44- Calabobos

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Chiara:

Llegó al apartamento. El silencio y la
perspectiva de vacío que le trasmitió,
la hizo cambiarse rápidamente con
ropa de noche y salir casco en mano
por la puerta. Tenía que afrontar
muchas cosas, y estar a solas consigo
misma no era lo que más le apetecía.
Condujo durante horas, sin saber a
dónde iba, sin pensar en nada más
que en la conducción y la potencia
de su moto entre las piernas. Cuando
notó que los muslos le empezaban a
temblar y la espalda le recordaba la
tensión de toda la semana, se detuvo.
Inconscientemente se encontró cerca
del Dulcinea, un temor profundo
se apoderó de ella: "¿y sí está ahí
con ALGUNA?", la sangre empezó a
arderle, su razón le decía que aquello
no era asunto suyo, que no fuera... su
corazón dio un golpe de acelerador
y cruzó la distancia que le quedaba.
Ancló la moto y saludó a la mujer que
custodiaba la puerta, sin saber lo que estaba haciendo le preguntó por Violeta, la mujer le contestó que no había aparecido por allí... aun así, entró. Era temprano, quizá fuera más tarde, y si no lo hacía al menos en aquel sitio el ruido le impediría comerse la cabeza.

____________________________

Violeta:

Tras el baño se puso el pijama y trató
de distraerse con el televisor. Nada la
apartaba de los pensamientos que le
surgían. Sólo una vez había sentido su
vida tan desequilibrada, y la reacción
que había llevado consigo había sido
tan brutal que si no hubiera sido por
Noemí, la mejor amiga de su madre
y su mentora, jamás hubiera salido
de aquel pozo de autodestrucción.
Ahora tenía varios años más, otro tipo de bagaje, pero seguía siendo la misma persona en cierto modo. No sabía que nombre poner a lo que le sucedía, pero si aquello era estar enamorándose de Chiara, tenía un grave problema, porque la vida volvería a darle un mazazo de un modo u otro.

El timbre de su puerta sonó, estuvo
tentada de hacer como que no estaba
en casa, pero pronto escuchó a Salma
golpear enérgicamente al otro lado de
la puerta.

- ¡Abre, sé qué estas ahí, Víctor
me avisó de que habías aparecido!
-le gritó, y se levantó rauda y veloz a
abrirle-.

- Joder con el portero, ¿ahora se ha
metido a pregonero o qué? -contestó
de malos modos-.

- No, pero le convencí para que me
avisaras en cuanto asomaras la patita
y al ver que no contestabas al móvil
ni a los mensajes del contestador, me
mosqueé -le contestó Salma yendo
tras ella hacia la cocina-. ¿Estás bien?
¡Estás tela de rara esta semana! No te
creas que tus llamadas telefónicas me
han convencido mucho.

-¡Estoy bien! -dijo ella-.

- Ya, ya lo veo -contestó su amiga
levantando una ceja y quedándosela
mirando-. ¿Qué pasa? ¿Es Chiara?

Violeta no pudo evitar levantar la cabeza un segundo en cuanto escuchó ese nombre... "¿tanto se me nota?" se
preguntó, pero no dijo nada. En su
lugar abrió la nevera, sacó una botella
de vino, y se dispuso a preparar unas
copas.

- ¡Vale, es ella! -dio por hecho Salma-.

- ¿Quieres una copa? -le preguntó
sin mirarla, estaba muy cansada y
el hueco en mitad del pecho volvía a
aprisionarla. Al ver que no contestaba, y sentir que la seguía observando, volvió a preguntarle gritando-, ¿Quieres una puta copa o nooo?

Salma entonces corrió hasta ella y la
estrechó con fuerza entre sus brazos.
Ella trató de zafarse, de empujarla
y golpearla en el pecho, pero no se
apartó, luchó contra la fiera que
estaba sacando y la venció. Violeta cayó entre sus brazos llorando, su amiga se dejó caer con ella hasta el suelo y la consoló.

SEX EDUCATION // KIVIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora