64- Maldita dulzura la tuya

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El día pasó más rápido de lo que
esperaban. Sin ganas de salir ni de
hacer nada más que estar juntas,
improvisaron comida y cena, y
llenaron las horas frente al televisor
una refugiada en la otra. A Chiara
le hubiera gustado hablar con ella,
sin embargo cada vez que lo había
intentando algo en la mirada de la
chica o en su gesto la había contenido,
sin darse cuenta que el tiempo se le
escapaba de las manos y que había
tantas cosas por zanjar y aclarar. No
fue hasta bien entrada la noche, que
los pilotos de urgencia se encendieron
en la cabeza de las dos.

- Es tarde, deberíamos acostarnos,
dentro de unas cuantas horas nos
tendremos que levantar- le recordó
Violeta mientras el programa que
estaban viendo llegaba a su fin-.

- ¿Qué hora es? -preguntó. Había
estado tan ocupada tratando de
retener cada olor, cada calor, cada
detalle de la pelirroja entre sus brazos, que apenas había prestado atención a aquel televisor que le había servido de aliado para tenerla a su lado-.

- Las doce y media -le confirmó
mirándose el reloj e incorporándose-,
Tendríamos que salir de aquí no más
tarde de las 6 si quieres que te de
tiempo a recoger la reserva.

Chiara la miró, no había tiempo,
sin embargo el hecho de que aún
hablara en plural en cierta forma la
tranquilizaba.

- Sí, será lo mejor, venga vamos -le
contestó la morena y se puso de pie
tendiéndole una mano-.

Violeta la siguió callada, sumergida en
aquella mezcla de dolor y extraño
alivio que sentía. Desde que aquella
llamada había puesto distancia entre
ellas, una carga dentro de sí se había
hecho más ligera. Era una cobarde, se
daba cuenta... pero no encontraba otra forma de poder hacerlo, así que poco a poco se fue convenciendo de que era lo mejor.

Durante el cepillado de dientes sus
ojos se encontraron en el espejo,
clavándose los unos en los otros
con una sensación extraña por lo
no dicho... las dos se agacharon a
la vez para enjuagarse, tratando de
esconderse inútilmente. Sin querer, el
chocar en el grifo, las hizo sonreír...
Kiki le cedió la preferencia y ella
terminó de enjuagarse y salir del
cuarto de aseo. A los pocos minutos
la siguió encontrándola sentada
en la cama colocando la hora en el
despertador.

- ¿A qué hora lo pongo? -le preguntó
la pelirroja al verla llegar-.

- A las 5:30 ¿no? -le sugirió ella-.

- Como quieras -contestó esquivándola-.

Al levantar los ojos, Violeta se topó con aquellos otros de color esmeralda que la esperaban. El silencio se apoderó de las dos, entremezclado con una sensación de expectación y tristeza.

Finalmente se levantó de la cama y
se dirigió hacia el cajón del armario
donde tenía su ropa. Chiara no dijo
nada, sólo la observaba mientras
trataba de reunir las fuerzas para decir lo que llevaba tiempo queriendo decir.

La pelirroja miró el fondo del cajón, aquel que no se había atrevido a vaciar aun sabiendo que iba a salir corriendo.

Cerró los ojos y se obligó a no pensar,
escogió un pijama cualquiera y al
sostenerlo entre sus manos se dio
cuenta que volvían a temblarle. Los
pasos de la morena resonaron en
la habitación, ella se giró a mirarla
aterrada. No supo como, pero algo
dentro de sí le dijo lo que iba a suceder y el corazón se le encogió.

- Vivi, hay algo que necesito decir
antes de irme... -aquellas fueron las
palabras que confirmaron su temor-.

La cabeza de la chica empezó
a trabajar frenética, los latidos
empezaron a traspasarla
violentamente en aquella espera.
"No, no, por favor... no", pedía con
su mirada, incapaz de que su voz la
respaldara.

SEX EDUCATION // KIVIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora