Tan solo pude abrazarla... Abrazarla con la mayor delicadeza que mi cuerpo me lo permitió por la emoción de volver a verla porque no quiero lastimarla ahora que no me sé controlar o no me lo perdonaría.
──Mamá... ─fue lo único que pude siquiera articular ante el golpazo de emociones que ahora me abruman.
Me siento tan culpable... Tan triste de que ella haya tenido que sufrir tanto por mis decisiones.
Lo sé.
Sé que debió ser completamente desolador verme allí tirada, consumiéndome en el suelo, mientras intentaba ayudarme con todas sus fuerzas y esmero, porque la conozco y, más importante, ella es madre y siempre hará lo posible por mi bienestar. Asimismo, siempre ha sido su prioridad ayudar a otros, mucho más cuando se trata de mí. Ella siempre ha puesto su mejor esfuerzo porque siempre he estado enferma y dependido de otros para estar bien.
──Mami, no me he ido. ─al decirlo, su cuerpo volvió a temblar, y sufrí una vez más. ──Madre... no te voy a dejar jamás.
Ojalá pudiera abrazarla muy fuerte, tanto como deseo hacerlo, pero ahora mismo no puedo, porque no sé cómo hacerlo sin que ella salga lastimada debido a mis nuevos dotes. De esa forma, me he alejado brevemente de su cuerpo y he dirigido sus manos temblorosas hacia mi rostro.
──Mamá, ya estoy aquí. Mírame bien. Soy yo.
Mi madre luce tan supremamente agotada y consternada... tan cansada... tan perdida como la vi aquella vez en el hospital, luego de que nos dieran esa trágica noticia sobre nuestra familia. Sus ojeras oscuras, su piel pálida, sus labios resecos y agrietados... Verla así me destroza y me hace sentir supremamente culpable.
──Soy Roseanne, mamá. Tu hija.
Al momento, mis propias lágrimas llegaron hasta las palmas de sus manos, y el primer gesto melancólico se hizo presente en su cansado rostro. Al acto, mamá me abrazó, me atrajo con fuerza hacia su pecho, y sollozó, sollozó tan fuerte que su llanto opacó los rápidos sonidos de su corazón y el mío.
──Mi pequeña. ─su voz entrecortada mientras me apreta sin querer soltarme me hace sentir como un infante de nuevo. ──Cielos, santo... Roseanne. ─sus caricias fueron a parar a mi cabello mientras se mostraba acongojada. ──Hija... ─entre lágrimas volvió a tomarme por las mejillas, donde su mirada agotada se encontró con la mía y un ligero gesto preocupado se dibujó allí. ──Hija... hijita... ─las yemas de sus dedos recorrieron mi rostro con delicadeza por aquí y por allá, aunque los latidos de su corazón me hicieron dudar, porque sé que ahora está supremamente preocupada por mí al ver cómo soy ahora.
──Mamá. ─tomé su mano y le dejé un besito apresurado allí. ──Sigo siendo yo. Aún sigo siendo tu hija.
Mi madre asintió en silencio, nerviosa, y luego volvió a abrazarme con fuerza.
──Nunca me va a importar cómo luzcas... o si tu piel ahora es más helada que antes, cariño. Lo único que me importa realmente es que estés bien y que finalmente estés aquí con nosotras. Siempre serás perfecta para mí, hija. ─a pesar de sus lágrimas, sus ojos brillan y le creo, porque su sinceridad denota pureza.
¿De verdad mi piel está helada de nuevo?
Siempre he sabido que soy muy afortunada respecto a la madre que me tocó en este mundo, porque sus ojos y su mirada, a pesar de que seguramente me vea diferente ahora, siguen siendo los mismos que me ha dado desde que soy pequeña: una mirada llena de comprensión, amor y amabilidad.
──Te quiero tanto, cariño. ─afirma mamá, acariciando mi mejilla con su mano libre. ──No te imaginas cómo me sentí sin ti...
──Te quiero más, mamá. ─confesé mientras cedía a sus caricias. ──Lo siento mucho... siento que hayas tenido que pasar por todo esto.
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Mi Sangre |Chaesoo
FantasyNo todo lo que piensas que es real, realmente lo es. Lo inimaginable a veces es lo más imaginable y aquello que te hace sentir un pálpito de calor en el corazón es el comienzo del verdadero significado de tú vida. Date la oportunidad de ver más allá...