3- Tus deseos son ordenes

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Violeta sonrió cuando vio a Chiara
beber otro trago después de quedarse
observándola. "Bebe, bebe pececito,
que el tiburón te va a comer", pensó.

- Entonces, ¿qué vas a querer que te
haga? -le preguntó la pelirroja mientras se sentaba en una silla próxima a ella-.

La otra chica observó como cruzaba
las piernas, y el fino sonido de sus
pantalones la atravesó como en la
presentación lo habían hecho las
medias de aquella fotógrafa. Por
un momento recordó aquel pecho
cubierto de encaje que se inflaba y
desinflaba tembloroso bajo sus dedos
antes de que la joven le pusiera las
manos encima. La oleada de deseo
volvía a aparecer en su cuerpo sin
previo aviso.

- ¿Y bien? -le preguntó Violeta
nuevamente, a la vista de que no
contestaba-.

- Sólo quiero hablar por el momento
-dijo ella tratando de controlar el
fuego antes de que fuera demasiado
tarde-.

- Está bien, hablemos -empezó-. ¿Qué
te gusta que te hagan, nena?.-

- Me llamo Chiara, llámame así -la
corrigió-.

- Como tú prefieras, ¿qué te gusta,
Chiara? - ella insistía en el tema para
que se soltara y le dijera de una vez su
fantasía, pues le gustaba prepararse
mentalmente antes de abordar a su
clienta-.

- ¿Y a ti? -le contestó con una
pregunta-.

"A la defensiva, ¿eh?... muy bien, ya
suplicarás", pensó la pelirroja y se recostó en la silla cambiando de nuevo el cruce de piernas, pues había visto como la morena se había tensado tras aquel movimiento.

- Yo creo que ya he dejado claro antes
al menos lo que no me gusta ni voy
a hacer -empezó a decir, pero su
compañera la interrumpió-.

- ¿Por qué no besas en la boca?
-preguntó mirándola a los ojos-.

- Digamos que es algo muy personal e
íntimo -contestó ella con una sonrisa-.

- ¿Y acostarse con alguien no lo es?
-le preguntó Chiara nuevamente sin
inmutarse-.

- Sí, pero cuando trabajo soy quien
tú quieras que sea, no quien soy en
realidad. Con los besos es más difícil
desconectar -le aclaró pacientemente,
por algo le acababa de pagar medio
kilo-.

- Entiendo -dijo-.

-¿Qué es lo que no quieres que te
haga? -Violeta decidió cambiar su
pregunta-.

La morena bebió y miró a la mujer
de arriba abajo con placer, aquel
día había sido espantoso envuelta
por gente a la que no apreciaba ni
admiraba y el único capricho que se
había permitido había sido volcar sus
perversiones sobre una fotógrafa que
se había quedado caliente y molesta
sin ninguna explicación por su culpa.
No quería a nadie, no necesitaba a
nadie... sólo le angustiaba aquel deseo
acuciante y doloroso de poseer un
cuerpo desnudo de mujer a su lado.
Ella le serviría, al menos por aquella
noche. Extraña, opuesta a lo que
conocía, anónima... alguien a quien
no tuviera que dar explicaciones, un
ser que no le recriminaría nada, que
no esperaría más que el cheque que
guardaba celosamente en su abrigo.

- No me gusta que me toquen -contestó con serenidad y miró a los ojos de Violeta que paciente había aguardado sus palabras sin molestarse-.

- Eso lo has dejado claro antes.- transformó su voz en un sonido cálido y cómplice-. Lo que me gustaría saber es cómo quieres que lo hagamos si no quieres que te toque, no sé, ¿quieres un streptease?, no llevo la ropa adecuada pero no habrá problema. ¿O quizá quieras tocarme tú?.- Violeta se había acercado hasta ella poniéndose de rodillas entre sus piernas para ofrecerse a su merced. "Tienes cara de querer dominar. ¿Es eso lo que quieres gatita? ¿dominar la situación? Yo me arrodillaré para ti, y pedirás más", pensaba mientras adoptaba una posición sumisa y esperaba a que ella diera el siguiente paso.

SEX EDUCATION // KIVIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora