22- Errores esperados

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El resto de la noche prosiguió sin
problemas, Chiara le prestó uno de sus pijamas y ambas se tumbaron a ver un programa de cotilleo que duró hasta casi las dos de la mañana. Cuando Violeta quiso darse cuenta, se había dormido a su lado pero a distancia, la cubrió con las mantas y pensó que era la mujer más bella y compleja que había conocido nunca. Luego apagó la luz, y concilió el sueño a su lado, agradecida por no tener que ser abrazada por aquel cuerpo tibio que la excitaba sólo con existir.

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Todo estaba quieto, inusualmente
quieto, solo un bum-bum resonaba a
lo lejos rítmico y melódico como las
pisadas de un gran elefante. Chiara
contuvo el aliento un instante,
expectante ante aquel sonido que
parecía aproximarse, intensificarse.
El vello de su piel se erizó como si una
brisa invisible le soplara, sin darse
cuenta empezó a sentir que cientos
de hormiguitas trepaban por sus
piernas. Otra vez aquel bum-bum,
ya nada lejano, presente... su cuerpo
tiritó sobresaltado, aquellas hormigas
seguian trepando... no tenía frio, pero
temblaba. BUM-BUM... estaba muy, muy cerca... sentía retumbar aquel sonido dentro de ella como si un amplificador inmenso de sonido le golpeara todo el cuerpo, ahogó un suspiro, apenas un aliento, estaba en mitad del bosque y unas ramas habian descendido para arroparla, protegerla. BUM-BUM, mucho más fuerte, aquella vibración produjo en ella un desasosiego placentero que no podía explicar, ¿qué sería? La piel permanecía erizada, las ramas la amarraban pero ya no tenía claro que fueran para protegerla, de pronto sintió las hormigas trepando por sus muslos al galope, por su vientre, se tensó como una cuerda. BUM-BUM... BUM-BUM... una especie de gruñido inconexo le susurró desde su nuca. Y abrió instintivamente los ojos...

Se quedó quieta, inmóvil y aterrada,
saboreando aún así lo que estaba
ocurriendo. El bum-bum intensísimo
era su propio latido, las hormigas
su deseo, aquellas ramas que la
apresaban unos brazos, y aquel
gruñido la garganta de Violeta
adormilada a su espalda. ¡Violeta la
abrazaba, y no era un sueño!

"No quiero moverme, no quiero
moverme"... la cabeza de Chiara
empezaba a luchar con su instinto.

Cerró los ojos tratando de encontrar
un momento de sosiego, trató de
recordar cuando había sido la última
vez que se había dejado abrazar por una mujer a la que deseara, por una mujer al amanecer sin más intención que el estar juntas... ya no lo recordaba, no recordaba ningún
momento cándido con Virginia y
después de ella no había concedido
aquel privilegio a nadie más.

Notó como su cuerpo y su alma se
encontraban, todo estaría bien, era
dulce e inocente... Violeta descansaba tras ella abrazándola, no había malicia en sus manos, su respiración era tranquila y reconciliadora..."todo está bien" se dijo, y notó como el bum-bum lentamente se alejaba, las hormigas se adormecían familiares, su piel dejaba de tiritar y notaba por fin la tibieza de aquella piel que la cubría..."todo está bien" volvió a recordarse, y cerró los ojos sin darse cuenta que la respiración se había acompasado a la de la chica, respiró aquel aroma de cercanía, se acurrucó un poco más en aquella manta inesperadamente brindada. Al menos por aquella vez, volvió a sentirse humana.

El aroma a café y tostadas recién
hechos, se coló por su nariz haciendo
que se desperezase. Parecía que
habían pasado siglos desde la última
vez que se le habían pegado las
sábanas, sonrió para sí misma, se
sentía feliz y relajada.

De pronto el recuerdo de aquel
inmenso elefante la hizo abrir los ojos, miró a su alrededor y vio que Violeta no estaba en la cama. "No ha sido un sueño. Fue real, me abrazaba"... se recordó a sí misma, y abrazó su propio cuerpo recordando la seguridad y la fuerza de aquella sensación.

SEX EDUCATION // KIVIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora