70- Dos líneas paralelas nunca se tocan

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La actualidad. Casa de María, una
semana después de la conversación.

-Venga, dale... ¿o es qué te pesa el culo?- la azoró la mujer para que corriera más al borde de la orilla-, La última hace la comida, doña culona.

-Joder... -resopló Violeta tratando de
alcanzarla, mientras la mujer aceleró
la carrera separándose cada vez más
de ella-.

Admiraba a aquella mujer, su
tranquila practicidad, su fortaleza
fisica y mental, su respeto silencioso...
Mientras la veía creando distancia
entre las dos, pisando la arena como
si apenas tuviera resistencia para ella,
imágenes del pasado volvieron a su
cabeza.

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6 años antes...

- María, no puedo más... -resoplaba
empapada en sudor-.

- No me vengas con esas, muévete...
otra vez -le exigía ella con dureza-.

- En serio, que no puedo... -volvió a
repetirle Violeta tomando aire mientras se tocaba dolorida el costado-.

María finalmente había accedido a enseñarle, aunque con sus condiciones, y una de ellas era un
entrenamiento físico durísimo que la
estaba matando. Apenas tenía fuerzas
ni para andar hasta su cama cuando
terminaba el día.

- He dicho que otra vez... -le exigió
nuevamente acercándose a ella-.

- Pero es que no lo entiendo... ¿para qué sirve todo esto? Llevamos entrenando cerca de 2 meses día y noche, y aún me has enseñado nada, no hemos salido de estas paredes salvo para los recados. ¡Esto es una mierda! -estalló una vez más dándole una patada a una de las sillas, negándose a continuar-, Creo que me estás tomando el pelo, joder.

Maria se cruzó de brazos mientras
esperaba a que bajara la adrenalina,
aquella joven era puro volcán en erupción, con un carácter tan
independiente y fuerte que apenas
tenía control sobre sí misma, y desde
la muerte de su madre todo había ido
a más y a peor. Cuando Violeta se cansó de maldecir, dar patadas y escupir todo lo que se le ocurría, se acercó a la silla que la chica había casi desmontado de una patada, se agachó tranquilamente y la enderezó. Violeta la observó con cara pocos amigos, sin embargo no se inmutó, recolocó las posiciones y se acercó hasta ella.

- Dices que quieres que te enseñe,
pero no eres capaz de controlar esta
energía ni para tu beneficio, a la
mínima que algo no te cuadra estallas,
te desquicias... ¿Es así como piensas
resolver las situaciones cuando estés
con una cliente? ¿Cuándo te pidan algo que no te apetece? ¿Cuándo te topes con alguien que tenga más condición física que tú, y tú estés tan agotada que no puedas manejar la situación con la mente y el cuerpo despejados?... Venga dime, ¿es eso lo que piensas que yo voy a enseñarte, a follar por dinero con y como sea, sin control ninguno sobre lo que quieres o no quieres hacer, con o sin poder estar entera en cualquier momento? Porque si lo que te basta es follar y que te den dinero, te estás equivocando de sitio y yo estoy
perdiendo mi tiempo -le dijo con una
mirada serena pero firme-.

La pelirroja calló, aun no entendía nada, pero quería hacerlo así que aflojó.

- No, perdona... tú mandas- le concedió con las orejas gachas-.

- Perfecto. Desde el principio...- le
ordenó ella y le dio al play de la cadena de música-.

Violeta empezó de nuevo una especie
de coreografia con acrobacias que
le había marcado. La peor parte
era la barra por la que debía trepar
y mantenerse, para luego caer en
remolino. Le dolían los muslos de
apretar los aductores para sujetarse,
en la voltereta final los brazos notaron el cansancio y casi se cae...

SEX EDUCATION // KIVIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora