6- Acompañante

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Durante las dos semanas siguientes,
la vida de Chiara se convirtió en
amasijo de trabajo y angustia.
Los trabajos en la bodega se habían
cuadruplicado, y por si fuera poco, su
asesor de campaña se había roto una
pierna esquiando, con lo que toda la
carga publicitaria había caído sobre
ella sin comerlo ni beberlo.

- Vamos tía, no te angusties, míralo por el lado positivo, así podremos vernos.- Le decía su amiga cariñosamente al teléfono-. Te voy a cuidar tanto que no vas a querer regresar a Menorca.

- jaja... ¿lo prometes? -sonrió por
primera vez ella ante las atenciones de su amiga-.

- Pues claro cariño, tú sabes que aquí
eres bien recibida siempre, no tienes
por qué quedarte en ningún hotel -la
invitó su amiga-.

- De eso nada Ruslana, no me voy a
quedar en tu casa -le advirtió Chiara-.

- De verdad que eres cabezota. Mira,
no voy a discutir contigo de eso por
teléfono así que dime cuando llegas y
te recojo en la estación -le preguntó
cambiando de tema-.

- Llegaré a las 22h, hubiera querido ir
con la moto pero no me dejan. Además, cantaría mucho que me presentara a la cena del club con el casco en la mano, ¿no? -se sonrió pensando en lo que diría su madre si lo hiciera, estaba segura que al día siguiente cuando lo leyeran en prensa pondría el grito en el cielo-.

- Pues sí, pero a ti eso te encantaría.
Por cierto, ¿ya tienes con quién ir?
Sabes que yo te acompañaría, pero
no puedo dejar tirado a Omar, o me
cuelgo de su brazo el sábado o se lo
comen vivo en la reunión de socios -se
disculpó Ruslana por fallarle-.

- No te preocupes, creo que tengo a
alguien que me puede acompañar
aunque aún no la he llamado -dijo ella
mirando la tarjeta púrpura-.

-¿No pensarás ir con Virginia , no?-se
alarmó Ruslana-.

- ¿Estás de broma? ¡Ni loca! - se
puso tensa-. No quiero ni pensar en
encontrármela.

- ¿Entonces, con quien irás? -quiso
saber su amiga-.

- Se llama Violeta, y no la conoces. Ya te lo contaré cuando nos veamos, te tengo que dejar, ¿vale? -la cortó Chiara viendo que entraban a buscarla al despacho-.

- Está bien preciosa, a las 22h te
recojo... un beso.

- Un beso Rusli, Ciao.

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En una lujosa mansión a las afueras de Madrid, Violeta terminaba de colocarse la ropa de calle.

- Oh cariño, has estado fantástica, eres
una verdadera adicción.- La mujer
semidesnuda la abrazaba por la
espalda y la besaba en el cuello con
fervor-.

- Me alegro de que hayas disfrutado.
No ha sido fácil encontrar los leotardos que querías -le dijo ella mostrando esa sonrisa traviesa que a la mayoría de sus clientas traía locas-, al final tuve que ir a la otra punta de Madrid a comprarlo, porque ya empiezan a sospechar a los que voy siempre. ¿Sabes? el dependiente me preguntó para quién eran y tuve que decir que para mi hija, aunque se extrañó mucho cuando entré a probármelo... jajaja... Claro que más se sorprendió de que saliera con él puesto para pedirle opinión.

- jajajja.. seguro que aún está soñando
contigo cariño, eres una fantasía hecha realidad -la mujer trató de besarla en la boca en un arrebato de cariño-.

Violeta puso la mejilla rápidamente, y
luego le regaló una sonrisa viendo que la mujer se quedaba angustiada.

- Lo siento, sé que no quieres, perdona -se disculpó la mujer-.
Terminó de abrocharse la camisa y
la cogió suavemente por los hombros
para obligarla a sentarse en el borde
de la cama.

SEX EDUCATION // KIVIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora