~|章113|~

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Tan solo tener esté celular en mis manos me genera un poco más de tranquilidad porqué sé que pronto volveré a ver a Hyeri y a saber de ella.

Necesito que me escuche, del mismo modo que también necesito oírla para sentir que mis pies aún continúan sobre la tierra.

Me siento diferente, me duele la cabeza...

Siento que voy a explotar.

No.

Definitivamente necesito explotar, así sentiré que mi vida continúa.

Me acerqué a la cama de mi madre con lentitud mientras intentaba ordenar mis pensamientos, justo antes de tocarla y esperar su despertar.

Es así que decidí servirme un pequeño vaso de agua y luego me aclare la garganta, entonces tomé asiento a su lado y entre temblores tomé su mano, sintiendo como justo desde nuestras palmas unidas comenzaba a crecer un pequeño rayito de luz, que fue abarcando todo su cuerpo.

Realmente estoy agradecida de que ya no llevé yesos y pueda tener todo de ella, porque realmente la necesito, la necesito urgentemente.

Posteriormente, al cabo de unos segundos, finalmente pude observar como mi madre hacia un gesto fruncido, del mismo modo en que sus ojos se apretaron, parecía que estaba volviendo poco a poco.

¿Le dolerá algo?

Entonces la oí carraspear y me apresure a hablarle.

──Mami... ─ella abrió los ojos lentamente ante mi llamado. ──¿Te duele algo?

Estoy preocupada, aunque no debería realmente porque precisamente Jihyo fue quién la trato, sin mencionar que Daewon también estuvo al pendiente de ella junto a Sabina.

──Roseanne. ─su voz salió disfonica.

Ay.

¿Desdé cuando mi nombre me empezó a incomodar?

──Hija. ─levantó su mano y la dejó en mi mejilla.

──Hola, mamá. ─su mirada se relajó. ──¿Quieres un poco de agua?

Asintió con lentitud mientras su mirada recorría con pasividad la habitación.

Me siento mal, porqué precisamente ella tenga que vivir está persecución. Está confusión, está forma de huir... ahora la entiendo mucho más.

Ahora comprendo a lo que se refería Jisoo cuando se rehusaba a conocerla en aquella ocasión que la invite a mi casa por primera vez.

──Mis yesos no están. ─musitó levantando su mano derecha. ──Mi pierna. ─bajó la mirada. ──C-Cómo... Hija... ¿Dónde estamos? ¿C-Cómo es que mi cuerpo se recuperó en un pestañeo? Tan solo pasó un día... ─frunció el ceño. ──Jisoo... Jisoo y yo estábamos juntas... conversando y jugando al póker... y luego... luego ya no recuerdo más.

¿De verdad estaban haciendo eso juntas?

Negué rápidamente y tomé su mano.

──¿Dónde está Jisoo? ─preguntó con afán.

A mi también me gustaría saberlo.

──¿Puedes sentarte? ─pregunté lo más tranquila que pude, tragándome todo lo que sentía.

Mamá asintió, entonces tomé su mano y ella se incorporó con delicadeza.

──Toma. ─le entregué el vaso con agua. ──Bebelo despacio... h-hay algo de lo que quiero hablarte.

Maldición, no pude contener las lágrimas, del mismo modo que no aguante titubear al hablar por el nudo en mi garganta.

──Roseanne, hija. ─ella tomó mi mentón y luego me observó detenidamente. ──Tú mirada es diferente... tus ojos están muy rojos, cariño... ─luce tan preocupada. ──Estuviste llorando demasiado. ─su mano calientita consintió mi mejilla. ──¿Algo está mal con mi salud? ¿Es eso?

Mi Sangre |ChaesooDonde viven las historias. Descúbrelo ahora