1- Se mira pero no se toca

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Mientras en la otra punta de la
ciudad, la fiesta de presentación de la
bodega Oliver seguía su curso entre
invitados de renombre y la presencia
enigmática de su real protagonista, que a aquellas alturas ya había elegido a su presa nocturna.

No puedo creer que esté hablando
contigo -la joven, totalmente
embelesada por la atención con la que
chiara le colmaba, no podía dejar de
temblar de pura expectativa-.

Ella observó a la joven, por sus
pequeños diálogos sabía que no
entrañaría ningún problema: novata,
fotógrafa, tímida, y sin duda alguna
por la manera que tenía de morderse
los labios y cruzar nerviosamente sus
piernas, abierta a sus necesidades.

Apuró otra copa más de vino, echó
un vistazo para divisar dónde se
encontraba su madre y cuando la
vió plenamente distraída con sus
invitados, decidió que era hora de
tomarse un respiro.

¡Ven conmigo! -fue todo lo que
dijo, pero su mano estratégicamente
posada en la curva exacta del bajo de
su espalda, hizo que la joven se erizara y se dejara conducir por aquella cálida mano hasta un rincón oscuro detrás de las bambalinas-.

A solas, los ojos de la morena eran más certeros y su perfume se dispersaba por el aire dejándola desorientada.

¡Estás temblando!, ¿tienes frío? -
le encantaba sentir que tenía el poder,
y el hecho de que la joven respirara
entrecortadamente sólo porque ella se encontraba cerca, le hacía desear aun más perturbarla-.

No -dijo la joven, pero no le dió
respiro y se dirigió hacia ella-.

Por inercia la fotógrafa empezó a
retroceder hasta que notó su espalda
contra la pared y una media sonrisa se dibujó en el rostro de su acompañante.

"Diosss míooo... esta mujer no puede
ser real", pensó la joven que no podía
creer lo que estaba pasando. Sabía que Chiara Oliver era lesbiana, nunca
lo había ocultado y durante años, su
escándalo en la prensa había sido
cotilleo suculento del ambiente. Guapa, atractiva, inteligente y rica... su culo prieto había sido una de las fantasías más calenturientas entre sus amigas, sobretodo después del reportaje fotográfico cedido a la revista "Nosotras" donde hablaba sobre el éxito y su comodidad fuera de los roles y los "armarios" preestablecidos. Claro que, aunque la entrevista era muy estimulante, mucho más lo fueron las fotos que se adjuntaban con ella enfundada en unos Levi's de cintura baja que cortaban la respiración, y sus piernas largas y estilizadas sobre una Harley Davidson que remarcaba aun más la fuerza de sus antebrazos.
Un icono sexual lésbico, que en
aquellos momentos se alzaba ante ella
dejándola más paralizada que ninguna otra mujer con la que hubiera estado nunca.

Creo que me pones un poco
nerviosa -admitió la joven finalmente
viendo que ya estaba a dos pasos de
ella-.

¡Me he dado cuenta! -sonrió ella
y volvió a repasarla con la mirada-.
¿Harías una cosa por mí? -le preguntó
de pronto-.

La joven titubeó pero asintió sin más.
¿El qué? -preguntó.

¡Desabróchate la blusa! ¡Quiero
verte! -le pidió mientras sus ojos se
clavaban en aquel rostro aturdido pero excitado-.

Chiara esperó, impasible, sin alterar ni el rumbo de su mirada ni la expresión de sus rasgos. La joven dudó, pero finalmente aceptó sin decir nada y empezó a desabrochar uno a uno los botones de su camisa.

¡Despacio! ¡Déjame verte! -añadió-.

Y la joven volvió a obedecer
ralentizando sus movimientos, cada
vez más agitada ante lo sensual de la
situación.

¡No te la quites! -volvió a
ordenarle cuando la joven finalizó
de desabrocharse la camisa e hizo el
amago de desprenderse de ella-.

Chiara dio otro paso y con dedos ágiles deslizó sus caricias por el contorno del sujetador de la fotógrafa que no pudo contener un gemido cuando hizo una leve presión sobre sus pechos.

¡shssss...! -le susurró con una lasciva sonrisa-, ¿no querrás que nos oigan, verdad?

La joven negó con la cabeza incapaz de articular palabra, estaba tan mojada que creía que se desmayaría.

¡Abre las piernas! -una vez
más pedía y la joven accedía como
hipnotizada-.

Chiara interpuso una de sus piernas
entre las de la joven y luego se limitó
a deslizar sus manos por debajo de la
falda. Las caricias sobre las medias
empezaron a surtir efecto y la joven
empezó a tiritar entre Sus manos.
Viendo que desfallecía, la sujetó con
fuerza, y con mano suave apresó
aquel cuello lánguido que empezaba a
brillar por el calor. Lo besó, le apetecía tanto hacerlo, era tan dulce que no pudo contenerse y la joven empezó a articular sonidos inconexos a medida que sus caderas se peleaban deseando que ella las cercara para aliviar su tensión.

Absorta en el sabor, la chica no lo vio
llegar. Notó la presión de unas manos
extrañas en sus hombros y su cuerpo
se tensó como una cuerda.

-¡No me toques!-.La frialdad de la
voz de Chiara dejó a la joven cortada y aturdida-.

Como en el fin de un encantamiento,
se separó de la muchacha dejándola
caliente y extrañada.

Tengo que irme, me están
esperando -dijo Chiara pasándose
las manos por el cabello como si no
hubiera pasado nada-.

Pero... pero... -la joven no sabía
que hacer ni que decir, todo era tan
raro, no quería que se terminara-. No
puedes dejarme así, ¿acaso he hecho
algo mal?

Ella le dedicó un poco más de su
tiempo. Se acercó guardando las distancias.

- No, has estado fantástica, pero me
tengo que ir... no es culpa tuya, soy yo.

- Pero..

La joven iba a quejarse, a intentar
batallar aquella situación, pero Chiara
la cogió por los brazos apretándola
contra la pared y la besó intensamente.
Cuando la liberó, a la joven le latían
tanto los pulsos de todo su cuerpo
que no encontró el sonido con el que
hablar. Caliente y confundida, sólo
pudo ver como aquella mujer de
pelo negro y sedoso se alejaba de ella
dejándola en tinieblas.

Cuando reapareció en el salón nada
parecía diferente salvo su excitación.
"Porqué coño me habrá tocado...
siempre tienen que cagarla, mierda";
pensaba Chiara con amargura pues le
hubiera apetecido jugar un poco más.

- Chiara, por Dios, dónde te metes-.
su madre la atrapó justo antes de que
saliera rumbo al bar.

- ¿Qué quieres mamá? -le preguntó
cansinamente.

- Quiero que hables con Virginia,
lleva media hora buscándote y hay que tenerla contenta -le dijo su madre-.

- ¡¡¡Y una mierda!!! -dijo de pronto
furiosa-.

- ¡¡¡Chiaraaa!!! -se escandalizó su
madre por su reacción-.

- Si quieres contentarla ve tú, yo me
largo de aquí.

- ¿Pero qué mosca te ha picado
hoy? -le preguntó su madre mientras
simplemente se alejaba rumbo al
aparcamiento.

Algo le decía que si no salía de allí,
acabaría poniendo su vida patas
arriba.


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Se que cuesta estar esperando el siguiente, este relato engancha demasiado y esperad a que vengan un par de capítulos más.

Si este capítulo llega a los 10 votos, subo hoy mismo el siguiente.

Mucha fuerza en estos momentos, la necesitamos 🥲.

SEX EDUCATION // KIVIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora