38- Telaraña

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El fin de semana se fue, y la jornada
laboral volvió a llenar la mayor parte
del tiempo de Chiara haciéndola
concentrarse en su apretada agenda.
Las reuniones con comercios del
sector, publicaciones entendidas en
la materia y alguna que otra comida
con altos directivos, hicieron que se
le pasara la semana volando. Todo
parecía indicar que estaban yendo por el buen camino. Su padre la llamaba de vez en cuando para felicitarla, pues a sus oídos llegaban comentarios de todo tipo sobre la agradable y competitiva jovencita que tenía como hija, y es que ella se sentía relajada, tranquila y feliz, como hacía mucho tiempo no se sentía. Poder dormir con Violeta y su sonrisa arrebatadora cada noche, le hacía tener ganas de querer comerse el
mundo.

Por su parte Violeta, no había vuelto a
insistir en aquella conversación que
mantuvieron, y trataba de mostrarse
complaciente y serena delante de ella.
Se propuso darle espacio y tiempo para que se sintiera lo más cómoda posible antes de avanzar otro paso, y parecía que funcionaba pues la morena cada vez la abrazaba más y reclamaba con sus gestos que estuviera próxima a ella.

Ya no temblaba por las noches cuando
se acercaban, ni se inquietaba si
súbitamente la tocaba en pequeñas
muestras de afecto que no proyectaban deseo mayor que aquel simple contacto. En cuanto a su trabajo, como había terminado con Daniela y con Elena, su agenda estaba
prácticamente vacía y se vio volcada
inexplicablemente en su agencia de
relaciones públicas para tratar de
mantener la cabeza fría, y no pensar
en lo difícil que se le hacía no pasar
a mayores con aquella preciosidad con la que se acostaba cada noche y
que estaba mermando su confianza a
grandes pasos.

El que Salma hubiera escapado
despavorida de aquel fin de semana
y se hubiera volcado en su trabajo,
manteniendo una cruzada de sexo
y más sexo, no la ayudaba a pensar
menos en Chiara, pues no podía
quedar con ella para distraerse y
cuando hablaban por teléfono no hacía más que relatarle tórridas escenas que la dejaban mucho peor, obligándola a machacarse en el gimnasio o a terminar en una ducha fría para serenarse.

Y es que Violeta estaba siendo más consciente que nunca de lo sexualmente activa que era,
sorprendiéndose de sus propias
reacciones de abstinencia que la
hicieron tener que sentarse mareada
cuando la noche anterior, Chiara
había salido de la ducha y se había
aproximado a ella desnuda para coger
el pijama. Violeta no quería presionarla, pero no sabía hasta que punto podría controlarse con aquella mujer, pues su dulzura y la pasión que le desataba estaban destrozando lentamente sus nervios y su entereza.

Eran cerca de las seis cuando la morena llamó a Violeta al móvil.

- ¡Hola preciosa! ¿Cómo va todo? -le
preguntó esta con una gran sonrisa
nada más descolgar el teléfono-.

- ¡Hola! Muy bien, por fin he
terminado y parecían contentos, así
que estupendo. ¿Y tú, cómo estás? -le
preguntó radiante pues se moría de
ganas de escucharla-.

- Bien, tranquilita. Comí con Denna que me llamó, y estaba ahora leyendo un poco en casa -le dijo acomodada en su sofá-.

- ¡Qué bien! Por cierto, ¿ella como está?- preguntó la morena-.

- Histérica, como es lógico. Salma la
está esquivando y la está poniendo de
los nervios -le contó -.

- Vaya, que putada... -dijo Chiara,
aunque en cierto modo entendía por
lo que estaría pasando Salma ahora
mismo-... bueno supongo que se
relajará tarde o temprano y las cosas
volverán a su cauce, ¿no?

- Si, Supongo que sí, y más le vale
porque me parece que si no se va a
encontrar de frente a una Denna a la
que no está acostumbrada -le dijo
Violeta-.

SEX EDUCATION // KIVIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora