68- María laura

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Escena de Chiara:

- ¿A qué hora llegas? -le preguntaba
Salma desperezándose como podía-.

- ¿Quién es, cariño?- le preguntó
Denna adormilada entre sus brazos-.

- Es Chiara... -le susurró ella dándole un beso en la frente mientras su novia volvía a agachar la cabeza y volvía a dormir sobre su pecho-,  No, no te preocupes, si ya me había puesto el despertador para ir a recogerte... no digas tonterías, voy yo a por ti, si... dentro de hora y media en la estación, vale... -le confirmó la chica con decisión-, Ah, Chiara... -la llamó cuando ya estaba a punto de colgar-... ella también te quiere, así que tranquila.

Ambas colgaron el móvil. Hacía dos
semanas que Violeta se había ido de
Madrid y el contacto telefónico entre
Salma y la morena se había hecho
constante, amigable y tranquilizador,
sobretodo para la menorquina, que
incapaz de volver a Madrid sola para
afrontar aquello, había pospuesto
su regreso lo máximo posible
refugiándose en las bodegas a pesar
de tener que soportar los constantes
asedios de su madre ante sus ojeras,
sus constantes llamadas, su aspecto
pálido y su entrega enfermiza a horas
de trabajo. No saber de la pelirroja la
estaba matando.

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Escena de Violeta:

Aquella noche había sido tan larga
como las otras, a pesar de encontrarse
más tranquila durante el día, era tocar el colchón y añorarla enormemente.

Salió de la ducha y se puso algo
cómodo, luego entró en la cocina en
busca de un café que bebió a sorbos
mientras miraba con ausencia por
la ventana. Todo era equilibrado,
sereno, sin embargo ella seguía con
aquel rugido por dentro y ni siquiera
había conseguido todavía encontrar el
camino. Se desplazó por la casa, subió
unas pequeñas escaleras y llamó a la
puerta de una habitación.

- Pasa... -la invitó a entrar-, buenos
días princesa... ¿Qué tal la cama hoy?

- Igual...- le contestó Violeta poniendo
una mueca en su cara mientras le daba un sorbo al café-.

La mujer soltó la barra en la que
estaba haciendo flexiones, dejándose
así caer hasta el suelo.

- Ya veo- le contestó Maria, mientras se quitaba las muñequeras y cogía una toalla-, Ven, siéntate aquí
conmigo.

La chica obedeció, y fue hasta el banco donde Maria se había sentado.

- Sabes que no soy de meterme en
las cosas de nadie, y que para mí es un regalo tenerte en casa de nuevo, pero desde que llegaste no puedes dormir, estas más apagada de lo normal y sé que hay algo que quieres decir y que por alguna extraña razón no eres capaz de hablar conmigo, así que empiezo a preocuparme- la mujer se detuvo un momento, miró a Violeta y la vio jugando con la taza de café en
silencio-, ¿Violeta, debo preocuparme?

Al recibir aquella pregunta
directamente, la joven se giró a
mirarla sin evitar sentir aquel nudo
en la garganta. No podía posponer por
más tiempo sus decisiones, parecía
haber llegado el momento.

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Escena de Chiara:

Salma recogió a la menorquina en la
estación como le había prometido.
Nada más verla detectó que había
perdido peso y que el cansancio
marcaba su rostro, como lo había visto anteriormente en el de Violeta el día previo a su loca partida.
Sin pensárselo la abrazó cuando se encontraron de frente.

- Me alegro de que hayas venido
-le dijo-, Ya verás, como aquí estarás
mejor.

- ¿Tú crees? -le preguntó Chiara con
desaliento-.

SEX EDUCATION // KIVIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora