2- Mundos opuestos

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A Salma no le había costado mucho
persuadir a Violeta para que salieran
aquella noche, un par de carreras por
el piso, un acorralamiento en toda
regla sobre la cama de la pelirroja,
diez minutos de cosquillas y unas
doscientas carcajadas, era un precio
justo por tener a su lado a su mejor
amiga. Cuando Denna las vio llegar, no tardó en coger sus abrigos y ponerles un par de copas. Por lo visto aquella noche no había hecho más que empezar.

-¡Te dije que la convencería!
-fanfarroneaba Salma delante de la
rubia-.

- He venido, pero no prometo
quedarme hasta tarde. Quiero
descansar -dijo Violeta mientras bebía un sorbo de su refresco-.

- Bueno, eso ya lo discutiremos. Ahora
sólo quiero bailar.

Ella quiso responder, pero no le dio
tiempo salvo para dejar su copa sana
y salva sobre la barra, mientras Salma
la arrastraba a la pista en busca de
acción.

- Oh Dios, ¿por qué nunca me
preguntas? -se quejó mientras la morena del pelo largo se contoneaba frente a ella-.

- Porque cabría la posibilidad de que
dijeras que no, y hoy necesito de
tu talento -le dijo cogiéndola de la
cintura-. Venga no te hagas de rogar, y
suelta la magia. Necesito que se fijen
en nosotras, hace mucho que no ligo
con alguien normal.

Violeta se le quedó mirando por un
momento, tanteando las posibilidades
que tenía de seguir enfadada con
aquel ser travieso o por el contrario
seguirle el juego hasta el final. Pero
como siempre, esa sonrisa que lucía
en su rostro sólo tenía una moneda de
cambio y ella terminó cediendo.

- Eres un demonio, ¿lo sabías? -le
espetó Violeta mientras se ponía de
espaldas a ella y le cogía los brazos para que los cercara sobre ella-.

- Sí, y tú una diosa... ¿empezamos? -le
susurró dándole un beso en la mejilla
mientras notaba como la cadera de
su amiga empezaba a guiar la suya
propia-. ¡Haz conmigo lo que quieras
pequeña!

- Agárrate, que nos vamos...

Aquello fue todo lo que necesitaba
escuchar Salma para saber que
aquella noche le depararía una lista
de bailarinas y criaturas curiosas
que se la rifarían tras bailar con su
amiga. Violeta era una experta, y sus
clases en ella habían dado su fruto.
Lo único que necesitaba era que la
dirigiera y cuando sintió su cuerpo
compenetrándose con el suyo en
aquel baile sensual y armónico, volvía
a comprender porque las mujeres
hacían lo que fuera por tener una cita
con ella. Las miradas no tardaron
en llegar, Violeta tenía la cualidad de
hacer que su acompañante quedara
como una mujer misteriosa y salvaje,
hacía creer que era la dominada
siendo ella la única con el control de
la situación. Salma empezaba a sudar,
por muchas veces que lo hicieran,
siempre la sorprendía con algo nuevo,
y cuando se deslizó por su pierna
para luego dejarse arquear por sus
brazos, entendió cómo se sentían
los hombres cuando una mujer les
cedía el poder. En el último compás
sus caras se quedaron tan cerca,
que estuvo tentada de besarla en la
boca hipnotizada por la adrenalina
y la excitación que aquel duelo de
dos había despertado en su cuerpo,
pero una vez más la sonrisa tierna e
inocente de su amiga le hizo recordar
quienes eran y cuál era el pacto de
aquel juego que habían empezado.

- Bueno tigresa, a por ellas -le dijo la
pelirroja en un susurro, con la respiración aún agitada por el esfuerzo-.

La besó en la mejilla como tenían
acordado para dejar ver a las recientes admiradoras de que la chica que se quedaba en la pista estaba libre, pero por si quedaba alguna duda para las dubitativas Violeta siguió el acuerdo ilícito que existía entre las tres amigas, y al llegar a la barra besó en los labios a Denna, breve pero lo suficientemente
real para que no quedara como un
simple saludo.

SEX EDUCATION // KIVIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora