4- Virginia

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Chiara observó a la chica, que
permanecía callada encima de la cama.

A pesar de haberse lavado la cara, se
sentía un poco mareada por el alcohol
ingerido, pero no lo suficiente como
para perder el norte de dónde y con
quién se encontraba. Se acercó a la
cama y se sentó junto a ella. Sabía
que debía hacer algo con aquella
criatura, pero ¿el qué? A pesar del
deseo frustrado que sentía no estaba
preparada para perder los papeles de
aquella forma.

-¿Todo bien? -Violeta estaba
sorprendida, pero aquella mujer
parecía cohibida-.

- Sí, bien -contestó-. Algo mareada,
pero se me pasará.

Chiara no decía nada, y ella se
impacientaba con la espera, así que
decidió dar un pasito más.

- Mira, se te nota muchísimo que es
tu primera vez, pero ¿sabes qué es lo
bueno? Que no tienes que hacer nada,
dime lo que quieres y yo me encargaré
-le dijo de pronto poniéndose de
rodillas en la cama frente a ella- ¡Soy
una chica fácil! ¿Recuerdas?.-

La sinceridad, paciencia y alegría
que desprendía aquella mujer eran
sorprendentes. La morena no sabía
que decir, se maravillaba de la
normalidad con la que asumía el
vender su cuerpo hacia una extraña.
Por un momento pensó que ojalá
ella pudiera ofrecerse a alguien
con aquella libertad. Sus palabras
parecieron mover algo en aquella
mujer de hielo, pues alzó la mirada
y sus ojos esmeralda se clavaron en los de color miel de Violeta con intensidad. "Dios, qué guapa es", pensó esta. Pero sus pensamientos se paralizaron en el mismo momento en que Chiara levantó sus manos para coger las solapas del albornoz que llevaba. Cuando los dedos de aquella hermosa mujer tocaron su piel, sintió que se calentaba en un instante, tan lentas y cuidadas eran sus caricias, que no podía evitar perder a ratos el rumbo.

- Es la primera vez que estoy con una
profesional, pero no la primera con
una mujer -dijo y siguió el recorrido de la garganta y el escote de la pelirroja, que a pesar de haber hecho aquello miles de veces, no sabía por qué aquella mujer le ponía a tono sólo con que la tocara, la mirara.. ¡Me gustan las mujeres! "De eso no cabe duda", pensó ella y trató de concentrarse en otra cosa para
no acelerarse demasiado, pues Chiara
acababa de entreabrir el albornoz
dejando sus pechos desnudos al
descubierto.

-¡Túmbate! -le pidio, y ella la obedeció
pensando en cosas menos sugerentes-

"La barba de mi tía... no mierda,
familia no... a ver... el calvo del otro
día, tengo que limpiar la cocina... joder, joder, la tripa no... mierda"
Lo estaba intentando, pero la morena
estaba demasiado buena y le acababa
de abrir el albornoz para acariciarla.
"Hidrogeno, Litio, Sodio, Rubidio....coño, OXIGEN0, OXIGENO...
por el amor de Dios, ¿pero es que me
piensa masturbar?". Sus manos ardían, y se paseaban a su antojo por su piel desnuda. Violeta no quería moverse para no estropearlo, pero aquella posición de tener que dejarse totalmente no era lo suyo.
Cuando estaba a punto de llegar a su
pubis se detuvo abruptamente. Un
sonido estridente y molesto, paralizó
por completo las atenciones de aquella mujer de pelo negro que la estaba poniendo más que caliente.

- Perdona, tengo que cogerlo -se
disculpó-.

- Tranquila, tranquila, tú mandas...
-"Ojuuu María y José... un kit-kat menos mal, porque a este paso voy a cantar hasta la Traviata, ¿pero que coño me pasa?" "Creo que el haber hablado tanto de romance con Salma y Denna al final me ha afectado al subconsciente", pensó Violeta para sí, y con un poco de timidez se cubrió con el albornoz en cuanto la mujer dejó de posar sus ojos en ella-.

Chiara alcanzó un móvil que debía
costar una pasta gansa, pero que por lo que parecía a la bella mujer no le hacía ni pizca de puñetera gracia.

SEX EDUCATION // KIVIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora