buen baño y comer un poco en su casa tranquilamente, se había convencido a sí misma de que aunque le gustara, no había nada que temer. Muchas de sus clientas le gustaban, y aunque lo que sentía por ella era distinto, estaba segura de que quedaría en nada una vez se normalizara el tema físico entre ellas.
Con aquel pensamiento, planificó la
velada con aquella Diosa de carne
y hueso, un poco de charla y un
buen paseo antes de volver con ella
al apartamento, le brindarían la
oportunidad de aproximarse más a
aquella extraña mujer.

SEX EDUCATION // KIVIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora