~|章19|~

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Luego de ese momento pase casi toda la noche dándome un baño una y otra vez, pensando ridículamente que llevaba algún tipo de olor desagradable encima. Así que le aplique a mi cuerpo casi todo el bote de gel de baño y cuando al fin me rendí, salí de aquella pequeña habitación y caí agotada sobre la cama.

Dormí algunas horas, me levanté temprano antes de que mi madre llegará de trabajar, y me apresuré a cubrir ese boquete excentrico con uno de mis viejos cuadros de arte; uno en el que pinte un gatito cuando estaba más pequeña. Al parecer Yera vendría en unas horas a reparar el agujero junto a Hyeri. Me sentí más tranquila al respecto y cuando vi llegar a mi madre me apresuré a ayudarla con su abrigo y su bolso. Ella me dejó un besito en la frente y luego la acompañe hasta que logramos subir a su habitación. Lucia tan cansada y apagada, tanto que ni siquiera se retiró su uniforme de enfermera y cedió al sueño. Le retire las zapatillas blancas y la cubrí con las cobijas, pasé las cortinas y salí de su habitación para dejarla dormir tranquila.

No sé cómo mamá puede hacer tantas cosas. Trabaja tanto y aún así mantiene la casa ordenada y limpia. No se olvida de regar las plantas o alimentar al hámster. Ella hace demasiado... y yo... no hago nada por ayudarle. Al menos no lo suficiente.

Desde anoche me he sentido demasiado frágil y sensible, no puede ser mi periodo porque fue a inicios de mes. Volví a mi habitación negando mi realidad y los rayos del sol que se cuelan por mi ventana tan preciosamente lograron que afirmé que es el momento idóneo para que deje salir todo lo que siento pintando.

Aún no entrego la propuesta que nos solicitó la señorita Seworf y debo apresurarme, entonces prepare el lienzo blanco hasta que logre acomodarlo en el soporte, por otro lado, saque mi vieja caja de arte y mis manos comenzaron a moverse solas. La brisa es suave y la pequeña frazada en mis piernas me cubre de cualquier frío que pueda sentir. El sonido producido por las golondrinas es la única música que basta para que continúe ensimismada en lo que intenta transmitir mi corazón. En cada movimiento siento a mi hermana acompañarme y varias lágrimas se deslizan sin tregua por mis mejillas. Alice vive en mi, me acompaña y sé que ella y mi padre me cuidan donde quiera que se encuentren.

No dejé de pintar, trazar y usar diferentes colores en lo que hago... Está vez no siento la necesidad de usar todos los colores oscuros que tengo a mi alcance, si no que por el contrario, empleó diferentes tonalidades vivas. No sé qué es lo que busco realmente o si sea lo suficientemente entendible para los demás, pero me basta.

Luego de un tiempo que asumo que fue bastante, me duele el cuello de la misma manera en que lo hacen mis dedos, entonces me detengo en cuanto mi madre entra a despedirse.

──Eso luce muy bonito, cariño. ─le da un leve vistazo al cuadro que acabo de pintar. Yo misma me sorprendo al ver lo que pinte. ──Ve a lavarte las manos y no olvides cenar algo también. Te veo luego. ─me deja un beso sobre la cabeza y entonces salgo de mi burbuja personal y me despido de ella.

──Que te vaya bien, mamá. Te quiero.

──Duerme bien, también te quiero...

La oigo despedirse y vuelvo a mi cuadro; hice una especie de lugar lleno de colores vivos y opacos, con lo que parece ser el sol a lo lejos. Es una puesta de sol en el bosque, pero también veo algo de nieve que se derrite; pinte un lobo de pelaje dorado sentado mirando al frente con ojos color plata, mientras se deleita viendo a una mujer arrodillada en un extremo, mientras está detalla su propio reflejo en un pequeño charco.

Quise seguir intentando comprender lo que hice, pero mi celular suena y me apresuró a contestarlo. Entonces bajo las escaleras apresuradamente y me encuentro a Hyeri parada frente a la puerta, mientras Yera se acerca con una pequeña caja de herramientas a saludarme.

Mi Sangre |ChaesooDonde viven las historias. Descúbrelo ahora